Los bosques son uno de los ecosistemas más grandes de nuestro planeta, su extensión corresponde a un tercio de la superficie terrestre. La importancia de preservar estos ecosistemas es vital debido a que brindan servicios ambientales necesarios para todos los seres vivos, por ejemplo: funcionan como  pulmones naturales al capturar dióxido de carbono y liberar oxígeno; con la captación y filtración de agua y la retención de los suelos también son fundamentales para combatir el cambio climático.

Ahí habitan el 80% de las  especies animales y vegetales, además de ser el sustento de más de mil millones de personas incluyendo a más de dos mil pueblos indígenas que dependen directamente de los bosques para sobrevivir. Por todas estas razones es necesario tener un manejo sustentable de los mismos, detener la tala ilegal y por cambio de uso de suelo.

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En México el 70% de territorio tiene cobertura forestal, misma que absorbe 148 millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera. El 60% de los bosques son de propiedad social y gracias a sus esfuerzos se ha logrado aprovechar pero sobre todo preservar estos espacios que permiten desarrollar el bienestar y la calidad de vida de las personas que los manejan a través del modelo de economía social.

Las Empresas Forestales Comunitarias (EFC) son aquellas formadas por ejidos y comunidades agrarias, las dos formas de “propiedad social” de la tierra presentes en México.  Se trata de aproximadamente cuatro mil 500 núcleos agrarios donde existen 990 EFC, que aprovechan y transforman el 90% de la madera que se produce en el país.

Además de los ingresos que aportan a los habitantes de los ejidos y comunidades, también generan bienestar comunitario ya que al ser empresas de economía social invierten en infraestructura como caminos, escuelas, alumbrado público, servicios médicos y apoyos para los miembros de la comunidad. Asimismo, gran parte de los territorios se destinan para la conservación, cuentan con estrategias para el manejo de incendios y mantenimiento de los bosques, y en muchos casos generan planes de restauración y/o reforestación,

Unas 25 EFC cuentan con aserraderos, producen triplay y generan productos de exportación, organizando la comercialización y aprovechamiento de los recursos naturales de una forma sustentable, entre este tipo de proyectos encontramos a Chicza e ICOFOSA.

Chicza es un consorcio de más de 50 cooperativas y 2,000 productores asociados en el estado de Quintana Roo que se encargan de transformar el látex del árbol del chicozapote en chicles orgánicos y biodegradables. Los chicles cubren estándares internacionales y por eso gran parte de los mismos se vende en los mercados europeos, como el francés, el español, el italiano, el sueco, el inglés, entre otros.

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La empresa produce aproximadamente 150 toneladas de chicle y genera utilidades de 3 millones de pesos anuales; al regirse bajo los principios y valores de la economía social, un millón se utiliza para impulsar empresas locales, crear fondos para becas educativas, pensiones y atención médica.  

Su producto, por las características y certificaciones se vende 10 veces más caro que una goma de mascar sintética. Además de la actividad económica principal, parte de las 1.3 millones de hectáreas de influencia de Chicza (Campeche y Quintana Roo) están dentro del programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (REDD+).

Chicza es una empresa que aprovecha los recursos forestales no maderables. Sin embargo en México existen muchos otros ejemplos de aprovechamiento de los recursos maderables, uno de los más reconocidos es ICOFOSA.

ICOFOSA, es una empresa de economía social de manejo forestal sustentable que surge por la necesidad de tener mejor acceso al mercado de tres comunidades forestales de Oaxaca: Ixtlán de Juárez y Pueblos Mancomunados, ubicadas en la Sierra Norte de Oaxaca; y Santiago Textitlán, en la Sierra Sur.

La cooperativa cuenta con un brazo comercial llamado TIP Muebles, que busca que los dueños del bosque se apropien de la cadena de valor forestal hasta la venta de muebles. Ante esta estrategia pasaron de tener ventas de medio millón de dólares en 2007 a un millón de dólares en 2013.

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El sistema de gobernanza y producción es emblemático, ya que sin él existiría una fragmentación en el paisaje debido al manejo de las casi 10 mil familias que habitan las comunidades anteriormente mencionadas, sin embargo, gracias a la organización se cuentan con más de 50 mil hectáreas de extensión forestal ininterrumpida.

Ante este escenario y los sistemas de vigilancia, se hace cuidado y conservación de la biodiversidad, además de permitir el combate a los incendios de manera más eficiente y anular la posible tala clandestina. También se cuenta con programas de monitoreo de flora y fauna.

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En consecuencia, de acuerdo a sus actividades económicas, han ordenado su territorio para tener zonas urbanas, agrícola, turísticas, de conservación, de baja productividad y con potencial de aprovechamiento forestal.

Con estos ejemplos, se busca resaltar el valor de los mecanismos que nos brinda la Economía Social para tener un aprovechamiento sustentable de los recursos, que, aunque en este caso hablamos del sector forestal, puede estar enfocado a cualquier actividad económica. Específicamente Las EFC al estar basadas en la toma democrática de las decisiones y aprovechar recursos comunes dentro de un territorio de propiedad social, dan la posibilidad de tener una alternativa económicamente rentable, socialmente justa y amigable con el medio ambiente al conservar los ecosistemas, la biodiversidad dentro de ellos y los servicios que proveen.

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