Una década después de concluida la Revolución Mexicana los estragos aún impedían que nuestro país encauzara el naciente proyecto de nación. Los Acuerdos de Bucareli de 1920 restablecieron la relación diplomática con Estados Unidos y promovieron el retorno de las inversiones. Para 1925 Henry Ford anunciaba la llegada de la primera planta de montaje de autos a México.

 

Hoy nuestro país ocupa la 7a posición en el ranking mundial de mayores productores automotrices y la primera en América Latina al producir cerca de 3 millones de autos al año. Hoy la industria vuelve a ser noticia y la pregunta sería: ¿por qué Tesla viene a México?

 

Para algunos es por la mano de obra calificada, para otros es la guerra comercial entre Washington y Pekín y las ventajas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC), las que han convertido a México en un eslabón fuerte en la cadena de suministro en América del Norte y punto estratégico de exportación.

 

Lo cierto también, y casi nadie repara en ello, es que los directivos de Tesla vieron una industria automotriz sana y fuerte, que representa 3.8 por ciento del Producto Interno Bruto y 20.5 por ciento del PIB manufacturero; además es una industria que genera cerca de 1 millón de empleos y capta más de 100 mil millones de pesos de inversión extranjera directa cada año.

 

 

Sin embargo, esta valoración pudo haber sido completamente distinta. Durante la pandemia el sector estuvo a punto de la quiebra. ¿Qué lo salvó? La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de considerar como actividades esenciales a la industria de la construcción, la industria automotriz y de autopartes dedicadas a la exportación y la minería. Ponerlas al nivel de los servicios de salud permitió su apertura anticipada. Y aquí hay algo que destacar: México fue el único país en el mundo en hacerlo.

 

Por acuerdo del Ejecutivo del 15 de mayo de 2020, junto a las secretarías de Hacienda, Economía, Trabajo y Salud, integramos el Comité de Nueva Normalidad y desarrollamos la plataforma con el mismo nombre. Se diseñó un sistema de semáforo por regiones para evaluar el riesgo epidemiológico. También se elaboraron protocolos sanitarios, capacitación de personal para seguridad, readecuación de espacios y procesos productivos, así como la implementación de filtros de ingreso, sanitización e higiene del espacio laboral.

 

Diseñamos un aplicativo de 78 reactivos para que cada empresa hiciera su Autoevaluación del Protocolo de Seguridad Sanitaria. Para el sector automotriz hubo acompañamiento del Seguro Social: 7 mil 426 empresas del sector cumplieron con la autoevaluación en beneficio de 1,344,983 trabajadores. Hoy en México tenemos un peso fuerte, pero también un gobierno fuerte que se abre al mundo y resuelve.

 

No fueron pocas las reuniones en la Sala del H. Consejo Técnico del IMSS en las que nos alcanzó la madrugada. Representantes del sector, como José Guillermo Zozaya Délano, Presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz; Oscar Albin, de la Industria Nacional de Autopartes o Fausto Cuevas de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, podrían dar testimonio de esos días en que la presión fue grande, como grande tambien fue la voluntad y el entendimiento para cuidar la salud de la economía.

 

¿Qué hubiera pasado si no se hubieran tomado las medidas para proteger a la industria automotriz en nuestro país en los momentos más difíciles? No lo sé de cierto, pero lo supongo: hoy veríamos en las noticias que la soñada inversión se fue a China. Y para lograrlo la fórmula es del propio Ford: ir juntos es un comienzo; mantenerse juntos es progreso; trabajar juntos es el éxito.