Saludo con mucho afecto al señor subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la secretaria de Gobernación, Alejandro Encinas; a la señora subsecretaria Martha Delgado, representante de la Secretaría de Relaciones Exteriores; por supuesto Andrés Ramírez, coordinador general de Comar; al señor embajador Luis Ortiz Monasterio, ex coordinador de Comar; a Mark Manly, representante de Acnur en México; a los demás representantes de Comar como de Acnur, así como todas las personas académicas que nos acompañan esta mañana.

 

Hoy, como lo acaba de decir nuestra anfitriona, conmemoramos 40 años de la Comisión Mexica de Ayuda a Refugiados, por sus siglas Comar, institución encargada de la política en materia de refugio, así como de lograr la integración óptima de las y los refugiados a la sociedad mexicana.

 

México siempre se ha destacado en el mundo como un país solidario que recibe con los brazos abiertos a los refugiados provenientes de otros países, gracias a la política de asilo político y humanitario de México.

 

Durante el siglo XX nuestro país abrió las puertas a personas religiosas, académicas, escritoras, luchadoras sociales, artistas, políticos y muchas más, quienes huyendo de regímenes opresores encontraron en México un nuevo comienzo gracias a una tradición diplomática de asilo de marcada tendencia humanista.

 

La tradición de ofrecer asilo a quien lo requiere, constituye una de las acciones más nobles que nuestro país ha consolidado tanto en su política exterior como en la política interior. Es decir, conjuga al mismo tiempo una política de apertura al extranjero, sobre todo aquellos cuyos derechos humanos están siendo amenazados y vulnerados, con una política de integración a la vida interior de nuestro país.

 

Está apertura de nuestra Nación, de nuestro querido México, a la otredad y a nutrir su cultura a partir de la diversidad no debe sorprendernos.

 

 

México es, desde sus raíces, una nación mestiza producto de la mezcla cultural ideológica de muchos pueblos. Nuestra historia está conformada por la participación de hombres y mujeres de diferentes orígenes genéticos y culturales.

 

Por ello, la apertura de ofrecer asilo a extranjeros cuya seguridad y cuyos derechos humanos se ven amenazados, representa una ocasión más para integrar a nuestras múltiples realidades nuevas capas para una identidad mexicana que, en las bases mismas de su fundación, destaca por ser plural, incluyente, diversa, heterogénea.

 

México, son muchos “Méxicos” y muchas realidades diversas; todos diferentes pero unidos bajo el manto de la mexicanidad, entendida como la identidad que nos une a todas y todos los que vemos a México como nuestro hogar.

 

Por otro lado, además de fortalecer la naturaleza pluricultural de nuestra identidad, la COMAR en sus cuarenta años de existencia confirma que nuestro país mantiene un compromiso con la defensa de los derechos humanos.

 

La tradición del asilo y la integración de refugiados a la sociedad mexicana, descansan en el convencimiento del Estado mexicano de que la dignidad humana es el valor más alto de cualquier Estado constitucional.

 

En este contexto de la COMAR, no basta con ofrecer refugio a las personas que dejan atrás su vida y su país, sino que debemos asegurarnos de que sus derechos sean cumplidos a cabalidad para que puedan tener una vida digna.

 

Por eso debemos trabajar para erradicar, de una vez por todas, la discriminación con la que todavía se trata a las personas refugiadas; debemos trabajar por un Estado mexicano que abrigue bajo su manto a todas las personas que necesiten refugio y protección.

 

Vivimos muy tiempos difíciles, la pandemia del COVID-19 nos ha traído un panorama insospechado. Pero a pesar de todas las adversidades debemos mantener a los derechos humanos como un pilar fundamental de la Nueva Normalidad. Por ello, celebro con todos ustedes en este foro, que la COMAR siempre haya mantenido sus oficinas abiertas durante toda la crisis para garantizar sus servicios a quienes los necesite.

 

Por último, quiero compartir con ustedes que debemos seguir trabajando para fortalecer una de las tradiciones diplomáticas más nobles y humanistas de nuestro país y, sobre todo, para seguir consolidando un país donde los derechos humanos sean efectivamente para todas y todos, sin importar nuestro origen, nuestro grupo étnico, nuestra religión, nuestra preferencia sexual o nuestras ideas políticas, porque México es un país grande cuya magnificencia proviene de su pueblo: un crisol de identidades, de ideas y cultura.

 

Un futuro mejor siempre es posible si trabajamos unidos por este bien común.

 

Muchas gracias.