La sucesión presidencial de 1920 se definió a partir de un levantamiento armado legitimado en el Plan de Agua Prieta, el cual fue emitido por un grupo de sonorenses que se opusieron a la medidas que Venustiano Carranza tomó para perjudicar a dicho estado; a ello se sumaron las acciones que el Barón de Cuatrociénegas emprendió para evitar que Álvaro Obregón ocupara la silla presidencial. Lo único que lograron las acciones de Carranza fue la unión de distintas facciones revolucionarias para derrocarlo, cosa que se logró el 21 de mayo de 1920.

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Para debilitar al grupo sonorense (Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y Adolfo de la Huerta), Carranza tomó, entre otras medidas, requisar los fondos de las aduanas fronterizas de Sonora, así como el impuesto de timbre; se suspendió el pago a los soldados, se enviaron fuerzas federales a las zonas fronterizas de Sonora; se recortaron los fondos para la campaña del Yaqui; se permitió la exportación de toda clase de ganado a territorio sonorense y se inició una agresiva campaña mediática.

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Ante esa situación, el historiador Pedro Castro refiere que el 13 de abril de 1920 se promulgó el Manifiesto de los Tres Poderes de Sonora, en el que se señalaban “las razones del rompimiento de Sonora con el gobierno encabezado por Venustiano Carranza. De la Huerta declaró públicamente la suspensión de relaciones con el gobierno central hasta que las causas de tal determinación hayan cesado de existir”.

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Pedro Castro agrega que tres días antes de que Sonora rompiera el pacto federal “el Congreso del estado, en apoyo al ejecutivo, promulgó la ley número 30, que concedía facultades extraordinarias en los ramos de Hacienda y Guerra al ejecutivo, a fin de preparar la defensa”. Acto seguido, De la Huerta convocó a los jefes militares a una junta donde se dispuso que Calles —quien se había puesto bajo las órdenes del gobernador de Sonora desde el 9 de abril—, asumiera la jefatura de la División del Cuerpo del Ejército del Noroeste. A la vez, De la Huerta asumió la jefatura del movimiento revolucionario en formación y encargó a Gilberto Valenzuela y a Luis L. León redactar un plan y un manifiesto.

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El 23 de abril de 1920, el Plan de Agua Prieta fue proclamado solemnemente en la plaza del mismo nombre, el cual dio cauce e impulso a un movimiento militar que ya se había extendido a Sinaloa; a Michoacán con Pascual Ortiz Rubio; a Zacatecas con Enrique Estrada y a Tabasco con Carlos Green.

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En líneas generales, el Plan desconoce a Carranza por haberse constituido en jefe de un partido político y burlar el voto popular para hacerlo ganar; por suspender garantías individuales; por atentar contra la soberanía de los estados y desvirtuar la organización de la República.

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El movimiento devino en torrente incontenible en pocos días. El 5 de mayo, Carranza lanzó un Manifiesto a la Nación donde expuso los acontecimientos políticos y su posición respecto a la candidatura de un civil para detener la “amenaza de la guerra civil y el caudillaje”. Quince días después, el 21 de mayo de 1920, Carranza fue asesinado en el poblado de Tlaxcalatongo, Puebla.

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El triunfo de Agua Prieta llevó a la presidencia a Adolfo de la Huerta por unos cuantos meses; aunque breve su gestión se destacó por su independencia. Sumado a ello, logró que villistas y zapatistas depusieran las armas (Guajardo, el asesino de Zapata, fue fusilado en Nuevo León en 1920); además, liberó y perdonó la vida a quienes en algún momento se levantaron contra el gobierno, como Félix Díaz, Francisco Murguía y Pablo González, entre otros.

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