El ojo como órgano central en el sentido de la vista tiene como función principal detectar la luz y transformarla en impulsos nerviosos, los cuales son enviados al cerebro a través del nervio óptico, permitiendo así a las personas identificar formas, colores y características del mundo que les rodea.

Con el paso del tiempo, es decir, con el envejecimiento ocurren cambios que disminuyen su funcionamiento y que, en muchas ocasiones, sumado a enfermedades crónicas, los vuelve más susceptibles a enfermedades como miopía, catarata, presbicia, retinopatía diabética, glaucoma entre otras.

El glaucoma es una enfermedad crónica y progresiva, puede no presentar síntomas o ser muy dolorosa, el riesgo de ceguera depende del tiempo de evolución y de la gravedad de la enfermedad; una de las principales causas es la presión intraocular elevada que afecta al nervio óptico y causa ceguera irreversible.

Más del 50% de las personas que padecen glaucoma, lo ignoran, por eso es importante conocer sus características y síntomas:  

Existen dos tipos de glaucoma:

El de ángulo abierto que no presenta signos de advertencia ni obvios síntomas durante las primeras etapas, a medida que la enfermedad progresa, se desarrollan puntos ciegos en la visión periférica o lateral.

El de ángulo cerrado por lo general no muestra síntomas antes de un ataque; algunos de los síntomas iniciales pueden incluir visión borrosa, halos de luz, dolores de cabeza leves o dolor en el ojo.

Existen otros factores que pueden contribuir al daño, como tener antecedentes familiares de glaucoma, ser del sexo femenino, edad avanzada, miopía, hipermetropía, hipertensión arterial, hipotensión arterial, diabetes y tratamiento con corticoides -los corticoides son medicinas que tienen efectos secundarios, por este motivo se suelen indicar por períodos cortos-.

Cuando se padece glaucoma se ve afectada la calidad de vida, se va reduciendo el bienestar físico, emocional y social; por ello es importante mantener un óptimo control del padecimiento, principalmente la presión intraocular, con lo cual se reduce el riesgo de daño al nervio óptico y se hace más lenta la progresión de la enfermedad.

La disminución de la presión intraocular es la única intervención comprobada de prevención de pérdida de visión por esta enfermedad.

Prevenir la ceguera por glaucoma requiere de una información clara y precisa, además, quien la padece debe alertar a sus familiares -hermanos, hermanas, padres, hijos e hijas- porque tienen un mayor riesgo de desarrollarla. Por este motivo, El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores exhorta a la población mayor a hacerse una revisión ocular periódica que le permita tener un diagnóstico oportuno para el manejo o prevención de la enfermedad.