Dentro de los anales históricos de la Ciudad de México sobresale el 16 de septiembre de 1910, fecha en que el presidente Porfirio Díaz inauguró el monumento de la Independencia para conmemorar, en forma solemne, el centenario en que los mexicanos decidieron alcanzar su libertad para dirigir su propio destino.
El monumento se localizó en la avenida Reforma, avenida que originalmente se llamó Paseo de la Emperatriz o Paseo del Emperador, ya que su trazo fue encargado por Maximiliano I durante el Segundo Imperio. Finalmente el presidente Sebastián Lerdo de Tejada la nombró como Reforma, una de las maneras de honrar a las leyes de Reforma.
La primera piedra del monumento fue colocada en una ceremonia el 2 de enero de 1902, colocando dentro de ella un cofre dorado con el acta de independencia de México y una serie de monedas de cuño corriente de la época. Sin embargo, en mayo de 1906, cuando ya se habían construido las bases y unos 25 metros de altura, se hizo notorio el hundimiento de uno de los lados del monumento. Entonces se suspendieron los trabajos hasta 1913 cuando se reiniciaron mediante una Comisión Directiva, integrada por los ingenieros Guillermo Beltrán y Puga, Manuel Marroquín y Rivera y el arquitecto Manuel Gorozpe; mientras que la obra artística quedó al cuidado de Antonio Rivas Mercado. El monumento tuvo un costo de 2 millones 150 mil pesos de la época.
La cúspide del monumento se remató con la escultura de un ángel debida a Antonio Rivas Mercado, esta escultura representa a la Victoria Alada en actitud de vuelo, con las alas abiertas, con el brazo derecho extendido y sosteniendo una corona de laurel como para colocarla sobre la cabeza de los héroes; el brazo izquierdo extendido hacia abajo y atrás sostienen en la mano una cadena rota de tres eslabones, símbolo de los tres siglos del virreinato y la dependencia política de España. La escultura es hueca de bronce, toda ella revestida por hoja de pan de oro. A esta escultura se le da nombre específico de Ángel de la Independencia.
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