México es un país que cuenta con una enorme diversidad de sistemas productivos, que van desde la agricultura familiar hasta la industrializada. Y es que tenemos sistemas de producción contrastantes, desde la agricultura familiar, con un propietario o propietaria de pequeña escala, hasta la agricultura altamente industrializada.

Pese a esta diversificación de formas de producir, en los últimos cinco años hemos trabajado en la creación de políticas y programas de gobierno que buscan incluir a todos los sectores, y a través de una política pública integral atender a las y los #HéroesDeLaAlimentación.

Los programas Fertilizantes para el Bienestar y Producción para el Bienestar han jugado un papel fundamental para cumplir con el principio de “no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera”, pues por primera vez se atiende a productores de pequeña y mediana escala, quienes generan el 85% de la producción nacional.

En 2023, a través de Fertilizantes para el Bienestar se llegó por primera ocasión a las 32 entidades del país para entregar un millón de insumos a dos millones de productores de pequeña y mediana escala, principalmente de comunidades de alta marginación.

Este programa –impulsado desde 2019— da la oportunidad de incrementar la producción de cultivos estratégicos, como maíz y frijol, en una superficie de aproximadamente tres millones de hectáreas.

En tanto, el programa Producción para el Bienestar (PpB) y su Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT) contribuyen a los cambios paradigmáticos que echó a andar el actual gobierno en la política agroalimentaria, y que buscan el rescate del campo dando centralidad a la agricultura campesina e indígena.

A través de este programa estratégico se han creado cuatro mil 217 Escuelas de Campo en 35 regiones del país, 28 estados y 830 municipios. Con mil 212 técnicos y 34 coordinadores regionales, orientados a la agroecología y a impulsar la organización y la autonomía campesina.

En estas escuelas, que son predios de los propios productores, se generan cursos, talleres, capacitación, elaboración y uso práctico de bioinsumos. A la par que se lleva a cabo una dinámica de intercambio de saberes campesinos y de ciencia moderna, y se comparten experiencias y formas de laborar la tierra con enfoque agroecológico.

Una perspectiva sostenible y para todos

Un aspecto fundamental que trabajamos día con día es la concientización de las y los agricultores de pequeña escala sobre los riesgos de los incendios forestales incidentales y cómo evitar los daños a los terrenos agrícolas. 

Para dar respuesta a esta problemática que pone en riesgo parcelas y puede generar daños al medio ambiente es que impulsamos “Mi Parcela no se quema”.

Bajo estas acciones los grandes productores también tienen acceso a información meteorológica para tomar decisiones fundamentadas y hacer frente a los posibles escenarios adversos en el campo agropecuario.

En tanto, la Estrategia Nacional de Suelos para una Agricultura Sostenible (ENASAS) promueve prácticas sostenibles de manejo y restauración de suelos, lo que permite aprovechar mejorar este recurso e impulsar la productividad en el campo mexicano.

A través de estas acciones y programas buscamos que la justicia social y el accesos a los bienes y servicios sea para todas las personas que trabajan en el campo y contribuyen al desarrollo del sistema agroalimentario de nuestra nación. 

Así, ante los retos de un sector primario que demanda inclusión día con día nos enfocamos en generar políticas, programas y acciones permanentes que busquen preservar la vida y generar condiciones de desarrollo para la agricultura, la ganadería y la pesca, así como transitar hacia la autosuficiencia alimentaria del país.