Después de enfrentar a los golpistas conservadores en el Palacio de Gobierno de Guadalajara y salvaguardar la vida del presidente, la comitiva de Benito Juárez se desplazó hacia Colima para retomar las actividades del poder ejecutivo.[1] No obstante, pronto llegaron malas noticias, pues después de sufrir tres derrotas militares, el secretario de Guerra y Marina Anastasio Parrodi, dimitió a su cargo. Debido a esto, Juárez nombró como nuevo secretario a Santos Degollado, quien acogió el nombramiento con patriotismo a pesar de que las armas y recursos financieros eran escasos.[2]
Ante la amenaza del posible avance del ejército conservador, el presidente debía salir de la ciudad para poner a salvo al gobierno constitucional. En ese momento Manuel Gutiérrez Zamora, el gobernador de Veracruz, le envió una carta en la que le ofrecía establecer el gobierno de la República en aquel estado. Gracias a él, Juárez tomó el camino hacia Manzanillo siguiendo una ruta que consistía en cruzar varios países para volver al Golfo de México y llegar a Veracruz.[3]
El 11 de abril, Juárez y sus ministros Melchor Ocampo, Manuel Ruiz, Guillermo Prieto y León Guzmán abordaron el buque de vapor John L. Stephens, que los trasladó de Manzanillo a Panamá, destino al que llegaron ocho días después. Posteriormente, emprendieron el camino hacia Cuba; el 25 de abril de 1858 abordaron el buque Filadelfia con rumbo a Nueva Orleans y arribaron tres días después. [4]
Este viaje representó la oportunidad de fortalecer la alianza con el gobierno veracruzano y aprovechar el dinero de los fondos aduanales que financiarían la guerra contra el bando conservador.[5] Aunque los simpatizantes de Juárez tenían muchas desventajas, la legitimidad constitucional del gobierno y la lealtad de varios estados del país fortalecieron a los liberales; muy pronto, el puerto de Veracruz se transformó en un sitio de gran relevancia para concretar las reformas.[6]
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