Las bebidas energizantes se componen de diversos ingredientes con efecto estimulante, entre los que destacan: la cafeína y la taurina, además de contener vitaminas, extractos de hierbas y otros ingredientes. Fueron creadas con el fin de incrementar la resistencia, facilitar una reacción más rápida y aumentar la concentración, producir un estado de alerta mental, evitar el sueño y proporcionar sensación de bienestar al estimular el metabolismo; sin embargo, su consumo conlleva riesgos a la salud que habían sido ignorados.
Su consumo se ha normalizado en la población mexicana, principalmente entre personas jóvenes, incluyendo niñas y niños y adolescentes, y se ha convertido en una de las bebidas de elección en la población de nuestro país, junto con los refrescos, los jugos, el café y otros.
En la actualidad, se carece de una regulación en torno a las bebidas energizantes, lo que favorece su uso indiscriminado y sin controles, por lo que no existen restricciones respecto a su venta y al contenido de estas bebidas, que suelen producirse con altas cantidades de taurina y/o cafeína, lo que ha derivado en el reporte de consecuencias perjudiciales como la disminución en el apetito, alteración del sueño, aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial; así como arritmias, ansiedad, irritabilidad, depresión y dificultades de concentración. Además, se ha identificado como un factor de riesgo para el consumo de sustancias adictivas.
Para contar con mayor información de estas sustancias, presentamos la publicación ¿Qué dice la ciencia sobre las sustancias psicoactivas? Bebidas Energizantes, cuyo propósito es facilitar un acercamiento a un tema que había pasado inadvertido, con el fin de motivar a que se generen esfuerzos a favor de la creación de estrategias orientadas a la reducción y prevención del consumo excesivo de bebidas energéticas con enfoque principal en salud pública, educación y regulación.