La presencia del chile, Capsicum del griego kapsakes o cápsula y de nombre común chili (náhuatl), entre las culturas mesoamericanas es milenaria y es posible que el aprovechamiento de los distintos tipos de chile se remonte a las épocas en que los grupos que habitaban el territorio nacional tenían un modo de subsistencia basado en la caza-recolección y eran nómadas.

La mayoría de las especies silvestres de chile se localizan en América del Sur donde se calcula que se originó este género de plantas. Algunos botánicos opinan que el lugar de origen del chile se encuentra en la zona andina, mientras otros especulan que se originó en el sudeste del Brasil, por la gran diversidad de especies de Capsicum que existe en estas dos regiones.

Es probable que la planta haya sido dispersada en otras regiones por los pájaros que, atraídos por los frutos rojos, comen hasta los chiles más picantes para después arrojar las semillas en otra parte junto con el excremento, así se explica cómo el chile habría llegado a Mesoamérica, como planta silvestre, hace miles de años.

El chile fue primordial para los antiguos mexicanos. En las ciudades de Teotihuacán, Tula y Monte Albán, por ejemplo, se han encontrado vestigios de un amplio consumo de chile entre sus pobladores. Y los aztecas habían desarrollado una cultura del chile, muchos de cuyos aspectos perduran hasta nuestros días.

Actualmente la cocina del chile es estrictamente hablando, nacional. Es lo que nos define frente a otras dietas y cocinas del mundo. En México ha llegado a ser casi un símbolo patrio.

¿Sabías qué?
Los aztecas no sólo consumían el chile sino que le daban varios usos: militares, medicinales, comerciales y aun pedagógicos, pues un poco de humo de chile inhalado servía para corregir a la infancia testaruda.