Un hecho de armas de singular importancia acaecido durante la intervención francesa es sin duda, la batalla de Tacámbaro, donde obtuvieron la victoria las tropas republicanas encabezadas por el General Nicolás Régules, sobre los soldados de la Legión Belga, valioso triunfo en que las armas nacionales se impusieron a un ejército extranjero, que lamentablemente ha ido cayendo en el olvido al paso de los años.
Aun cuando el Segundo Imperio de Maximiliano de Habsburgo basaba su poderío militar en las tropas expedicionarias del Ejército Francés y en las huestes conservadoras que se le habían adherido, las fuerzas imperialistas contaban también con importantes contingentes de soldados belgas y austriacos. Estos últimos, al igual que los franceses, eran elementos regulares, fogueados en numerosos combates y por consiguiente con gran experiencia militar, además de que contaban con excelente armamento y equipo.
En el otro extremo se hallaba la gran mayoría de las tropas republicanas, ya que quienes las integraban, en su mayor parte eran hombres del campo, con adiestramiento militar casi nulo y armamento improvisado en la mayoría de las ocasiones. En 1865, importantes ciudades de nuestro país, se hallaban en poder de los imperialistas, no obstante, las tropas republicanas seguían luchando contra los invasores, aun cuando tenían que limitarse a combatir mediante la guerra de guerrillas.
Durante el mes de abril del mismo año, un contingente de 400 soldados de la Legión Belga, al mando del Mayor Tydgadt tomó la plaza de Tacámbaro, Michoacán. La responsabilidad de recuperar esta población, recayó en el General Nicolás Régules, quien operaba en esa región del país. Mientras tanto los belgas habían aprehendido a la señora Soledad Solórzano de Régules, así como a los hijos del matrimonio con el obvio fin de utilizarlos como rehenes. Las tropas imperialistas se habían fortificado en la iglesia de la población y las construcciones aledañas, donde al poco tiempo, recibieron toda la intensidad del fuego republicano.
No sin grandes sacrificios, los soldados de Régules comenzaron a inclinar el combate a su favor. Cuando la situación se volvió desesperada para los belgas, optaron por colocar sobre las trincheras a la familia de Régules, exponiéndola a las balas; éste sin embargo, no se arredró ante la infamia y cuando alguien le sugirió que desistiera de continuar con el ataque, arengó a sus soldados diciendo "¡Señores, cada uno a sus puestos, a cumplir con su deber, primero es la Patria!".
Sobrevino entonces lo más enconado del combate, cuando los republicanos tomaron la iglesia por asalto, muriendo en la acción Tydgadt y el capitán Chazal; los belgas sobrevivientes fueron tomados prisioneros. A pesar de lo intenso de la batalla Régules pudo rescatar sana y salva a su familia como justo premio al valor y espíritu de sacrificio de que poco antes había hecho gala además de lo anterior, recibiría el grado de General de División de manos del Presidente Benito Juárez, quien de esta forma hizo merecido reconocimiento a su victoria.
A pesar de la lamentable acción por parte del enemigo, el General Vicente Rivapalacio, dando ejemplo de generosidad y alteza de espíritu, perdonó la vida de los prisioneros de la Legión Belga, mismos que fueron intercambiados por prisioneros mexicanos en Acutzingo, Michoacán el 5 de diciembre de 1865.