También quiero mandar un saludo a todas mis compañeras panelistas que precedieron mi participación, a Dulce María Sauri, mi amiga, presidenta de la Cámara de Diputados; a Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno; a Jerónima Toledo Villalobos, presidenta municipal de San Cristóbal de las Casas -todo un reto mi querida Jerónima-; a Yasmín Esquivel, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Para mí es un honor poder participar con ustedes en este ciclo tan importarte para la democracia mexicana y para la inclusión de las mujeres en los tres órdenes de gobierno y en los tres poderes de la Unión.

Finalmente, saludo a todas las personas que nos acompañan a través de las plataformas digitales.

Antes de empezar mi participación quisiera resaltar el hecho de que este evento haya sido diseñado desde el Museo de la Mujer, que dirige mi amiga la doctora Patricia Galeana, porque es un espacio museístico dedicado a visibilizar la historia de las mujeres en nuestro país. Una historia que ha sido estructuralmente olvidada, al considerar que su participación en la forja de México ha sido más bien secundaria, de apoyo a los varones. 

Sin embargo, esfuerzos como el que hace el Museo de la Mujer sirven para sacar a la superficie otra historia distinta, una en la que millones de mujeres han participado activamente, a pesar de las adversidades en la construcción de nuestro país, pero sobre todo  y de nuestras libertades. Gracias, Patricia por este esfuerzo y, de nuevo, gracias por brindarme un espacio en este importante evento.

Cuando recibí la invitación para participar en este ciclo pensé detenidamente desde dónde me gustaría abordar mi participación. 

Mucho se ha dicho sobre el hecho de que una mujer ocupe por primera vez en la historia de México la titularidad de la Secretaría de Gobernación. También el hecho de que la gobernabilidad y la política interior ahora estén dirigidas desde “la visión de una mujer”. Lo cierto es que algo hay de verdad en eso, pero quería ir mucho más allá para decir lo que considero necesario: con todo y que cada vez hay más mujeres en puestos estratégicos de toma de decisiones, aún no hemos alcanzado la igualdad de representación en todos las instancias de gobierno.

Me parece que hay que empezar por la conquista de la ciudadanía que representó el reconocimiento del derecho a votar a todas las mujeres. 

Y es que hace 67 años, ser ciudadanas en México no representaba, en términos cotidianos, un beneficio cabal.

Para entender la importancia de esta victoria, hay que volver la vista atrás hasta la exposición de motivos de la Constitución de 1917, que reconocía el derecho al voto bajo los siguientes términos: 

[…] el derecho electoral sólo debe otorgarse a aquellos individuos que tengan plena conciencia de la alta finalidad a que aquél tiende: lo que excluiría, por lo tanto, a quienes por su ignorancia, su descuido o indiferencia sean incapaces de desempeñar debidamente esa función, cooperando de una manera espontánea y eficaz al gobierno del pueblo por el pueblo. […]

Como podemos ver, en 1917 se consideraba que las mujeres carecíamos de plena conciencia y éramos incapaces de decidir por nuestra cuenta, éramos sumamente influenciables y no luchábamos por nuestras causas. Estas erróneas consideraciones sobre la mujer tuvieron como consecuencia la prohibición de su derecho a votar.

Pero las mujeres que fueron asumiendo esa condición —la de ciudadanas— fueron demostrando a la historia que algún día, quizá este día, la conquista de la ciudadanía para las mujeres se iba a convertir en un tema de primer orden.

En México, desde finales del siglo XIX, comenzaron a surgir las ideas del sufragio femenino. Las primeras revistas de mujeres como “Las Violetas del Anáhuac” y agrupaciones como “Las Hijas De Cuauhtémoc”, todas trabajaban en favor y en pro de este derecho.

Sin embargo, fue hasta hace apenas 67 años cuando fue reconocido el derecho de todas las mujeres a ejercer nuestro derecho a votar en comicios federales, porque ya lo había sido en comicios estatales y municipales.

Aunque podría parecer mucho tiempo, sobre todo para las generaciones más jóvenes, en realidad y desde un punto de vista histórico, se trata de un logro reciente y que ejemplifica muy bien la enorme brecha que existe entre la representación política de varones y mujeres. 

Basta con ver el hecho de que fue hasta el año 1979, hace apenas 41 años, cuando México tuvo su primera gobernadora, en el estado de Colima, Griselda Álvarez a la cual en este momento estamos haciendo un homenaje.

Porque al hacernos ciudadanas, en toda la extensión de la palabra, las mujeres adquirimos no solo el derecho de votar, sino el poder ser votadas para todos los cargos de elección popular y nombradas para cualquier otro empleo o comisión, como señala nuestra Constitución. 

Al reconocerse jurídicamente nuestra condición de ciudadanas sumamos la prerrogativa de asociarnos para tratar los asuntos políticos del país, la posibilidad no solo de ir a la urnas a votar, sino la de agruparnos para atender los asuntos que más nos conciernen.

Es posible decir que desde el reconocimiento de nuestro derecho a participar como ciudadanas en la vida democrática, han habido avances sustanciales para que la participación de las mujeres en la vida pública y política de México sea cada vez más representativa; pero lo cierto es que apenas hemos dado los primeros pasos para que nuestra democracia sea verdaderamente incluyente e igualitaria. 

En efecto, tenemos derecho a votar y ser votadas, pero nuestra representación en los ámbitos de decisión sigue siendo escasa. Tenemos acceso a la justicia, pero nuestro acceso real a los tribunales es precario si somos mujeres, sobre todo, y si se trata de mujeres pobres o indígenas. Las posibilidades de obtener una respuesta favorable de las autoridades de procuración e impartición de justicia si padecemos violencia, es todavía amenazada por concepciones estereotípicas de quiénes somos y cómo debemos comportarnos.

Si trabajamos, se nos considera y se nos discrimina porque se nos considera una carga para el empleador o enfrentamos incluso una doble jornada.

Nuestra autonomía personal en cuestiones reproductivas no está suficientemente protegida a todo lo largo de nuestro país.

Estas consideraciones ejemplifican la deuda de las instituciones con la igualdad sustantiva y nos hace replantearnos el papel que las sociedades democráticas deben tener ante la desigualdad de género.

En la actualidad, es ciertamente común encontrar una amplia literatura sobre democracia que atribuye su éxito a la justicia política y lo que ésta representa. Sin embargo, un análisis más profundo nos permitirá ver que en nuestras sociedades contemporáneas los Estados democráticos no parecen tener resultados especialmente justos y muchas veces la correspondencia entre la justicia y la democracia es precaria. Especialmente lo es para las mujeres, en el sentido de no hemos logrado aún la incorporación al 100 por ciento al sistema democrático. 

Entonces, creo que ese simple hecho habla de que a nuestros países, y en este caso particularmente a México, todavía no podemos hablar de un país totalmente democrático, sino hasta que las mujeres tengan una representatividad igual a la que tienen los varones.

La Cuarta Transformación lleva ese mote, no por casualidad. Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador me presentó su proyecto y me invitó a ocupar la Secretaría de Gobernación, supe que se refería a un cambio profundo, que busca remover los fondos que se habían empantanado en décadas de administraciones desiguales y básicamente heteropatriarcales. 

Para mí, ser la encargada de la política interior de México representa una oportunidad única para sentar el precedente que permita que cada vez más mujeres ocupen puestos estratégicos en la toma de decisiones. Para que en las décadas por venir cada vez sean más mujeres encargadas, no solamente de la gobernabilidad al interior del territorio nacional, sino de otras dependencias en las que usualmente no vemos mujeres al frente, y todavía no las vemos. Por ejemplo, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, entre otras muchas. 

Estoy convencida de que, eventualmente, en la medida que ocupemos más espacios, México entrará de verdad a una nueva etapa en la que no sea motivo de asombro que una mujer ocupe cualquier cargo público.

De momento se han logrado cosas muy importantes como la conformación de una legislatura paritaria; también hemos consolidado un gabinete integrado por hombres y mujeres en la misma proporción. Tenemos que seguir trabajando para ganar cada vez más espacios y brindar la representación política de millones de mujeres que viven, todavía, bajo el yugo de la invisibilidad en México y en un sistema heteropatriarcal que las aleja de sus derechos constitucionales.

En ese sentido, quiero expresar que la lucha feminista es no solamente legítima, sino profundamente necesaria en nuestro país. Los grupos feministas –y hablo en plural- grupos feministas y los diversos feminismos -no en singular sino en plural- han impulsado desde la sociedad civil las demandas de las mujeres y han posicionado en el debate público temas de vital importancia para la obtención de sus derechos. 

Por ejemplo, el derecho al aborto libre, legal y seguro; el derecho a una vida libre de violencias machistas y otros muchos derechos que han puesto sobre la mesa y luchan por ellos.

Considero que lo más importante de este movimiento, o de estos movimientos, es que busquen constantemente ser incluyentes y democráticos; que busquen representar a todas las mujeres, especialmente a aquellas que históricamente no tienen representación política como las mujeres más pobres, las mujeres migrantes, las mujeres indígenas.

Yo siempre he sostenido que la lucha feminista o las luchas feministas, son las luchas de mi propia vida. Durante mi carrera como abogada, como profesora, como notaria, como ministra de la Corte  y ahora como secretaria de Gobernación he defendido estas causas feministas y lo seguiré haciendo. Me identifico como tal y yo misma he participado en las protestas junto con mis compañeras de lucha. Siempre hemos buscado en los ámbitos profesionales ser lo suficientemente subversivas, para retar al status quo que el heteropatriarcado representa y reivindicar los derechos de muchas mujeres. 

Es claro que esto generó resistencias a nuestro alrededor y creo que las mujeres jóvenes que hoy toman el ser testigos de la lucha también están viviendo sus propias resistencias, diferentes a las que nosotras vivimos, pero que en el fondo tienen el mismo cariz de lucha en contra del machismo, que busca mantener a las mujeres rezagadas y alejadas de sus propios derechos. 

A todas las feministas que luchan por sus derechos las he apoyado, y quiero decirles que estoy con ellas y por supuesto que creo que sus manifestaciones son legítimas. 

Como secretaria de Gobernación externo mi apoyo y todas las facilidades para sentarnos a dialogar permanentemente, con altura de miras, encontrar soluciones, porque estamos siempre para escucharlas, para entender sus reclamos, para brindarles soluciones. Principalmente, me parece, hay que volver a centrar el debate público en una cuestión que parece obvia pero que no lo es tanto para muchos y que se hace indispensable: discutir las funciones del Estado. 

En particular ese debate debe orientarse a generar políticas transversales o selectivas orientadas a grupos específicos, tales como la población en pobreza, mujeres, sectores etarios vulnerables, indígenas, población LGBTTIQ, personas con discapacidad, entre otros.

También debemos volver a poner en el centro el debate sobre la democracia, porque tenemos que seguir discutiendo qué es exactamente la democracia, para qué sirve, de qué manera debe fomentar que más mujeres tengan participación en política, para que sea cada vez mayor número de ellas que estén representadas, que sean las representantes y para que cada vez más ocupen cargos de elección popular. 

Propongo traer al debate la idea clásica de democracia deliberativa Aristotélica, esa en la que una comunidad de seres humanos tomó decisiones públicas de manera incluyente, reflexiva, corresponsable, atenta y de buena fe. En la que no hay espacios para egoísmos y exclusiones. 

La inclusión de las mujeres es vital para alcanzar la democracia representativa.

Sesenta y siete años han pasado desde que la lucha por el derecho al voto de las mujeres se convirtió en una conquista. 

Continuaremos en la lucha desde cualquier trinchera en la que nos encontremos. Hoy, como secretaría de Gobernación, mi responsabilidad es doble, es la de generar las condiciones para que todos los actores políticos y sociales de México puedan generar los consensos necesarios en una época de cambio. 

Sin embargo, no olvido, ni un segundo, que detrás de mi hay nuevas generaciones de mujeres que ven en nuestro trabajo, en el de todas las demás mujeres excepcionales que han ofrecido su experiencia en este ciclo de conferencias, que se están preparando estas jóvenes para ser ellas las que un día, finalmente, ocupen estos y otros puestos y más puestos que nosotras. 

Es mi deseo que México llegue a ser un país en el que la discriminación de género, la violencia machista y la invisibilización de las mujeres termine de una vez por todas. 

Hago un llamado a todas esas mujeres jóvenes: no se rindan nunca en la lucha por sus derechos, no dejen nunca de buscar ganar cada vez más espacios en la vida política de México, pues quien no se interesa en la vida pública de su país es porque se sabe seguro en su sistema de privilegios y espera que el status quo permanezca inamovible. 

No somos de estas, somos las que buscan el cambio, las que seguimos en la lucha, las que queremos ganar cada vez más espacios en la vida política de nuestro país.

Nosotras estamos aquí para cambiar las cosas, para demostrar que otro futuro es posible. No descansaremos hasta que todos los derechos sean de todas las mujeres de México. Pareciera una verdad de perogrullo, pero no lo es: que todos los derechos sean de todas las mujeres –como se dijo en Beijing- no es una verdad de perogrullo, porque muchas mujeres no tenían todos los derechos.

Alcanzar la ciudadanía fue un logro, pero una cosa fue la lucha por el reconocimiento de nuestro derecho y otra son las acciones que hemos llevado a cabo las mujeres para hacer valer nuestro estatus de ciudadanas. Eso no lo hemos ganado las mujeres de hoy al amparo de todas las mujeres, sino al amparo de todas las mujeres que nos precedieron, y que fueron abriendo esta brecha que hoy ya es un camino: el de la participación política de la mujer en todas las decisiones nacionales.

Recuerdo aquella frase en los 50 años del voto femenino: Sí queremos el poder, pero lo queremos para procurar el desarrollo de una sociedad más armónica, justa e incluyente, sin exclusiones ni las intolerancias. Una sociedad en la que el género de los individuos no sea un pretexto para discriminación y, sobre todo, queremos una sociedad en la que exista un marco de justicia y equidad para que, todas y todos, podamos ejercer a plenitud nuestra condición humana. 

Por último, no olvidemos nunca que la conquista del reconocimiento de nuestra ciudadanía es una batalla reciente; que hoy, 67 años después de obtener nuestro derecho al voto, debemos seguir soñando con nuevas conquistas para hacer entender, a quien todavía no quiere escuchar, que las mujeres somos ciudadanas y protagonistas de la historia de México.

Muchas gracias.

 

 

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

 

 

Pregunta.- Patricia Galeana, directora del Museo de la Mujer.- Quisiera hacerte una pregunta para que nos compartieras, ¿si encontraste a lo largo de tu vida obstáculos por tu condición de mujer, para haber sido la primera notaria en el Poder Judicial, en el Legislativo y ahora como titular, nada menos que de la Secretaría de Gobernación? 

 

Secretaria Olga Sánchez Cordero.-  Mi querida Paty es una pregunta muy importante. ¡Por supuesto que ha habido obstáculos! ¡Por supuesto que ha habido exclusión! Inclusive dentro de grupos cerrados en donde llegue como primera mujer, se hicieron cerrados ente sí para que yo ni siquiera pudiera entrar a ese grupo, bloqueada, totalmente bloqueada. 

 

Muchos de estos retos fue demostrar la capacidad de una mujer tanto o más, pero el reto fue doble, no solamente para llegar, sino para demostrar y por supuesto que dentro del gabinete, inclusive hoy en día, hay temas de misoginia muy considerables, desde luego. 

 

Este sistema patriarcal, esta construcción patriarcal de la diferencia entre la masculinidad y la feminidad, en esta diferencia política es precisamente como lo dice. Te acuerdas de esta teórica política y feminista británica Carole Pateman, es precisamente la diferencia entre la libertad y el sometimiento, entre la libertad y el sometimiento. 

 

Entonces había veces, inclusive en estos gabinetes de seguridad exclusivamente de varones en donde en ocasiones mi opinión, y digo no por el presidente, al contrario el presidente siempre me ha dado mi lugar, pero entre los miembros, una participación mía podría inclusive no ser tomada en consideración en ese momento, aunque yo tuviera la razón y aunque estuviera aportando algo importante. 

 

Claro, claro, las cosas no han sido fáciles, ni serán fáciles todavía para muchas mujeres, porque es la construcción de este patriarcado, que es precisamente esta diferencia entra la masculinidad por una parte y la feminidad por la otra. 

 

Entonces, ahí está el quiebre, ahí está precisamente la diferencia política, política y es toda una construcción ancestral y es una lucha para deconstruir lo que ancestralmente se construyó. Y es brutal el tema y el reto. 

 

Yo cuando llegué aquí a esta secretaría mi querida Paty, sentí una gran responsabilidad, no solamente por la Secretaría de Gobernación en sí misma, la gobernabilidad, la gobernanza, los derechos humanos, todo lo que esta Secretaría implica que es de una tarea enorme, no, sino demostrar que cuando llegamos, somos mejores y podemos ser tan buenas y avanzar tanto como ellos, que nunca nos habían dado estas oportunidades, y es doble el reto. 

 

Pregunta.- ¿Qué es lo que tenemos que hacer desde el punto de vista de nuestra primera secretaria de Gobernación en políticas públicas y un sistema educativo, cuando tenemos el altísimo grado de violencia contra las mujeres y feminicidios?   

 

Secretaria Olga Sánchez Cordero.- Yo creo que una de las cuestiones es tener una coordinación e ir hacia un objetivo común, disminuir la violencia contra las mujeres en todos los ámbitos.

 

Te voy a poner un ejemplo, y es violencia. En la Corte se discutió mucho a propósito de las presidencias municipales la paridad vertical, pero nadie quería entrarle a la paridad horizontal, y la paridad horizontal es precisamente la que te da la alternativa de llegar a ser alcaldesa o presidenta municipal. Entonces como que todo mundo sí, sí la paridad vertical, la paridad vertical, ¡claro! Porque querían sindicas, regidoras, etcétera, pero cuando dije no, a ver la paridad horizontal, que es un tipo de violencia ¡eh! 

 

Te voy a dar otro, en donde tenemos que estar unidas en contra de las violencias. ¿Cuánto tiempo tardó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en hacerse cargo realmente del acoso sexual y de la violencia física y sexual, sobre todo de los maestros hacia las alumnas? Pareciera que se protegían entre todos y que negaban el hecho de que una mujer hubiese sido violada, hubiese tenido abuso sexual o acoso sexual, y se protegían. Para romper esa protección que se hacían entre todos, el sindicato de trabajadores también, los profesores, etcétera, tuvieron que pasar muchas cosas, para que la denuncia fuera tomada en consideración por las autoridades universitarias, por ejemplo. 

 

Ya no se diga la violencia que se ejerce sobre las niñas cuando se embarazan y son niñas, embarazo infantil, como violencia y sobre todo como violación equiparada, porque ahí hay una violación equiparada. Una niña de 10 a 12 años que está embarazada, que no le permitan ni siquiera abortar o acudir a una píldora del día siguiente, y que la obliguen a tener un hijo a los 12 años o 11 años, es una violencia. Y todo esto son violencias que se ejercen permanente y cotidianamente, somos uno de los países en la región con el mayor número de embarazos en adolescentes y de niñas. 

 

Tenemos por cierto una campaña que estamos sacando para poder concientizar a las niñas de esta situación, pero todos tenemos que tener, en esto sí, ir juntos todos, todas las académicas, todas las obreras, todas las campesinas, todas las funcionarias públicas, todas las maestras. Como yo les había dicho a todas las maestras de la Federación Nacional de la Mujer Rural (Femur), cuando estuvieron aquí, afortunadamente estuvieron con nosotros intercambiando una serie de ideas importantísimas para poder avanzar en el tema de estas violencias contra las mujeres.

 

Y, por supuesto, el feminicidio, la violencia más horrenda que se pueda ejercer contra una mujer, el feminicidio.

 

Entonces, articular todo esto y que todas estemos conscientes y trabajar en el ámbito de nuestras competencias y en el ámbito de nuestros espacios públicos, privados, familiares, en contra de las violencias. Tiene que ser lo que nos une, nuestra bandera, disminuir la violencia. 

 

Aquí estamos articulando a todas las instancias del gobierno federal en un grupo muy importante y desde todo terreno, desde el municipio, desde la familia; estamos tratando de hacer llegar este mensaje de que la mujer no tiene por qué sufrir este sometimiento y esta violencia, porque es un sometimiento, al final el sometimiento también es violencia, es una forma de violencia.  

 

Estamos en esto Paty pero los necesitamos a todos, y necesitamos también a los hombres en esta nueva masculinidad, si nosotros no cambiamos esta concepción del hombre no podemos avanzar. 

 

Pregunta.- ¿Estamos conscientes que tenemos que trabajar sociedad y gobierno unidos para lograr revertir esta patología social que nos tiene casi a la cabeza de los feminicidios en América Latina? 

 

Secretaria Olga Sánchez Cordero.- Es exactamente lo que yo comparto contigo y pienso también, y me llama la atención esto del 81.1 por ciento que vieron a la violencia intrafamiliar normalizada. Es decir, digo, es una cifra enorme, enorme, dramática y las demás cifras que compartes son espeluznantes, espeluznantes. 

 

Creo que el trabajo es todavía, es un tema trabajar para cambiar el tema de educación, el tema de compartir una paz y una reconstrucción de tejido social y del tejido familiar, porque finalmente, todos estos niños golpeados, todos estos niños que viven violencia familiar, fíjate que son muy fácilmente cooptados por las organizaciones criminales, sobre todo si son pobres, quieren salir del hogar y los cooptan como sicarios, los cooptan como halcones y su vida es sumamente muy reducida. 

 

¿Por qué? Porque normalmente son jóvenes y niños también que no tuvieron esta armonía familiar, sino tuvieron una familia disfuncional, una familia violenta y salieron de esa familia violenta a más violencias. 

 

Hay un dato. El País hizo un reportaje precisamente de algunos jóvenes sicarios mexicanos, hizo este reportaje y lo más dramático de todo fue que cuando ellos estaban, digamos, ensañándose con su víctima, torturándola, no sé, desmembrando el cuerpo, cosas horrorosas, ¿sabes en qué pensaban? En la violencia que su padre ejercía sobre su madre cuando ellos eran pequeños. 

 

Fue de un dramatismo terrible este reportaje de El País, y lo tengo muy claro porque fue para mí un shock el hecho de que estos jóvenes sicarios, en las peores torturas a sus víctimas, pensaran en la violencia ejercida contra su madre por su propio padre. 

 

Y en esta dualidad de aborrecerlo y que fuera su padre, y en esta dualidad de ver a su madre víctima de esta violencia y de no poder defenderla ante su padre, digo es toda una -no soy psicoanalista ni psicóloga- es toda una situación psicológica profunda, que los lleva muchas veces a cometer estos crímenes terribles, que no entiendes cómo los pueden cometer.

 

Pregunta.- ¿No tenemos que hacer un cambio en el sistema judicial? 

 

Secretaria Olga Sánchez Cordero.- Mira Paty, los 33 millones de delitos se cometen al año en toda la República, sí son 33 millones de delitos; en esta entidad federativa en un trimestre llevaban 60 mil delitos cometidos y denunciados ¡eh ojo!, Porque la cifra negra es también otro tema.  

 

De estos 60 mil delitos denunciados, casi la tercera parte o más, se decidió por el no ejercicio de la acción penal. Fíjate, otra tercera parte o más se decidió por archivar el asunto temporalmente y de la última tercera parte, sólo se judicializó el tres por ciento, en un estado de la República, y un estado de la República que tiene un alto índice de homicidios. 

 

Entonces aquí tú podrás entender que el tema es la impunidad ¿por qué? Yo siempre he sostenido que hay violencia intrafamiliar, hay violaciones a mujeres, hay corrupción, hay robo, hay extorsión, hay secuestros, porque hay impunidad. O sea, el tema, el tema, es impunidad. 

 

Entonces ¿cómo fortalecer el sistema de justicia para que efectivamente no exista esta impunidad? Y el fortalecimiento del sistema de justicia para nosotros en esta Secretaría es el gran reto, la consolidación del Sistema Penal Acusatorio. 

 

Quiero compartir algunas de las acciones que hemos venido haciendo en esta Unidad de Fortalecimiento al Sistema de Justicia. Hemos hecho varias acciones, pero una de ellas es tener una comunicación permanente con los fiscales, con los tribunales, con los defensores públicos, tener los datos de sus entidades federativas, porque este dato que te estoy dando ellos nos lo mandan a nosotros, es decir, nos los comparten, por una parte. 

 

Por otra parte, hemos instalado mesas de justicia en todos los estados, nos faltan algunos estados, pero instalado estas mesas de justicia y en estas mesas de justicia actores del Sistema Penal Acusatorio que nunca se hablaban hoy se están hablando. Por ejemplo, los criterios de los tribunales en relación a lo que hacen los fiscales y a lo que hacen los primeros respondientes, la policía, los cuerpos de seguridad, etcétera. 

 

Y que muchas veces se caen los juicios, precisamente por esa inexperiencia de las policías, de los cuerpos de seguridad o bien de las propias autoridades que no saben cómo llevar a cabo un proceso penal, ni poder armar todas las evidencias y las pruebas que se tengan al alcance para sostener un juicio sólidamente. 

 

En eso estamos, es un tema sumamente complicado porque estamos orientando, no podemos sustituirlos, somos muy respetuoso de las autonomías, de las fiscalías, de los tribunales, de las defensorías, de las entidades federativas, pero de alguna manera nuestro tema es ayudarlos, caminar juntos, hacer que el Sistema Penal Acusatorio se consolide, cambiar lo que se tenga que cambiar en las leyes. 

 

Esto es como un reloj, como la maquinaria de un reloj, todas las piezas tiene que ir en una armonía y en un ritmo para que podamos tener un reloj a tiempo, un reloj verdaderamente preciso. Y cuando una de las piezas de este mecanismo nos falla, pues no podemos tener éxito en el Sistema de Justicia Penal. 

 

Es muy lamentable, muy lamentable, y te puedo contar mil anécdotas o mil historias reales en el gabinete de seguridad, en donde los malosos dejaron la droga en algún lugar o en el mar, y a pesar de que tenemos la suficiente evidencia de que fueron ellos, pero como no los podemos vincular en ese mismo momento del abandono de la droga, entonces ya no tenemos ese vínculo en donde podamos nosotros sostener que esas personas efectivamente fueron estos criminales que cometieron estos ilícitos. 

 

El tema es complicado, mucho, pero tenemos que ir avanzando porque la violencia intrafamiliar y la violencia contra las mujeres también padece de una impunidad, como yo lo acabo de expresar en mi intervención, y también por eso los feminicidas no tienen la sanción y la condena que deberían tener, precisamente por esta conducta delictiva que cometieron sobre todo en contra de la mujer. 

 

Pregunta.- Has puesto el dedo en la llaga, para poder revertir esta situación se tiene que acabar con la impunidad. Otro punto fundamental, no pude a haber ciudadanas de primera y de segunda, tenemos que avanzar en este sentido. 

 

Secretaria Olga Sánchez Cordero.- Muchas gracias mi querida Paty, me voy a tener que despedir en un momentito más, pero si quería yo decirles que me da muchísimo gusto estar esta tarde con ustedes, compartir estas experiencias desde la Secretaría de Gobernación, que sepan que tengo un compromiso real, no discursivo, real, para empezar a erradicar la violencia contra las mujeres, para empezar a disminuirla.

 

Y que vamos con todo en contra del feminicidio; y vamos con todo para llevar a los responsables de este delito tan horrendo en contra de las mujeres, para que estas personas puedan ser procesadas y finalmente condenadas por este delito que cometieron en contra de la vida, de la vida de una mujer.

 

Muchas gracias.