La música muchas veces está ligada a prácticas dancísticas, cuestión que suele dar lugar a expresiones músico-coreográficas de fuerte arraigo en diferentes poblaciones. A menudo, dicha conjunción de música y danza es parte esencial del ciclo vital colectivo e individual, lo mismo que suele estar vinculado a formas celebratorias, festivas y rituales.

Entre las muchas formas músico-coreográficas que existen en México, se encuentra la Danza de Diablos. Con presencia en la zona litoral de Guerrero y Oaxaca, conocida como Costa Chica, esta danza emerge de un contexto pluricultural y de significativas relaciones interétnicas, que datan de la época de los virreinatos. Asimismo, en dicha zona geográfica, las manifestaciones de las colectividades afrodescendientes tienen fuerte presencia, por lo que no es extraño que la Danza de Diablos se encuentre fuertemente ligada a la música mestiza. Aunque existen versiones encontradas en torno a los motivos que dieron lugar a esta danza, entre los habitantes de Collantes, estado de Oaxaca, es recurrente referir su origen, asociado a la veneración de una antigua deidad denominada Ruja a quien los esclavos  pedían ayuda para liberarse de sus condiciones de vida.

Danza de diablos. Fotografía de Juan Manuel Valdés Hernández.

Ligada a las fiestas patronales y las celebraciones rituales de culto a los muertos, la Danza de Diablos, también conocida como Juego de Diablos, se acompaña de un conjunto instrumental que consta de armónica, charrasca y un tambor de fricción llamado “bote del diablo”. El sonido bronco y grave de dicho instrumento recuerda el bramido de los jaguares, incluso antiguamente fue denominado como tigrera. La armónica es de incorporación reciente y antes de recurrir a ésta fue frecuente utilizar un violín para tocar los sones que acompañan la Danza de Diablos, y en algunas regiones fue común implementar una hoja de árbol a manera de aerófono para acompañar la danza.

Quieres conocer más sobre el tema? Te recomendamos el texto de Carlos Ruiz Rodríguez, “La Costa Chica y su diversidad musical. Ensayo sobre las expresiones afrodescendientes”, en Fernando Híjar (coordinador), Cunas, ramas y encuentros sonoros. México, Conaculta, 2009.

Danza de diablos. Fotografía de Juan Manuel Valdés Hernández.