Hijos del padre sol y de la madre tierra. Los antiguos mexicas se comunican con la tierra y las divinidades de la naturaleza, con la raíz profunda de quiénes ya han partido pero que vuelven a hablar cuando repetimos sus rituales y cantos. Amigos míos, yo soy la diosa Malinalxóchitl, hermana de Huitzilopóchtli y madre de Copil; soy linda y hechicera, no lo niego y mi destino siempre ha estado atado con el pueblo mexica, de una u otra forma. El corazón de mi hijo se convertiría en el islote donde habría de fundarse México-Tenochtitlán. Los conozco de sobra como ellos me conocen a mí y por eso me llaman “su flor de Hierba”.
Ahora que la primavera anuncia su regreso en las matas de los árboles reverdecidos y que poco a poquito el calor se abre paso, el año nuevo mexica está muy próximo. Han de saber que los nahuas no se regían por el calendario que trajeron los españoles. Ellos observaron con mucho cuidado a Tonatiuh durante muchos días de muchos años. Observaban tanto el cielo, que podían escribirlo en mapas y preguntarse el porqué de sus movimientos para encontrar una explicación cósmica. ¿Se sorprenden? Los mexicas tenían mucha curiosidad por comprender el mundo que los rodeaba y lo que es más: querían comprenderse a sí mismos, saber qué papel jugaban dentro del mundo que habitan. Buscaron respuestas y hallaron identidad.
El sonido penetrante de un caracol encendió los ánimos dormidos, despertó los corazones anhelantes de la gente y una vez más, el año nuevo mexica se asomaba sobre el horizonte para ser recibido por su gente. Les he dicho, amigos míos, que los antiguos mexicas se preocuparon por su papel en el mundo y hallaron que su lugar estaba en la naturaleza; con Tlali Nantli. Descubrieron que todo lo que pensaban, lo que podían fabricar y lo que conocían, las risas que tenían y aún sus rencillas; todo encontraba su lugar sobre la Madre Tierra, entre los árboles y en medio de los surcos del suelo, bajo la enorme bóveda celeste que todo lo contemplaba desde arriba y también en su espejo que era la tierra de abajo, la tierra que habitaban y que les daba sustento. Les he dicho que los mexicas indagaron sobre su identidad, pero no les he dicho todavía que aún los mexicas de hoy encuentran tranquilidad repitiendo los rituales sagrados de sus antepasados. Me voy a explicar con calma.
Ahora que se cumplen 500 años cristianos de que los conquistadores llegaron a México y la transformaron en lo más profundo, en este mundo que muestra un rostro muy distinto al que veían los antepasados mexicas - donde ya no hay muchos lugares en los que se pueda observar a la naturaleza – aún se puede oír a la Tlali Nantli y entender lo que quiere decirnos; hoy es cuando los mexicas repartidos por el planeta vuelven a encontrar su identidad en el ritual del ciclo anual Xiuhpohualli. La celebración podría ser un relato completo que posiblemente ya conocen, amigos míos; pero yo quiero hablarles de aquellos mexicas que ya no están en México-Tenochtitlán, que más bien su destino los ha llevado a ciudades de Norteamérica como San José, California, Philadelphia, Nueva York o Nueva Jersey.
En estas celebraciones actuales se reúnen los “kalpullis” existentes en cada región para recibir con la salida del sol al año nuevo, que ahora en 2022 se llamará Mahtlacti Tochtli (10 conejo) Yancuic Xihuitl (año nuevo). Así reunidos en numerosos grupos comienzan a tocarse los tambores huehuetl y teponchatli, con un ritmo incansable que se prolonga durante varias horas mientras los danzantes acompañan la celebración con cantos dirigidos al año entrante. Los kalpullis son clanes de familias de origen mexica que mantienen los ritos de las comunidades remotas y que de esta manera preservan la identidad cultural de su pueblo.
Puede parecer que hay demasiado tiempo entre los antiguos mexicas y los mexicanos del siglo XXI cristiano, que existen demasiadas diferencias en sus respectivos contextos y las cosas se transforman; de eso no hay duda, pero los ciclos del cosmos siguen envolviendo a la vida humana y yo creo que los mexicas que ahora habitan en Estados Unidos han tenido la misma pregunta hacia su interior ¿cuál es mi identidad? y ¿qué papel juego en el mundo? La respuesta la han encontrado mirando a sus ancestros, recreando sus tradiciones. Los ancestros reconocían la fuerza de la raíz que arraigaba a la planta con la tierra, yo los he visto como los pueblos sobreviven buscando las raíces de su cultura y dejándose nutrir por ellas. Conozco el corazón de Tlali Nantli y sé que sigue hablándole al pueblo mexica, donde sea que este se encuentre. Y sé también que la gente aún es capaz de escuchar el llamado de la primavera, la voz sutil de la naturaleza y el anuncio certero de que cada 12 de marzo se acerca un año nuevo.
Texto: Paula Sofía Bautista Salas / Ilustraciones: Sergio Alan Vázquez (2D), Andrea Ayala, David Rangel, Jimena Hernández y Norberto Zamora (3D). Las imágenes son parte del proyecto "Vida cotidiana en el pueblo mexica". Departamento de Medios Digitales. INPI