A partir de la revolución industrial,de cambios macroeconómicos, de formas de producción y consumo, se han generado alteraciones en los procesos   geofísicos globales que ponen en riesgo el funcionamiento de los ecosistemas y el bienestar social de la población  (Steffen et al., 2011). La pérdida de biodiversidad es uno de los efectos negativos más severos y evidentes a raíz de la combinación de cambios ambientales que ocurren en la Tierra por la destrucción de hábitats, la sobreexplotación de especies, la introducción de especies exóticas invasoras, la contaminación y el cambio climático (Sarukhán et al., 2017, Steffen et al., 2011).

De continuar con la tendencia proyectada, el cambio climático global podría ser uno de los factores directos de mayor afectación sobre la biodiversidad y el bienestar de la población humana (Dawson et al., 2011). Entre los principales impactos del calentamiento global se encuentran cambios en los patrones fenológicos de las plantas, en la distribución y abundancia de las especies, así como  en las interacciones entre las plantas y sus polinizadores por lo que se prevén cambios en el funcionamiento de los ecosistemas y en los  de los servicios ambientales que estos proveen (Mooney et al., 2009, Parmesan y Yohe 2003). La pérdida de la resiliencia de los ecosistemas por efecto del CC en sinergia con otras amenazas, aumentará la vulnerabilidad de las poblaciones humanas. Por lo anterior, desde la década de 1990 y con el impulso del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) se ha hecho un llamado en los ámbitos nacional e internacional para desarrollar instrumentos y políticas que permitan generar medidas de mitigación y adaptación al CC, con la participacioìn de todos los sectores.

En México, los esfuerzos por incorporar medidas de mitigación y adaptación, tanto en los planes de desarrollo del país, como en el manejo de sus recursos naturales, se ven reflejados en diversos instrumentos de planeación como la Ley General de Cambio Climático (2012), la Estrategia Nacional de Cambio Climático (visión 10-20-40), el Programa Especial de Cambio Climático (2014-2018) y la Estrategia de Cambio Climático desde las Áreas Naturales Protegidas: una Convocatoria para la Resiliencia de México 2015-2020. Estos instrumentos reconocen la importancia de abordar el desafío que representa el CC desde varias perspectivas, con una visión transversal y multidisciplinaria. Además, hacen énfasis en que el desafío que representa el CC se debe convertir en una oportunidad para conservar el patrimonio natural, usarlo de forma sustentable y aumentar el bienestar social.

Una de las principales medidas de adaptación al cambio climático consiste en mantener la funcionalidad de los ecosistemas por medio de su conservación y restauración (Harris et al., 2006). Las áreas naturales protegidas, así como la identificación de áreas importantes para la conservación de la biodiversidad han sido y seguirán siendo elementos centrales de las estrategias de conservación, cuya importancia se ve reflejada en los compromisos internacionales y en las metas asociadas a dichos compromisos (p. ej., meta 11 de Aichi del Convenio sobre la Diversidad Biológica). Por lo general, la implementación de estas estrategias de conservación, en conjunto con  el uso y manejo sustentable  local,  para promover el mantenimiento de la biodiversidad y funcionalidad de los ecosistemas han asumido estabilidad ambiental (Hole et al., 2011). En los últimos años han habido diversos esfuerzos  por desarrollar un nuevo marco de referencia para la conservación y el manejo sustentable, para que las acciones que sean llevadas a cabo consideren las afectaciones y posibles cambios en los ecosistemas ante el CC (p.ej., Mawdsley et al., 2009; Hannah, 2010; Dawson et al., 2011). En este sentido, se requiere usar la mejor información científica disponible y generar información específica en el ámbito local para el desarrollo de estrategias y acciones ad hoc.

 El proyecto “Fortalecimiento de la efectividad del manejo y la resiliencia de las áreas naturales protegidas para proteger la biodiversidad amenazada por el cambio climático” (GEF-Resiliencia), ejecutado por la CONANP, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) tiene como objetivo reducir los impactos adversos directos e indirectos del cambio climático sobre la biodiversidad de importancia global y las comunidades humanas a partir del fortalecimiento de la efectividad del manejo y configuración espacial de las áreas naturales protegidas (ANP) en México.

En el marco de colaboración de la CONABIO con el proyecto GEF-Resiliencia, el presente trabajo tiene como objetivo estimar la magnitud y trayectoria del cambio climático en las  ANP e identificar áreas clave para conservar la biodiversidad y mantener o fomentar la conectividad dentro y entre dichas áreas protegidas, por medio de la identificación de corredores climáticos que consideran los gradientes en el clima y otros factores que facilitan el movimiento de las especies, en un contexto de cambio climático.

Lo anterior permitirá planear estratégicamente las acciones de conservación, restauración y manejo de la biodiversidad para promover la conectividad dentro y fuera de las áreas naturales protegidas como una de las medidas para evitar la pérdida de biodiversidad del país ante el cambio global.

En la Figura 1 se muestran las ANP que se encuentran en el área de intervención del proyecto GEF-Resiliencia.

 

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Para identificar los corredores climáticos se definieron fragmentos de vegetación nativa primaria mayores a 1,000 ha como las áreas a conectar, utilizando la carta de uso del suelo y vegetación, serie V del INEGI (INEGI, 2013). Los corredores se identificaron a partir de 2,027  fragmentos de vegetación nativa primaria. El modelo de conectividad incorpora el impacto humano por medio de una matriz de resistencia como indicador del costo de desplazamiento. El mapa de resistencia que se utilizó considera el impacto humano sobre la biodiversidad siguiendo el marco teórico del Modelo Global de Biodiversidad (GLOBIO 3, por sus siglas en inglés), desarrollado por la Agencia de Evaluación Ambiental de Holanda, y utilizando variables para México de cambio de uso del suelo, desarrollo de infraestructura y fragmentación de hábitats (Mexbio, véase recuadro 9.7 en Koleff et al., 2016).  Como variable climática se utilizaron la evapotranspiración del periodo histórico 1980-2009 y la evapotranspiración de escenarios cambio climático derivados de los cuatro modelos de circulación global (MPI-ESM-LR, GFDL-CM3, HADGEM2-ES y CNRMCM5) para dos forzamientos radiativos (RCP 4.5 y 8.5, Trayectorias de Concentraciones Representativas) y tres horizontes futuros. Para el periodo reciente, se identificaron 4,504 corredores. En el norte del país se presentó el menor número de corredores dado que la superficie de vegetación primaria continua es mayor, mientras que en el centro y sur la fragmentación del paisaje es mayor incrementando el número de corredores. En promedio se identificaron más de 4000 corredores en los 24 modelos para el futuro bajo condiciones de cambio climático. Estos corredores mantienen una orientación geográfica similar a la de los corredores del periodo reciente (superposición > 90%).

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REFERENCIAS

CONANP. 2015. Estrategia de cambio climático desde las áreas naturales protegidas: una convocatoria para la resiliencia de México 2015-2020. Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, México.

Dawson, T. P., Jackson, S. T., House, J. I., Prentice, I. C. y Mace, G. M. (2011). Beyond Predictions: Biodiversity Conservation in a Changing Climate. Science, 332(6025), 53–58.

Galetti, M., y  Dirzo, R. (2013). Ecological and evolutionary consequences of living in a defaunated world. Biological Conservation, 163, 1-6.

Hannah L. (2011). Climate Change Biology 1st Edition. Academic Press.

Harris, J. A., Hobbs, R. J., Higgs, E. y Aronson, J. (2006). Ecological restoration and global climate change. Restoration Ecology, 14(2), 170–176.

Hole D. G, Huntley B., Arinaitwe J., Butchart S. H. M., Collingham Y. C., Fishpool L. D. C., Pain D. J., & Willis S. G. (2011). Toward a management framework for networks of protected areas in the face of climate change. Conservation Biology, 25: 305–315.

INEGI. (2013). Conjunto de datos vectoriales de uso del suelo y vegetación, serie V (capa unión), escala 1:250, 000. Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Aguascalientes.

Koleff, P., T. Urquiza-Haas, E. Urquiza-Haas, et al. (2016). Necesidades y prioridades de conocimiento científico para fortalecer la toma de decisiones, en Capital natural de México, Vol. IV: Capacidades humanas e institucionales. Conabio, México, pp. 305-370.

Mawdsley, J. R., O’Malley, R., & Ojima, D. S. (2009). A review of climate-change adaptation strategies for wildlife management and biodiversity conservation. Conservation Biology, 23(5), 1080–1089.

Mooney, H., Larigauderie, A., Cesario, M., et al. (2009). Biodiversity, climate change, and ecosystem services. Current opinion in environmental sustainability, 1(1), 46-54.

Parmesan, C., y Yohe, G. (2003). A globally coherent fingerprint of climate change impacts across natural systems. Nature, 421 (6918), 37.

Sarukhán, J., et al. (2017). Capital natural de México. Síntesis: evaluación del conocimiento y tendencias de cambio, perspectivas de sustentabilidad, capacidades humanas e institucionales. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, México.

Semarnat 2013. Programa Especial de Cambio Climático 2014-2018. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, México.

Steffen, W., Persson, Á., Deutsch, et al. (2011). The Anthropocene: From Global Change to Planetary Stewardship. AMBIO, 40(7), 739–761.