El 11 de mayo de 1535 se fundó la Casa de Moneda en México, otrora Nueva España, cuando el virrey Antonio de Mendoza llegó a estas tierras con una cédula real en la que la Corona Española disponía la creación de la primera Casa de Moneda en América.

En el México prehispánico si bien existía un sistema comercial, no había un sistema monetario o una moneda acuñada para tales fines. Con el paso del tiempo y de forma paulatina, la moneda se convertiría en el único medio de cambio para las transacciones comerciales.

Las primeras monedas acuñadas en el territorio fueron de plata, se sabe que llevaban impresas una cruz y por el otro lado las armas del reino, manteniéndose en circulación hasta 1732, cuando entraron en circulación otras monedas las cuales incluían el rostro de los reyes de España.

La acuñación de las monedas fue inicialmente de carácter artesanal, a golpe de martillo, utilizando cuños y troqueles. El resultado eran monedas irregulares y pesadas, las cuales eran revisadas nuevamente por el ensayador, en presencia del tesorero y escribano, para así ser entregadas finalmente a sus dueños.

Finalmente, con el inicio de la Guerra de Independencia, la Casa de Moneda entró en crisis a raíz de que muchas minas fueron abandonadas y, en otros casos, los caminos eran demasiado peligrosos para transportar plata hacia la capital virreinal. Mientras culminaba el proceso de la independencia, las autoridades establecieron casas de moneda en provincias a lo largo del territorio.

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