El término equinoccio deriva del latín aequinoctium que significa “noche igual”, es debido a que específicamente con la llegada de esta fecha, el día y la noche tienen la misma duración, a partir de este momento, los días se van haciendo más largos y las noches más cortas, contando así con mayor cantidad de luz solar durante el día.

 

Esto, claramente beneficia a la agricultura, pues de la energía que ofrece el sol, depende el desarrollo óptimo de prácticamente todos los cultivos, ya que la luz solar es absolutamente imprescindible para realizar el proceso de la fotosíntesis que da energía y alimento a las plantas y por ende, permite su crecimiento. Sobre todo, después del tiempo de letargo tan extendido que sufren los cultivos al atravesar la dura etapa invernal.

 

El equinoccio de primavera indica la llegada del otoño en el hemisferio sur, mientras que marca el inicio de la primavera en el hemisferio norte. Estos cambios estacionales permiten que el sector agrícola de cada país pueda generar gran variedad de productos dependiendo de las características de su territorio y de los cultivos que se dan en cada región, pues todos son diferentes y requieren especificaciones muy precisas  para su desarrollo óptimo. En ese sentido, hay cultivos que requieren de una gran cantidad de luz solar para desarrollarse, y la temporada primaveral los dota de este elemento imprescindible.

 

Otro factor importante que influye en el ámbito agrícola son las lluvias primaverales, pues estas ayudan a mantener los suelos húmedos, potenciando el crecimiento y propagación de la flora nativa, y aunque las lluvias primaverales no son tan abundantes como en el verano, contribuyen en favor de los agricultores. En particular,  en aquellos que dependen del estado del tiempo y que buscan aprovechar al máximo el recurso hídrico, que en muchas ocasiones tiende a ser escaso. Recordemos que gran parte de la producción agrícola en México es de temporal, lo que significa que depende en gran medida de las lluvias para obtener cosechas favorables.

 

En México, por ejemplo, cultivos como el trigo, el  melón, la naranja,  el nopal, la piña y la sandía alcanzan altos porcentajes de producción en los meses que conforman esta estación, definiéndose como productos de temporada.

 

Apoyemos el desarrollo del campo mexicano consumiendo estos productos propios de la estación, al mismo tiempo que disfrutamos de los agradables cambios que trae consigo la primavera.

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