La actividad de las mujeres tiene un gran impacto positivo en la economía, en los negocios, en la agricultura y en la industria, como empleadas domésticas, vendedoras en mercados, trabajadoras migrantes y en el trabajo no remunerado como cuidadoras. A pesar de los avances, siguen existiendo obstáculos como la falta de un entorno propicio para conseguir una participación plena y equitativa.

A pesar de pruebas sólidas que demuestran que la consecución de los derechos económicos de la mujer, en especial en el trabajo y los ingresos, fomenta la economía y el desarrollo sostenible, las mujeres aún se ven afectadas de forma desproporcionada por la pobreza, la falta de derechos sobre la tierra y la herencia, y por la discriminación y la explotación en el mercado laboral. El matrimonio precoz e infantil, así como la falta de acceso a la educación, tienen un impacto negativo en las vidas y el bienestar de las mujeres y en su potencial humano y sus contribuciones económicas.

El siglo XXI plantea muchos desafíos que exigen nuevas maneras de pensar, ninguna de ellas más importante que el papel económico de las mujeres en un mundo que cambia rápidamente. La economía mundial se esfuerza por generar el crecimiento que puede ofrecer una mejor vida para toda la población, en la que todas y todos puedan contribuir. Sin embargo, las mujeres siguen sin poder aportar su verdadero potencial.

 

Para cambiar esta situación Christine Lagarde, Ex ministra francesa, dice que es necesario un esfuerzo conjunto que abra las puertas a las oportunidades, mediante lo que considero las tres claves para el empoderamiento de las mujeres: la educación, el trabajo y el liderazgo.
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Visión general de la desigualdad en México:

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Fuente: ONU Mujeres