El día 13 de mayo de 1942, un submarino alemán torpedeó y hundió al petrolero mexicano “Potrero del Llano”, a pesar de que éste navegaba sobre aguas internacionales y había sido plenamente identificado. El ataque arrojó un saldo de catorce víctimas, entre jefes, oficiales y marinería que tripulaban dicha embarcación.
El Gobierno Mexicano envió una enérgica protesta ante este ataque consumado a mansalva, puesto que se había violado el derecho internacional y las reglas relativas a la acción de los submarinos con respecto a los buques mercantes en tiempos de guerra.
Los gobiernos de Alemania, Italia y Japón se negaron a recibir la protesta que elevaba el gobierno mexicano; hasta ese momento México se había mantenido al margen de los acontecimientos, tratando de proteger su soberanía, pero el artero ataque al petrolero mexicano lo obligaría a romper su neutralidad y días más tarde declararía el estado de guerra en contra de las potencias del Eje.