Durante un curso denominado, Duelo y Sufrimiento, que impartió en instalaciones del Inapam, como parte del programa de Enseñanza de la Institución, la experta, precisó.

–Cuando sufrimos una pérdida ya no somos los mismos. Las pérdidas son experiencias muy personales; cada individuo tiene diferente grado de resiliencia, que consiste en la capacidad para superar situaciones difíciles o traumáticas, para enfrentarlas.

Al curso asistió personal que trabaja con personas adultas mayores, entre las que destacan, cuidadores primarios, enfermeras, médicos, trabajadoras sociales, psicólogos, gerontólogos, geriatras, entre otros. Es decir, personas vinculadas con el trato de personas adultas mayores.

–Actualmente, la vejez se considera una enfermedad. Pero esto no es así. La vejez es una etapa de la vida. Durante esta etapa, los adultos mayores pueden experimentar algunas pérdidas.

–Algunas de ellas son, capacidad productiva, sobre todo en la jubilación; viudez o divorcio, fallecimiento de hijos, amigos y otros seres queridos; pasar de la independencia a la dependencia, principalmente por motivos económicos; pérdida de la movilidad y de la imagen corporal.

–Además, deterioro de la memoria, disminución de las capacidades personales, disminución por el interés intelectual, pérdida del cambio de rol, sea éste familiar o comunitario; pérdida de la autoestima, de la capacidad de adaptación y del sentido de la vida, que desemboca en soledad y depresión, y estrés.

Características de las pérdidas

–Las pérdidas son constantes, son necesarias para crecer, requieren un proceso, forman parte de una condición humana; la forma de reaccionar es personal, ni el dolor ni las circunstancias se pueden modificar –puntualizó la experta.

–Un duelo mal llevado, puede llevar a las personas a una depresión leve, moderada o grave, como consecuencia de las pérdidas que se sufren a lo largo de la vida –señaló.

La depresión se caracteriza por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad. La depresión provoca la incapacidad total y parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana. Los síntomas durante la depresión son: tristeza, decaimiento, irritabilidad, trastornos del humor, ansiedad, desesperanza, pérdida de energía.

El Duelo

El duelo es el proceso de elaboración y de adaptación emocional a vivir sin aquello que se ha perdido.

Algunas de las características del duelo son. Comprende un proceso activo, cambios que generan ansiedad, inseguridad y temor, es decir, sentimiento de retroceso; personal, -nadie lo puede hacer por mí-, inevitable, conlleva a un sufrimiento -me confronta–, es portador de crecimiento -me transforma– .

–Las pérdidas son experiencias muy personales; cada individuo tiene diferente grado de resiliencia. Esto consiste en la capacidad para superar situaciones difíciles o traumáticas, para enfrentarlas –expuso Patricia Solís González, especialista del Instituto Mexicano de Tanatología.

Como parte del curso que impartió en el Inapam, hace unos días, como reportamos ayer en esta página, Solís González señaló que hay diferentes tipos de duelo, por ejemplo: normal, anticipado, retardado, complicado, crónico, patológico, duelo no elaborado.

Etapas identificadas del duelo son, negación, ira o enojo, depresión, negociación y, por último, aceptación, dijo, ante personal del Instituto, dedicado a la atención de personas adultas mayores.

Durante el duelo podemos experimentar diversas emociones como tristeza, soledad, desamparo, impotencia, confusión, desesperanza, depresión, desgano, culpa, angustia, ansiedad, desánimo y melancolía.

Señaló algunas tareas para afrontar el duelo como –aceptar la realidad de la pérdida, que es siempre un proceso personal, trabajar el dolor y las emociones de la pérdida, adaptarse al medio en el que el fallecido está ausente, recordar las vivencias agradables y seguir viviendo.

–Uno es responsable de su existencia, nadie más –precisó.

Algunos consejos para afrontar exitosamente un duelo pueden ser, darse tiempo, ser paciente; aceptarse vulnerable, hablar de lo sucedido, no tomar decisiones importantes en estando de alteración, y no auto medicarse.

Además, aceptar la compañía de la familia y amigos, tener confianza en sí mismo, tener conciencia plena de lo que sucede, permitirse disfrutar y reír, pues la vida continúa, y saber que es pasajero. Considerar el evento como un aprendizaje, y agradecer lo aprendido.

Fin del duelo

La experta explicó que todas las pérdidas precisan de un proceso, el duelo oscila entre un año y medio y dos, aproximadamente. La persona experimenta un duelo satisfactorio cuando piensa en el fallecido sin sufrimiento.

Es decir, hay síntomas físicos que la alteren, no quiere cambiar el pasado, reflexiona en el impacto positivo que le dejó la persona fallecida, invierte sus emociones, vive el presente y se reconoce a sí mismo como un ser fortalecido

Por último, la invitó a una reflexión con las siguientes preguntas:

–¿Cómo me voy o cómo me quiero ir?  ¿Pleno, amoroso, frustrado, rencoroso, feliz? ¿Estamos en paz o tenemos duelos pendientes? ¿Cuál es nuestro proyecto existencial? Siempre es un buen momento para cerrar círculos, elaborar duelos, activarnos y decir sí a la vida –enfatizó.

Estos y otros cursos se imparten en el Inapam; tienen como propósito preparar mejor a especialistas y a personas interesadas en temas de vejez y envejecimiento. Son parte del programa de Enseñanza del Inapam

Los cursos que se imparten en el Inapam tienen como propósito preparar mejor a especialistas y a personas interesadas en temas de vejez y envejecimiento.

Enfermeras, trabajadoras sociales, y adultos mayores participantes del curso Duelo y Sufrimiento, impartido en INAPAM.

Patricia Solís González, especialista del Instituto Mexicano de Tanatología.