Las niñas, los niños y las y los adolescentes actúan bien cuando se sienten bien. Además, se desarrollan y viven mejor cuando sus madres, padres o personas cuidadoras tienen apertura para la comunicación.

¿Qué es la crianza positiva?

La crianza positiva consiste en las prácticas de cuidado que ejerce cualquier persona que tenga a su cargo la protección de niñas, niños y adolescentes para su adecuado desarrollo integral y crecimiento saludable y armonioso.

La crianza de la niñez y la adolescencia debe basarse en la razón, la sensibilidad, el amor, la igualdad, la tolerancia y el respeto.

Hay que crear acuerdos con ellas y ellos donde se respete su desarrollo psicosocial, sin recurrir a métodos de violencia, siempre con respeto a sus derechos humanos porque son fundamentales para que desarrollen su capacidad de tomar decisiones.

¿Y los límites?

Educar a través de conductas de disciplina no violentas no significa un estilo de crianza permisivo, tampoco renunciar al papel de autoridad; significa respetar la dignidad de la niña, el niño y adolescentes en todo momento, con límites claros.

Saber cómo y cuándo poner límites a niñas, niños o adolescentes es indispensable para que logren un adecuado desarrollo cerebral y de su personalidad. La función inmediata de un límite bien puesto es la protección y la seguridad; a largo plazo es prepararles para saber tomar decisiones y recuperarse de las dificultades, es decir, ser resilientes.

Establecer límites es un tema que cuesta trabajo abordar por la creencia errónea de que para lograr que hijas e hijos tengan comportamientos adecuados, hay que hacerles sentir mal; y usar como recursos los regaños, castigos, gritos, amenazas y golpes, que madres, padres y personas cuidadoras utilizan hoy porque se emplearon en su propia infancia y creen erróneamente que no les afectaron.

Por otro lado, hay que considerar que la falta de límites provoca que se desorienten, abrumen o sientan en el abandono; y que con el exceso se perjudique su autoestima, identidad y autonomía y por ello se sienta incapaz, con inseguridad o que nada de lo que haga es suficiente.

Los límites son importantes también porque crean un espacio seguro en el que pueden explorar, curiosear, actuar e interactuar, probar, equivocarse y para reconocer sus habilidades, capacidades y características personales que les ayudarán a descubrir quiénes son y a desarrollar un autoconcepto positivo.

¿Cómo y cuándo establecer límites?

No hay una receta universal, pero sí algunos pasos a seguir, por ejemplo, cuando corren por toda la casa, ríen y gritan, y la persona adulta atiende una llamada.

Usar la molestia para actuar con firmeza. La molestia surge cada vez que sucede algo que no se deseaba que ocurriera invita a poner un límite. Para mostrar firmeza se necesita cierta dosis de molestia, pues es la que les indica la conducta o situación que detener.

Ser firmes no es rigidez, sino tener la certeza de aquello que debe limitarse y sostener que se cumplan las reglas o acuerdos establecidos con anterioridad de mutuo acuerdo; esto les dará estabilidad emocional y seguridad, pues sabrán de antemano qué se puede hacer y qué no.

Si no se hace caso a la molestia, la madre, el padre o la persona cuidadora se expresa con gritos y amenazas; pero si se acepta que hay que poner un alto, se hará con firmeza, sin titubeos y sin violencia.

Usar la conexión y el diálogo. Conectar con sus emociones y necesidades les enseña que es válido lo que sienten y piensan; y ayuda a tomar en cuenta la razón por la que hicieron lo que hicieron. Para ello, es necesario conectar con las propias emociones y de ese modo evitar juicios, críticas y castigos; como resultado se crea un ambiente de seguridad y confianza que abra canales de comunicación preestablecidos con ellas y ellos.

Usar la amabilidad. Implica la capacidad de ser maleables para comprender. Permite ser flexibles y negociar algunos límites de acuerdo con su edad, sin poner en riesgo su integridad ni la estabilidad familiar.

Usar la frustración. La firmeza y la amabilidad son empleadas con equilibrio. Una niña, un niño o adolescente que aprende a manejar su sentimiento de frustración estará equipado para afrontar las dificultades de la vida y ser resiliente.

Seguramente, se enojarán y se quejarán porque las limitantes serán frustrantes para ellas y ellos; sin embargo, si la persona adulta se mantiene con firmeza en el marco del acuerdo preestablecido, sin regaños ni gritos, terminarán adaptándose a lo nuevo con resiliencia.

Los límites bien empleados fortalecerán la seguridad, confianza y autonomía de niñas, niños y adolescentes; y ello requiere de un trabajo personal de la persona adulta para educar y criar desde el amor y no desde el miedo.

Si deseas más información acerca de la crianza positiva, visita estos sitios que te brindaran más contenido:

https://www.unicef.org/mexico/herramientas-para-la-crianza-positiva-y-el-buentrato

https://www.unicef.org/mexico/media/6301/file/Gu%C3%ADa_sobre_pautas_de_crianza_para_ni%C3%B1os_y_ni%C3%B1as_de_0_a_5_a%C3%B1os_de_edad.pdf

https://www.gob.mx/sipinna/articulos/repositorio-crianza-positiva