En 2016, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) publicó el libro “Agua en la cosmovisión de los pueblos indígenas de México”, el cual da testimonio de la realidad mágica de los pueblos originarios, depositarios de tradiciones y creencias milenarias, en torno a este líquido vital; además, hace un reconocimiento a sus prácticas y técnicas ancestrales para aprovechar y proteger el agua.
En México se identifican 68 agrupaciones etnolingüísticas, integradas por 15.7 millones de personas, las cuales corresponden a la quinta parte del territorio nacional. Desde tiempos prehispánicos estas poblaciones forjaron una relación de sustentabilidad y respeto al agua, a la que consideran un elemento sagrado que da vida y abundancia, por lo que forma parte importante en sus tradiciones y vida diaria.
Para los pueblos indígenas, los ancestros muertos se incorporan a la naturaleza, se suman al cosmos como “trabajadores”, como fuerza energética, sustento de los ciclos que mantienen la permanencia de la “Madre Tierra”. Conciben a los cerros “como si fuesen vasos grandes de agua o como casas llenas de agua” que contienen las aguas subterráneas y llenan el espacio debajo de la tierra, el Tlalocan —el paraíso del dios de la lluvia—, del cual salen las fuentes para formar los ríos, los lagos y el mar.
La importancia del binomio tierra-agua, monte-agua o montaña-agua incide para que la geografía, cuerpos de agua, cuevas, montañas, cerros, astros, en especial los territorios donde se desenvuelve la vida cotidiana de estos pueblos, se perciba como morada, fuente de sustento y paisaje cultural cargado de simbolismos y deidades; metáforas de elementos y fenómenos naturales.
Los pueblos originarios generalmente viven en las partes altas de las cuencas donde se forman los escurrimientos y existe una gran riqueza hidrológica y medioambiental, pero la dispersión, lejanía y difícil acceso a sus comunidades, hacen compleja la prestación de los servicios de agua por métodos tradicionales, lo que ha retrasado su acceso, limitado su desarrollo y acentuando su situación de pobreza y marginación. Sin embargo, se calcula que en el año 2018, 3,200 comunidades indígenas que hoy no tienen los servicios de agua potable y drenaje, cuenten con ellos para que puedan tener una mejor calidad de vida.