La disciplina es la manera coordinada, ordenada y sistemática de hacer las cosas de acuerdo con un método o código. En principio, tiene que ver con la labor de organización de un colectivo para conseguir con eficiencia un cometido. En los casos en que una persona ejerce disciplina sobre sí misma, se habla de autodisciplina.

El enfoque de la disciplina positiva pone énfasis en generar una relación saludable entre madres, padres e hijas e hijos, en lugar de centrarse en el castigo para lograr el resultado deseable. 

 Los principios en que se basa la disciplina positiva son:

  • Respeto mutuo. Las madres, padres o personas tutoras tienen que respetar a la niña, el niño o adolescente, que a su vez les obedece por convencimiento. La disciplina positiva se basa en una consideración absoluta: ni golpes, ni gritos desmedidos, ni agresiones verbales.
  • Aprende de los errores. Los errores son una oportunidad para educar: enseñan las consecuencias buenas y malas de los actos; así como a reflexionar sobre la circunstancia dada, no sólo a cambiar el comportamiento sin explicación alguna.
  • Consecuencias y no castigos. La disciplina positiva anima a enfocarse en soluciones en lugar de castigos. El castigo puede ser efectivo a corto plazo; sin embargo, sus consecuencias son negativas.
  • Comunicación efectiva. Es importante dialogar con las niñas, los niños y adolescentes para que, con atención plena, entiendan la situación, la consecuencia e incluso motive a la reflexión propia de su comportamiento.
  • Alentar. Se pone atención al esfuerzo y la mejoría, no sólo al éxito. Esto fortalece la autoestima y estimula la superación.

Gritar, pegar o amenazar no da buen resultado y a largo plazo empeora las cosas en lugar de solucionarlas: agredir a menores de edad puede afectar toda su vida.

El estrés que genera la violencia continua en ellas y ellos tiene consecuencias negativas como el abandono escolar, depresión, abuso de drogas, enfermedades cardíacas y suicidio, entre otras.

La disciplina positiva busca enseñarles a tomar decisiones, tener su propia opinión y actuar con respeto hacia las demás personas. Educar en positivo proporciona a la niñez y la adolescencia la capacidad de elegir por sí mismos y resolver conflictos de forma razonada.

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