El 2 de abril se celebra el Día Mundial del Autismo, conocido en la actualidad como Trastorno del Espectro Autista (TEA en adelante). El TEA es un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo y al funcionamiento del sistema nervioso, dando lugar a dificultades en la comunicación social, así como en la flexibilidad del pensamiento y de la conducta de la persona que lo presenta (Viadriales et al., 2016). Esta condición es compleja y comprende una serie de condiciones variables, es decir, cada individuo lo vive y manifiesta de manera diferente, no obstante, una de sus características principales es la dificultad para interactuar socialmente y generar habilidades comunicativas y lingüísticas. Es un trastorno que se mantiene presente durante todo el curso de vida. Las características pueden variar dependiendo de la etapa vital en la que se encuentre el individuo. Algunos de los rasgos más conocidos son:

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Proceso de envejecimiento y Trastorno del Espectro Autista.

Aún son escasos los estudios sobre este trastorno y el proceso de envejecimiento de las personas que lo tienen, la mayoría de los estudios se centran en las etapas tempranas del ciclo vital, porque es ahí cuando habitualmente se diagnostica; no obstante, en la actualidad han aumentado los casos de personas diagnosticadas con TEA en la adultez, por esta razón, es necesario conocer las características de esta condición y cómo interviene en su proceso de envejecimiento, para así comprender sus necesidades y generar entornos seguros, donde tengan pleno goce de sus derechos humanos y acceso a un envejecimiento digno, con bienestar y libre de discriminación y violencia.

Es importante saber que el TEA, así como otras condiciones neurobiológicas de origen genético similares (como el Síndrome de Down o Síndrome de Rett) suelen diagnosticarse en la primera infancia a los 2 o 3 años de edad, de tal forma que la mayoría de los servicios sociales y educativos especializados se centran en las primeras etapas de vida, habiendo una oferta menor de estos servicios durante la adultez, es decir, se pierde de vista que esas niñas y niños llegarán a la vida adulta y a la vejez, dado el aumento en la esperanza de vida.

Las dificultades que tienen las personas con TEA para interactuar socialmente, comunicarse y procesar información del entorno pueden llegar a obstaculizar el desarrollo de habilidades que les permitan desenvolverse en su esfera biopsicosocial; por ello es indispensable brindar una atención centrada en la persona durante todas las etapas de su vida; este tipo de atención permitirá un desarrollo integral con vías a un envejecimiento independiente y autónomo, y con pleno goce de sus derechos humanos.

Cabe señalar que, en ocasiones los rasgos del TEA llegan a ser más acentuados, originando que la necesidad de atención y cuidados se prolongue a edades adultas, dando pie a que el proceso de envejecimiento de los padres, madres o las personas responsables del cuidado se conjunte con el envejecimiento de la persona con este trastorno, aumentando el nivel de responsabilidad y la carga de cuidado, por esta razón es indispensable que se genere una red de apoyo familiar, comunitaria, social e institucional  sólida.

A nivel orgánico las afecciones y padecimientos que se pueden presentar en una persona con TEA envejecida no se diferencian del resto de la población, hay probabilidad de desarrollar enfermedades comunes como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares o cáncer; no obstante, puede incrementarse el riesgo de un diagnóstico y tratamiento tardío debido a la dificultad para reconocer, expresar y comunicar dolores o malestares. Además, cabe señalar que el desarrollo de ciertas afecciones está vinculado con determinantes de tipo económico, social y ambiental.

También se ha encontrado que las personas con este trastorno pueden tener una mayor prevalencia de desarrollar las siguientes afecciones y/o padecimientos:

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Por consiguiente, resulta fundamental que las personas con TEA tengan acceso a servicios de salud de calidad y a un envejecimiento activo y saludable que coadyuve a reducir el riesgo de problemas de salud durante la adultez y la vejez.

Concienciación sobre el TEA y el proceso de envejecimiento.

Debido al desconocimiento que hay de esta condición, existen aún mitos y prejuicios que generan actitudes y/o acciones que estigmatizan, discriminan y violentan a este colectivo, atentando en contra de su integridad y derechos humanos. Por lo anterior, es esencial trabajar conjuntamente a nivel social para crear sensibilización sobre este padecimiento, pues la mayoría de las veces el rechazo provoca aislamiento social, empeorando su situación de salud y de independencia.

El TEA es parte de la diversidad genética que tiene el genoma humano, nuestro trabajo como sociedad es acercarnos y conocer esa forma diversa en la cual las personas con este trastorno viven, sienten y aprecian el mundo.

¿Cómo generar entornos seguros y saludables para que las personas con TEA tengan un envejecimiento digno, activo y libre de violencia?

Es esencial que las personas con este trastorno tengan oportunidad de:

  • Generar políticas públicas que respondan a las necesidades específicas de este colectivo.
  • Desarrollar sus habilidades individuales (talentos, intereses, preferencias) desde las primeras etapas de vida.
  • Desarrollar habilidades sociales y comunicativas que les permitan desenvolverse en su entorno biopsicosocial.
  • Ofrecer educación integral, centrada en la persona y con oportunidad de profesionalización.
  • Generar oportunidades laborales incluyentes que se centren en las habilidades, saberes y valor humano que pueden aportar.
  • Promover la inclusión y seguridad económica que favorezca el desarrollo de un proyecto de vida autosuficiente y con independencia en la adultez y vejez.
  • Facilitar su participación e integración social dentro de la comunidad.
  • Fomentar un entorno familiar que potencialice sus habilidades y capacidades, así como su autonomía.
  • Generar servicios de cuidado especializados en la atención de este colectivo durante la vejez y a sus familias, con perspectiva de derechos humanos, género y curso de vida.

Hay que recordar que la construcción de sociedades incluyentes es responsabilidad de todas y todos.

 

Bibliografía.

Charlton, R., & Happé, F. (2010). Aging in Autism Spectrum Disorders: A Mini-Review. Marzo 31, 2021, de Gerontology. Sitio web: https://www.karger.com/Article/Pdf/329720

NHMH. (2018). Trastornos del espectro autista. Abril 4, 2021, de National Institute of Mental Health Sitio web: https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastornos-del-espectro-autista/19-mh-8084s-autismspecdisdr-sp_158870.pdf

Pamies, S. (2018). Autismo en Mayores: Los niños y niñas con un Trastorno del Espectro Autista también serán mayores. ¿Quién se ocupará de ellos/as?  Abril 5, 2021, de Sedome Sitio web: https://sedome.es/autismo-en-mayores/

Vidriales, R., Hernández, C., &  Plaza, M. (2016). Envejecimiento y Trastorno del Espectro del Autismo. Marzo 31, 2021, de Confederación Autismo España. Sitio web: http://www.autismo.org.es/sites/default/files/envejecimiento_informe_ejecutivo_version_web.pdf