En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 (ENSANUT), reportó un incremento en las enfermedades crónico-degenerativas no transmisibles dentro del grupo de personas adultas mayores, dando a conocer que, ante el aumento de la edad, crece el porcentaje de población con diagnóstico previo de hipertensión, principalmente a partir de los 50 años, llegando al 26.7% en el grupo de 70 a 79 años.

La hipertensión es el aumento persistente de la tensión arterial (fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cuando el corazón bombea). Cuanto más alta es la tensión, más dificultad tiene el corazón para bombear, esto puede deberse al endurecimiento o al taponamiento arterial (OMS, 2022).

Síntomas

La hipertensión arterial es una enfermedad que rara vez causa síntomas; sin embargo, se pueden presentar indicadores de presión arterial alta: dolor de cabeza, hemorragias nasales, alteraciones visuales como visión borrosa o sensación de ver lucecitas, y zumbidos en los oídos.

Factores de riesgo

Edad. Conforme envejecemos, el cuerpo experimenta cambios como la pérdida de elasticidad de las arterias que junto con la acumulación de lípidos obstruyen la circulación de la sangre y elevan la presión arterial.

Factores hereditarios. La presión alta suele ser hereditaria.

Exceso de sal y grasas. Consumir un alto contenido de sodio puede generar daño en el riñón, aumentando la tensión arterial e inestabilidad en el funcionamiento de los sistemas cardiovascular, renal, óseo, nervioso y gastrointestinal.

Sedentarismo. Las personas sedentarias tienden a tener una mayor frecuencia cardiaca. Esto hace que el corazón trabaje más con cada contracción y que se ejerza mayor fuerza sobre las arterias.

Obesidad. El aumento del tejido adiposo (grasa) conlleva a un incremento del flujo sanguíneo para suministrar oxígeno y nutrientes a los tejidos. Esto implica que aumente también la presión en las paredes de las arterias.

Alto consumo de alcohol y tabaco. Con el tiempo, beber en exceso puede dañar el corazón. Las sustancias químicas pueden dañar el recubrimiento de las paredes de las arterias, lo que aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiacas.

Algunas enfermedades como la diabetes y la dislipidemia, que es la alteración en los niveles de grasas en sangre, sobre todo colesterol y triglicéridos pueden aumentar el riesgo de tener presión arterial alta.

 

Recomendaciones generales:

  • Reducir el consumo de sal durante la preparación de los alimentos, sin olvidar que el consumo diario de sal es de 5 gramos.
  • Sazonar los alimentos con hierbas y especias.
  • Realizar actividad física 30 minutos, cinco veces por semana como mínimo para mejorar la regulación del sistema circulatorio.

Evita consumir:

  • Las carnes rojas, alimentos enlatados, congelados, encurtidos, embutidos, mostaza y salsas de tomate, soya y para parrilla, por su alto porcentaje en sodio.
  • Sal de mesa, ya que no se diluye en los alimentos y aumenta la cantidad de consumo total de sodio.
  • Dulces, panes y bebidas azucaradas.
  • Bebidas alcohólicas y estimulantes.

Es por ello importante que todas las personas adultas mayores midan por lo menos una vez al año su presión arterial y en los casos que ya se cuente con un diagnóstico de hipertensión deberán acudir con su médico mensualmente para checarla.

Referencias bibliográficas: