–Los centros culturales del Inapam son como medicina preventiva para las personas adultas mayores, pues les permiten seguir activos y motivados para emprender diversas actividades, señaló la especialista, quien tiene 27 años de servicio en estos establecimientos.

En el marco de la exposición de trabajos realizados por personas adultas mayores que asisten a los centros culturales Cuauhtémoc y San Francisco, del Inapam, celebrado en días pasados en esas instalaciones, la  maestra Loera destacó la importancia de esos lugares en la vida de muchas personas mayores.

–Invito a todos los adultos mayores a que conozcan estos centros. Pueden elegir diferentes actividades de acuerdo con sus gustos o capacidades. La edad promedio en los alumnos de vitrales es entre 65 y 75 años, pero tenemos hasta de 88 años y siguen activos –explicó.

Sobre la recuperación del alumno Jesús Santana, por medio de la elaboración de vitrales, como una actividad ocupacional, dijo que fue un triunfo para él y también para los maestros que imparten clases en los centros culturales.

–Han sido años de aprendizaje, de retroalimentación. Yo enseño la materia de vitrales, pero también aprendo mucho de ellos; a diario me muestran lo que sí quiero y lo que no quiero cuando sea adulta mayor. Siento mucho orgullo de trabajar con ellos –enfatizó.

¿Cómo ha sido su experiencia en el trabajo con adultos mayores? –se le preguntó.

–En mis grupos hay más mujeres que hombres; hay más viudas que viudos. Las mujeres en cuanto sufren una pérdida, buscan en qué ocuparse. En contraste, los hombres son diferentes, les resulta más difícil integrarse, pero pese a eso, tenemos excelentes resultados con todos ellos.

–¿Cómo surgió su interés por los vitrales?

Lo aprendí hace muchos años, cuando tenía 17 años, en una escuela de artesanías y artes plásticas del Seguro Social. Después me casé con un vitralista y complementé mis conocimientos.

Sobre las técnicas del vitral, comentó que se trabajan varias de ellas. En algunos casos se comienza con la técnica del vitrosmosaico, con la cual se aprende a cortar vidrio y a conocer las herramientas. Después, según el avance y la habilidad, se les proponen otras técnicas, como la cinta de cobre, en la que se usa el cautín y la soldadura de estaño.

–También aprenden plumilla, una técnica algo complicada, porque es como pintar con vidrio, y por último el emplomado o los vitrales tradicionales, esos que veíamos en las iglesias con imágenes religiosas, y que ahora vemos en todos lados.

¿Qué beneficios reporta la clase de vitrales?

–Ayuda a desarrollar la concentración, la paciencia, la creatividad y la destreza con las manos, entre otras –puntualizó.

–Me gusta mucho todo lo que hacemos en la clase de vitrales y la convivencia. Esta exposición es una muestra de la dedicación y el respeto que tenemos a esta actividad. Trabajar con vidrio es difícil y más para nosotros, adultos mayores. Hay mucho que aprender –expuso Blanca Patricia Bustos Montiel, de 64 años, alumna del centro cultural Cuauhtémoc.

–Invito a los adultos mayores a que vengan y se inscriban. No se queden en casa a deprimirse, seguramente habrá alguna actividad que les guste –dijo.

–Llegar aquí ha sido maravilloso. Me encanta la clase de vitrales; la técnica de emplomado es mi favorita, sobre todo porque representa un reto –agregó Dolores Moreno Murillo, de 71 años, alumna del centro cultural San Francisco.

Lampara hecha con vidrios de colores.

Adulta mayor viéndose en un espejo.

Raquel Loera Loera, maestra de vitrales en Centro Cultural San Francisco y Cuauhtémoc de INAPAM