Excmo. Señor  Anthony Wayne, embajador de Estados Unidos  de América en México:

Señora Chantal  Santelices, directora del centro para educación intercultural y desarrollo de la Universidad de Georgetown.

Maestra Alba  Martínez Olivé, Subsecretaria de Educación Básica.

Ingeniero José María Frausto, Secretario de Educación del Estado de Coahuila.

Maestra Rosalinda  Morales  Garza, Directora General de Educación Indígena.

Querida maestra Martha Griselda Valencia Sánchez, ex becaria:

Queridos becarios:

Señoras y señores:

 Decía  el  presidente John F. Kennedy que  si bien no todos los hombres son iguales en su habilidad, en su carácter o en sus  motivaciones, todos,  sin excepción alguna, debieran tener  la  facultad de desarrollar sus potencialidades en igualdad de condiciones.

No existe mejor forma de empatar oportunidades que la educación, pero también, en sentido inverso, la inequidad por motivos étnicos o raciales vulnera gravemente a  la  sociedad, pues esa debilidad en la educación incide de manera determinante en los niveles de bienestar.

Según expertos, la educación equitativa tiene dos dimensiones: la justicia y la inclusión. Justicia implica que las circunstancias sociales y personajes, como el género, el status socioeconómico o el origen étnico no sean obstáculo para el  éxito; e inclusión quiere decir garantizar un mínimo de educación para todos.

Hoy, hace 39 años falleció uno de los grandes juristas de los Estados Unidos de América, Earl Warren, quien como Presidente de la Corte Suprema tuvo la sabiduría para reconocer que la inequidad educativa es inmoral, no sólo por los efectos sociológicos, sino por su inherente ausencia de ética, pues atenta –decía él- contra la esencia humana.

México es un país en donde conviven alrededor de 14 millones de niños, jóvenes y adultos indígenas, quienes hablan 68 lenguas y 364 variantes dialectales, además del español.

Las lenguas y culturas indígenas  de nuestro país constituyen así una riqueza invaluable, pues contienen la memoria histórica del  pueblo que las habla y expresan una forma única de ver el mundo.

Desde 2002 se recogió en nuestra constitución esta condición multiétnica de México, entendiendo que las culturas y tradiciones indígenas tienen el mismo valor que cualquier otra.

Diez años después, en el artículo 2º de la constitución, se ha establecido la obligación de preservarlas y enriquecerlas.

Por esta razón, el Presidente de los Mexicanos, Enrique Peña Nieto tiene el compromiso de ampliar las oportunidades de progreso y bienestar que sólo pueden alcanzarse con  una educación de calidad, sin distingo de creencias, preferencias, orientación política, ideológica y mucho menos de origen étnico, pues tenemos la encomienda del señor Presidente de que ningún niño indígena en México  experimente un sentimiento de inferioridad que atente contra su motivación para aprender e imaginar.

Con esta visión, la Secretaría de Educación Pública ha desarrollado, entre  otras acciones, la "Estrategia Nacional para la Profesionalización de Docentes de Educación Indígena, en Contextos de Migración", que ha dado pie desde 2003, a las Becas para la Educación y el Desarrollo Económico o Becas Semilla de la Universidad de Georgetown.

Con Estados Unidos nos une no solo 3 mil 185 kilómetros de frontera, sino una larga tradición de intercambio cultural y educativo que ha fortalecido la relación entre ambos  países y que ahora nuevamente se cristaliza en las becas que hoy entregamos y que funcionan en tres modalidades:

A través del Programa para Docentes de Educación Primaria Indígena, buscamos convertirlos en promotores de cambio en su comunidad.
Con el programa para asesores académicos, esperamos que adquieran experiencia pedagógica y técnica valiosa, así como el desarrollo de habilidades de liderazgo.
Y, finalmente, con el programa de Becas a Jóvenes Egresados de Educación Media Superior, les brindamos la oportunidad de estudiar una carrera con  nivel  de Técnico Superior Universitario y volverlos productivos.
Le quiero expresar a la Embajada  de  Estados Unidos de América mi reconocimiento a la gente de Estados Unidos para el desarrollo  internacional y, por supuesto, a la prestigiosa Universidad de Georgetown por esta valiosa iniciativa.

 Los diez años que lleva el programa de Becas Semilla ha funcionado, sin duda alguna, consolidando como un importante factor a los maestros de  educación  indígena, para elevar su perfil profesional y, en consecuencia, para mejorar el desempeño en las aulas.

Todavía hay mucho por hacer para solventar la deuda histórica que tenemos los mexicanos con los pueblos indígenas en materia educativa. Sin embargo, hoy   hemos venido a sembrar nuevas semillas de igualdad entre generaciones pero, ante todo, a trabajar juntos.

 Quiero felicitarlos, jóvenes becarios, a sus familias y a sus maestros. Y, de manera especial, les quiero recordar a ustedes, jóvenes, la frase de un poeta que parece que resume este momento, del poeta José María Arguedas: “La semilla es pequeña, pero rompe cualquier piedra, cualquier roca y la hace florecer”. Ustedes florecerán con esa beca. Éxito y felicidades.