Es a través de las y los productores de nuestro país que podemos tener acceso a diversos alimentos provenientes del campo. A pesar de las adversidades climáticas y técnicas propias de la tierra, nuestros Héroes de la Alimentación siguen trabajando.

 

Tal es el caso del productor de Oaxaca, Antonio Hernández García de 50 años, que se dedica a sembrar frijol, maíz y trigo, cultivos que va intercalando por año y que le dejan una producción anual de 100 a 150 kg.

 

En el 2020, se sembraron 212,290 ha de frijol, de las cuales, 4,586 ha en Oaxaca. 

De maíz grano se sembraron 689,718 ha, de las cuales 58,577 ha en Oaxaca

En el caso del trigo, se sembraron 273,908 ha, de las cuales 373 ha en Oaxaca.

 

Él es un productor que lleva nueve años trabajando la tierra que le dejó su abuelo. Si bien vivió la mayor parte de su vida en la Ciudad de México, no dudó en regresar a su lugar de origen cuando se lo propusieron; nos dice que “prefiere la tranquilidad”.

 

El trabajo en el campo muchas veces no se puede hacerlo solo. El señor Antonio nos cuenta que, “cuando es temporada de siembra, comienza arando la tierra, con ayuda de otros productores de su comunidad”, pues se acostumbra que entre todos trabajan la tierra, es una labor en conjunto. 

 

Él está inscrito en el programa Producción para el Bienestar, el cual busca fomentar y alcanzar la autosuficiencia alimentaria del país a través de apoyos económicos anticipados a productores agrícolas.

 

Este año, el señor Antonio nos cuenta, que con el incentivo que va a recibir en julio de Producción para el Bienestar piensa emplearlo “para darle mantenimiento a su terreno, pagar a trabajadores de yunta o para comprar las semillas para sembrar”, dependiendo de las necesidades que se presenten en el momento.

 

Las tierras que el señor Antonio trabaja, ocupan un espacio aproximado de media hectárea, y ya que su producción no es mucha, lo utiliza principalmente para autoconsumo. 

 

El Estado de México, Guerrero y Oaxaca son los estados con mayor producción de maíz que no se lleva al mercado, es decir, se destina para el autoconsumo.

 

La producción de autoconsumo es una alternativa que permite alcanzar la seguridad alimentaria en nuestro país, pues con esta práctica los productores y sus familias producen lo que comen.

 

El señor Antonio nos comenta que uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado trabajando en el campo, son las plagas. Nos explica, que aunque hay años que pueden controlarlas, en el 2020 “lo que acabó con la cosecha de la comunidad fue la gallina ciega, no se pudo rescatar”.

 

La plaga Gallina Ciega es una larva también conocida como gusano blanco, nixticuitl o yupo, en su forma adulta se les conoce como mayates de junio. En estado de larva es de hábitos subterráneos y se alimenta de las raíces de varias plantas cultivadas como el maíz. El adulto consume el follaje de arbustos; pero el daño más importante es el que causan las larvas.

 

Algunos de los daños causados por las larvas de gallina ciega es que las plantas retrasan su crecimiento y muestran un amarillamiento, seguido de marchitez, debido a la destrucción parcial o total del sistema radicular. Cuando el ataque es severo en plantas chicas éstas pueden morir. 

 

El campo es una de las actividades más importantes en nuestro país. El señor Antonio nos dice “entre lo poquito que yo tengo, trato de mantener la tierra para que produzca, pues es muy importante para todos… es lo que nos da de comer. Si tienen la oportunidad de tener un terreno, hay que aprovecharlo, producirlo, con apoyos del gobierno sí se puede”. 

 

Sobre todo puntualiza la importancia de que la actividad del campo es una costumbre originaria, fundamental para nuestro país.