DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Monterrey, N.L., 6 de junio de 2013.

 

Buenas noches tengan todos ustedes.

La semana pasada estuve encabezando la delegación mexicana, representando al gobierno de México en la Reunión Ministerial de los países que somos miembros de la OCDE, y en la cena de ministros, Ángel Gurría, Secretario General de la OCDE, invitó al Secretario de Finanzas de Italia, y su conferencia se centró en algo que llamó él “La política está de regreso”.

Fue interesante que un economista italiano de renombre utilizara una conferencia magistral frente a los 28 países miembros de la OCDE, y que el tema que él utilizara fuera el tema de la política como un instrumento para lograr resultados.

Escuchamos con mucha atención las disertaciones sobre la reforma fiscal, sobre la visión ampliada que me sirve mucho como un parámetro de mi amigo Luis Foncerrada. Yo creo que ahí, le voy a pedir permiso a mis amigos Luis García, Juan Carlos Ortega y Vicente Gutiérrez, para que a la hora de que clausuremos aquí, voy a permitirme hacer esas referencias para que todo mundo se vaya a cenar a casa temprano.

Pero sí darle una perspectiva a lo que está pasando en México desde una visión y de un recordatorio histórico de dónde venimos. Y aquí tanto Luis como mi amigo Jorge Chávez Presa, que no me dejarán mentir, porque hemos sido colegas por más de 25 años en responsabilidades públicas, ambos fueron funcionarios hacendarios y vivieron vicisitudes durante muchas épocas, de algunas de ellas no estamos tan orgullosos.

Me permito saludar a mi amigo Fernando Elizondo, que también fue legislador y que comparte algunas de estas reales experiencias de lo que es procesar transformaciones económicas en el terreno político.

México pasó por muchas etapas, desde mediados de los setentas estuvimos en esa montaña rusa que fueron gobiernos irresponsables que expandieron el gasto público sin respaldo, que definieron políticas monetarias, que en un momento dado no tenían el respaldo de una autoridad monetaria autónoma que pudiera establecer realmente una conducción saludable de la economía.

Y afortunadamente en algún momento, después de muchos descalabros y de haber herido muchos patrimonios privados, entendimos que la única posibilidad de que este país tuviera viabilidad es justamente consolidar una estabilidad económica.

Entramos en los noventas logrando fundamentalmente una reducción seria y un acercamiento de lo que debe ser una cuenta pública, un presupuesto público equilibrado, estoy de acuerdo que no siempre hablamos de déficit cero, pero sí hemos heredado afortunadamente una deuda pública que siendo del 40 por ciento como lo dijo Luis, palidece en relación a la deuda europea que está alrededor del 90 por ciento y la deuda norteamericana que se acerca al setenta y tantos por ciento, por lo tanto México ha logrado una consolidación de prestigio internacional en sus mercados financieros por la responsabilidad como en la que se ha conducido.

No es un resultado del milagro, no es un resultado de los buenos economistas, el gobierno siempre ha tenido buenos economistas como lo han sido Jorge Chávez Presa y Luis Foncerrada. Lo que había faltado, justamente, es la conducción política responsable.

Y habiendo sido diputado durante, en mi caso, dos ocasiones, en el caso de Jorge Chávez Presa, una ocasión, somos testigos de primera fila de que hoy el debate en el Congreso año con año, ya no es sobre si no deberíamos aspirar a un déficit cercano a déficit cero.

Ya ni siquiera la izquierda en este país se atreve a utilizar populistamente el esquema del gasto público para irresponsablemente volvernos a alejar de un principio fundamental de finanzas públicas equilibradas.

Y eso finalmente nos dice que con el cincel y el martillo poco a poco en el tiempo logramos imprimir en la mente de los políticos que las cosas pueden avanzar si realmente las conceptualizamos como deben de ser.

Y hoy por eso en este presupuesto que mandó el Presidente Peña Nieto al Congreso no fue objeto de debate y en trece días se lograron los acuerdos fundamentales para la aprobación presupuestal.

Así es que, esa parte de la tarea, yo creo que la tenemos muy avanzada los mexicanos. Avanzamos también en otro gran reto que fue revolucionario en su momento. México tuvo que enfrentar lo que era inminente: la globalización; la interrelación de inversión y comercio entre los países del mundo, y había dos formas de hacerlo: o escondernos y soslayarnos y dejarnos que la ola pasara sobre nosotros o tomar la decisión de integrarnos y tratar de surfear la ola para poder lograr una integración a la globalidad que favoreciera al país.

A mediados de los ochenta México se incorpora al GATT, y en el 90, justamente en el 91 iniciamos las discusiones para el tratado que ha sido el tratado parteaguas en los tratados comerciales internacionales, que es el TLC con Estados Unidos.

A partir de ahí logramos insertarnos claramente en un esquema de integración global que sin duda, después de haber firmado 12 tratados internacionales con 44 países del mundo, México es uno de los países comercialmente más integrados. Nuestros socios comerciales representan el 70 por ciento del PIB mundial y son más de mil millones de consumidores en el mundo.

Sin embargo, la historia que escuchamos en los noventas, cuando decidimos incorporarnos al TLC con América del Norte, en aquel tiempo había incredulidad cómo un país con el nivel de desarrollo de México iba a ser socio comercial de la primer potencia del mundo. Finalmente vencimos las sinergias y logramos que se aprobara ese acuerdo en el Congreso norteamericano y en los congresos de México y Canadá.

Pero las expectativas que nos generamos a partir de esa decisión de integración, que sin duda ha sido exitosa, sólo basta ver lo que ha pasado en las cifras internacionales de comercio de México, hemos multiplicado desde los noventas por siete nuestras exportaciones al mundo.

Hoy exportamos a Estados Unidos un mil millones de dólares diarios, nuestra relación comercial es de más de 500 mil millones de dólares, los salarios promedio en el sector exportador de la economía mexicana casi duplican los salarios tradicionales.

La inversión extranjera directa se ha multiplicado por cuatro cuando comparamos años post-NAFTA y años  pre-NAFTA.

Sin embargo, con todas esas buenas noticias para el sector moderno de la economía mexicana, cuando analizamos las cifras que nos presenta Foncerrada, nos damos cuenta que a pesar de la estabilidad relativa frente al mundo y a pesar de la integración a la globalidad, no hemos podido crecer en los últimos 30 años en una tasa significativa que nos permita hacer frente a las necesidades de empleo y de bienestar de la población.

En los últimos 12 años la tasa de crecimiento en promedio no ha rebasado el dos por ciento  y nuestros niveles de productividad son bastante bajos comparados con países de tamaño similar a las de México.

Al analizar nos preguntamos ¿qué pasó? Y en el debate no es poco común, no me dejará mentir Jorge, y Foncerrada, me refiero más a ellos, porque son mis colegas, tenemos veintitantos años de conocernos, en el debate a veces algunos economistas de izquierda nos dicen: “ahí está su estabilidad, ahí está su apertura y siguen sin dar resultados, se equivocaron de modelo, es un fracaso la economía que aprendieron en Chicago, en Pensilvania y a donde fueron a estudiar”.

La verdad es que en ese debate es una falacia decir que el modelo fracasó, los que hemos tenido el error de no hacer las tareas que corresponden a lo que este modelo de integración global requería, somos nosotros.

Al habernos integrado, en 94, a la economía más grande del mundo, este país requería tareas fundamentales, requería una reforma a la Ley de Competencia Económica, sí se creó la Cofeco y sí se creó la primera Ley de Competencia. Si lo comparamos con lo que hicieron los norteamericanos, nada más nos llevaban la friolera de 120 años de ventaja con el (…) que dio parte a la aplicación de leyes antimonopolios de los Estados Unidos.

Y cuando lo hicimos en los noventa, lo hicimos de forma timorata, sin dientes, sin posibilidades. Por eso las grandes desconcentraciones en materia de competencia en la economía nacional.

¿Qué resultado tiene ello? Que nuestros medianos y pequeños empresarios y grandes empresarios tienen que pagar a (…) monopólicas a las que concentran sectores estratégicos de tecnología y de muchas áreas que no las menciono porque luego se me enojan cuando soy referente en lo particular pero que ahí están y que son las que estamos tratando de resolver.

No es posible pedirle a un empresario que compita globalmente cuando lo sacamos amarrados de un pie y una mano contra sus competidores que pagan menos en telecomunicaciones, en servicios de información, en energía y en una serie de factores que limitan la competencia.

Así como nos faltó hacer la tarea en competencia en su momento, nos faltó hacer la tarea en energía. Los empresarios mexicanos pagan mayores costos por su energía y tienen disponibilidades precarias y si no que me lo digan los empresarios manufactureros que hoy padecen la escasez de gas por una falta de planeación en un país que se sienta sobre recursos abundantes.

Nos faltó hacer también la tarea en el terreno del financiamiento, como bien lo apunta Luis Foncerrada, los bancos mexicanos cuando los comparamos internacionalmente prestan poco y prestan caro.

No es exclusivamente que el mercado no funcione, los marcos legales que lo han estructurado no están diseñados para incentivar el crédito y para poder incentivar la competencia.

El mejor ejemplo de lo que trata de reformar hoy la reforma financiera, el crédito hipotecario. En cualquier país desarrollado, como nuestro vecino del norte, si usted tiene una hipoteca y su casa está hipotecada y el banco de enfrente le baja la tasa, tarda menos de 48 en pagar su hipoteca.

Aquí con nosotros, con los pagos al notario, con los impuestos a la transacción de dominio, y con todas las limitantes, se crean condiciones monopólicas para que no pueda haber competencia en los mercados hipotecarios.

Así como nos faltó la tarea en competencia, en energía y en finanzas, nos faltó la tarea  en educación. La calidad de la educación mexicana y la inversión en innovación no corresponden al tamaño ni a la ambición y a la aspiración de país que queremos.

Y así podemos seguir en una serie de elementos que son los que nos explican por qué hoy, a pesar de haber hecho una integración inteligente a la globalidad y a pesar de haber controlado en lo básico las finanzas públicas, no hemos logrado crecer.

Porque, efectivamente, todas esas ausencias lo que han implicado es que la productividad sea alta sólo para aquellos que se han logrado incorporar a las cadenas globales, que consiguen financiamiento en el extranjero, que pueden tener servicios de valor agregado más competitivos.

Perdón, pero no voy a hacer caso al límite de tiempo. En lugar de dar discurso al final, lo estoy adelantando y si me permiten, con todo respeto, lo que pasa es que me habían invitado para clausurar, en lugar de darles un discurso en la clausura prefiero aquí cerrar, si me permiten, aquí terminamos la exposición, y en la clausura sólo clausuramos.

En ese esquema de elementos de integración, lo que necesitamos observar es qué ha pasado en la economía nacional. Lo que ha pasado en la economía nacional es que tenemos un sector moderno, integrado a la globalidad pero que tenemos de los cinco millones de unidades económicas reportadas por el INEGI, en su mayor parte no están ligadas a la globalidad de alta productividad.

Territorialmente el país se descompone en un México moderno, reflejado en sectores estratégicos en el Norte y en el Centro-Occidente del país con una industria automotriz de las más competitivas del mundo, con una creciente y dinámica industria aeroespacial, con la industria electrónica de alta competitividad. Pero cuando observan son 45 empresas mexicanas las que son responsables por el 50 por ciento de exportaciones de este país.

¿Dónde está la pequeña, dónde está la mediana empresa de México?

Por eso el Presidente Peña ha sido muy claro, el esfuerzo es democratizar la productividad, que todas las unidades económicas mexicanas se puedan integrar a cadenas de valor que nos permitan ser exitosos en nuestros sectores productivos.

Que todas las regiones de México, como el Sur-Sureste, que no ha tenido la facilidad de integrarse  al proyecto nacional, pueda integrarse a este proyecto nacional.

¿Cómo hacerlo? Para democratizar la productividad, hay que democratizar la innovación, hay que democratizar el crédito, hay que democratizar la energía. Tenemos que hacer que las ventajas y las ganancias que tengamos de avance a través de las reformas se logren.

Y concluiré este segmento, para no ponerlos nerviosos con el control del tiempo, simplemente haciendo una reflexión de mi comentario inicial. Como dijo el Ministro de Finanzas de Italia: la política está de regreso.

No importa qué tan buenos economistas tenemos, si no tenemos buenos políticos no podemos procesar las decisiones que el país necesita. Y cuando hablo de políticos, hablo de la gente que realmente entiende el arte de la política, que es generar las concertaciones y las decisiones que el país requiere para poder transitar.

Por eso la importancia del Pacto por México, porque después de 20 años de estarlo intentando, y muchos de los que están aquí han sido actores de primera fila de estos intentos, no hubiéramos podido procesar una sola reforma de fondo de las que el país ha necesitado durante los últimos veinte años.

Por eso se pudo procesar la reforma educativa, por eso se puso procesar la reforma en Competencia, por eso se puso procesar la de telecomunicaciones y está en proceso la financiera. Sin duda hay reformas que faltan, está la reforma energética, que es la que sigue en el proceso y la reforma fiscal.

La pregunta en el fondo es ¿cuál es la diferencia en este momento?, la diferencia en este momento es que los actores políticos de las fuerzas que representan a los diferentes partidos de México, entendieron claramente el mensaje de la sociedad: no nos interesan los pleitos de partidos, no nos interesan las estrategias individuales en la política, lo que requerimos son soluciones que procesen las decisiones que este país necesita.

Y al final, la realidad política nos está alcanzando. Los resultados se están produciendo en los terrenos que se pueden producir. Esto no es la llave mágica ni la lámpara de Aladino, se está procesando  aquello en lo que los partidos y las fuerzas políticas obviamente han visto  que hay rezago fundamental donde por descuido de la estructura del Estado, los poderes fácticos habían tomado un terreno que no les corresponde y habían abusado del bien común para bienes particulares.

Eso me lleva a la conclusión de que este Pacto por México, ojalá que dure mucho, pero obviamente su durabilidad está en función de seguir avanzando en los terrenos que nos permitan recuperar el terreno para el bien común del interés privado y particular de aquellos que por manera genérica describimos como los poderes fácticos.

No excluyo decir que en el tema fundamental discutido aquí, que es la reforma fiscal, será la prueba de fuego  del Pacto por México, porque cuando llegamos a la reforma fiscal, hablamos también de costos políticos implícitos en ella. Cuando se aumentan impuestos no es el elemento más popular que un gobierno tiene que tomar.

Y esa será la prueba de fuego porque ahí los partidos políticos estarán tomando sus decisiones en función del impacto que esto tenga frente a la sociedad.

Creo yo que por eso la reforma energética debe venir primero y eventualmente la reforma fiscal será la que ponga la prueba en este proceso. Muchas gracias.