Tras el fin del imperio de Iturbide, en el Congreso se discutió la forma del escudo de armas que representaría a México. Se planteó, sobre todo, hacer cambios al escudo del Imperio. Algunos diputados sugirieron cambiar los colores a blanco y azul, como los usados por José Ma. Morelos en su bandera; otros propusieron que el águila se representara aislada, sin el nopal y la peña, a lo que se opusieron la mayoría puesto que consideraban estos elementos distintivos de lo mexicano. Finalmente se conservaron los colores, al águila se le añadieron las ramas de encina y laurel que representan la fuerza y triunfo, y se excluyó la corona que simbolizaba la monarquía.