Innumerables alianzas se formaron a lo largo de Mesoamérica, alianzas comerciales, alianzas estratégicamente constituidas para el reforzamiento de señoríos pequeños con intereses afines, alianzas simplemente configuradas con el fin de invalidar el yugo de unos cuantos sobre otros. Este es el caso de la mayor alianza mesoamericana registrada del siglo XV, conformada por los señoríos de Tlacopan, Texcoco y Tenochtitlan, los cuales se aliaron con la finalidad de imponer una hegemonía sobre el Valle de México, lugar donde previamente reinaba el señorío de Azcapotzalco.
Al interior de las sociedades dominadas y de las dominantes, se cumplía estrictamente un orden de jerarquías, donde los tlatoanis de cada señorío, eran los que tomaban decisiones tales como la recaudación de tributos de los subordinados, el obligar a estos a participar en las guerras o construcción de obras, e inclusive en decidir quién sería sacrificado en las ceremonias religiosas.
A pesar de que la alianza se conformó con los señoríos más poderosos, que tenían intereses y enemigos, en común, no había una armonía en la misma, dado que la administración no se daba de forma horizontal, sino que también había débiles y fuertes. Sin duda alguna, y pese a lo anterior, la expansión de la Triple Alianza Mexica sobre el territorio actual mexicano, cumplía con las características esperadas de los gobernantes más poderosos de ese entonces, ya que lograron expandirse desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México, abriéndose paso en el ámbito político con su poderosa administración militar, fuertemente conformada por guerreros que luchaban por sus tlatoanis y señoríos- este proceso dio forma a cientos de rutas comerciales, dejando huella en la historia y memoria de México como una poderosa e imponente alianza que vio su ffin con llegada de los conquistadores.
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