Corría el año 1945 cuando la Organización de las Naciones Unidas determinó crear una de sus mayores agencias especializadas, la dedicada a la Agricultura y la Alimentación (FAO), misma que 24 años más tarde, el 16 de octubre de 1979, proclamó la celebración del Día Mundial de la Alimentación.

Este 2021, a la voz de “Alimentos inocuos ahora para un mañana saludable”, la FAO quiere poner de manifiesto que la producción y el consumo de alimentos inocuos significan beneficios inmediatos y a largo plazo para las personas, la economía y el planeta, y que si somos capaces de entender los vínculos sistémicos entre la salud de las personas, los animales, los vegetales, el medio ambiente y la economía seremos más capaces de satisfacer las necesidades en el futuro.

La efeméride se relaciona con otra fecha recordable: el 7 de junio, conmemorativo del Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1978, al reconocer la carga mundial de las enfermedades transmitidas por los alimentos que afecta a personas de todas las edades, en particular a los niños y niñas menores de 5 años y a los habitantes de países de ingresos bajos.

Este año, el 2021,también fue designado por la ONU Año Internacional de las Frutas y Verduras con el propósito de impulsar la ingesta diaria de al menos cinco frutas y verduras inocuas, libres de contaminación microbiológica y de sustancias químicas peligrosas, lo que resulta difícil de detectar si no se realizan análisis ni se aplica un control de calidad.

Asimismo, estamos en el Decenio de las Naciones Unidas de Acción sobre la Nutrición (2016-2025), cuyos compromisos se relacionan con la disposición de alimentos inocuos, saludables, nutritivos y suficientes a los  que tienen derecho todas las personas. Y por la importancia de su significado y acciones se extendió hasta julio de 2021 el Año Internacional de la Sanidad Vegetal 2020.

Podemos observar así que la inocuidad de los alimentos comienza en la explotación agropecuaria, con las decisiones que se toman acerca de las semillas y de cómo y dónde cultivar y proteger las plantas, porque unas plantas sanas son fundamentales para una cadena alimentaria inocua y productiva y un sistema alimentario sólido.

La inocuidad resulta del esfuerzo de todas las personas que cultivan, elaboran, transportan, almacenan, venden, preparan y sirven los alimentos para que todos tengamos una vida saludable, una economía saludable, un planeta saludable y un futuro saludable.

 

Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la inocuidad de los alimentos es un tema de salud pública y trabaja para incorporarla en los programas públicos y para reducir en todo el mundo la carga de las enfermedades transmitidas por estos, señala que la benignidad de lo que llega a la mesa nos concierne a todos: gobiernos, productores y consumidores, y ha difundido ampliamente un Manual para la inocuidad de los alimentos.

A su vez, la FAO explica que cada vez que comemos participamos en un sistema agroalimentario, y la elección de lo que consumimos, así como la forma de producirlo, prepararlo, cocinarlo y almacenarlo nos convierte en parte integral y activa del funcionamiento de ese sistema.

Propone por tanto impulsar sistemas agroalimentarios sostenibles en los que se disponga de una variedad de alimentos suficientes, nutritivos e inocuos a un precio asequible para todos, y en los que nadie sufra hambre ni malnutrición, porque sólo estos sistemas serán capaces de alimentar a 10, 000 millones de personas en 2050.

Este tipo de sistema agroalimentario, indica el organismo, propicia estantes abastecidos en el mercado local o en la tienda, reduce el desperdicio de alimentos y la cadena de suministro alimentario es más resiliente ante crisis bruscas como los fenómenos meteorológicos extremos, los repuntes de precios o las pandemias, a la par que acota, en lugar de empeorar, la degradación medioambiental o el cambio climático.

Agrega que los sistemas sostenibles proporcionan seguridad alimentaria y nutrición para todos sin comprometer las bases económicas, sociales y medioambientales para las generaciones venideras. Conducen a una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor para todos.

En México, en 2019 el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria, responsable de vigilar la inocuidad en la cadena productiva de los alimentos, emitió 640 certificados por la implementación de Buenas Prácticas Acuícolas y Pesqueras en la producción y captura de 25 especies —pulpo, escama marina, camarón, trucha, tilapia y moluscos bivalvos, entre otros­­­­—, así como mil 450 certificados por la implementación de Buenas Prácticas Pecuarias en unidades de producción de 11 especies, entre ellas, porcinos, pollo de engorda, manejo y envasado de miel, bovinos leche y bovinos en confinamiento.

El 30 de enero de 2020, el Grupo Intersecretarial de Salud, Alimentación, Medio Ambiente y Competitividad, presentó los avances del Programa Especial para un Sistema Alimentario Justo, Saludable y Sustentable que tiene cuatro objetivos específicos:

1. Incrementar la producción nacional de productos básicos y estratégicos para contribuir a la autosuficiencia alimentaria nacional, con prácticas orientadas a la sustentabilidad.

2. Incentivar la eficiencia en la comercialización, distribución y el procesamiento de los alimentos saludables, priorizando los productos provenientes de la pequeña y mediana agricultura y la producción agroecológica y sustentable, mediante mecanismos incluyentes y sostenibles.

3. Mejorar el acceso físico y económico a dietas saludables de todas las personas en el territorio nacional, especialmente de la población con carencia por acceso a la alimentación.

4. Reducir la prevalencia de malnutrición (sobrepeso, obesidad y desnutrición) mediante el fomento de hábitos de alimentación saludables.

La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales expuso que el Gobierno de México atiende distintas problemáticas de salud humana conectadas con la salud ambiental, y planteó tomar como punto de referencia el problema del metabolismo alimentario al visualizar la cadena de producción-circulación-transformación-transporte-consumo, para emprender un cambio de paradigma: transitar del sistema agroindustrial al sistema agroecológico.

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