En los últimos años, las juventudes, como sector poblacional, han experimentado situaciones de precariedad, exclusión social, crisis económica, falta de oportunidades y desigualdad. Pues cuando los jóvenes salen de las instituciones académicas en búsqueda de trabajo, relacionado o no con sus estudios, es donde comienzan a enfrentarse a una carrera de obstáculos que, en el mejor de los casos, llegará hasta conseguir un empleo, que ponga en valor sus conocimientos y no precarice sus vidas a merced del capital. 

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Esto ha hecho que las juventudes se vean en la necesidad de repensar, cambiar y movilizarse con el fin de afrontar los retos actuales y futuros, puesto que su participación es clave para transformar no sólo lo laboral, sino lo social, lo político y lo económico e incluso lo cultural, con el propósito de mejorar las condiciones en colectivo. Ya que, de no tomar acción en esto, podría agravarse la crisis actual y encaminar a la humanidad a su colapso.

Para ello, es fundamental que se identifiquen los problemas y necesidades en el territorio con el fin de dimensionar su perspectiva como actores determinantes en los diferentes procesos, y con ello tomar conciencia de su papel en el escenario social para proponer alternativas constructivas con base en un conocimiento tangible y focalizado.

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Y es aquí, donde la economía social y solidaria (ESS) al poner como centro de interés el bienestar de las personas, ofrece a las juventudes una alternativa económica sostenible con la cual pueden construir pilares sólidos de mejoras en la sociedad. La ESS se presenta como una solución a la desigualdad que el modelo socioeconómico genera de manera sistémica, mediante la propuesta de alternativas con la aplicación de valores universales como la equidad, la justicia, la fraternidad económica, la solidaridad social, el compromiso y la democracia.

También permite adecuar las políticas públicas a las preferencias y necesidades de los ciudadanos, posibilitando la inclusión de temas como la diversidad territorial, la unidad de las comunidades y el fortalecimiento de los procesos de integración social y productiva. Pero para que la ESS pueda ofrecer algo a los jóvenes y a las futuras generaciones, es necesario que las juventudes comiencen a participar y expresar tanto sus preocupaciones como sus motivaciones en la búsqueda de mejorar la situación actual, y también de un proyecto social de futuro.  De forma que exista un proceso de retroalimentación constante que permita a las juventudes construir líneas de trabajo basadas en la cooperación, reciprocidad, solidaridad y educación como ejes de acción. 

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Como un ejemplo de acercamiento al tema de economía social y solidaria y la juventud, se generó en 2021 el Encuentro Iberoamericano de Juventudes: reconstruir el mundo desde la economía social y solidaria (ESS). El cual buscó generar ese espacio en el que las juventudes latinoamericanas fortalecieron sus lazos, vinculandose a través de espacios de reflexión, diálogo e intercambio; los cuales influyen positivamente en su relación con sus comunidades dado el papel que tienen como agentes de cambio. 

Las juventudes son determinantes para el cambio de paradigma que se busca para el futuro y la economía social puede dotar de las herramientas necesarias para lograrlo.

 

FUENTES