El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, día dedicado a la lucha por la igualdad, la participación y el empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Se trata de una fecha proclamada por la ONU para conmemorar el papel de las mujeres en la sociedad actual, su determinación y resiliencia, pero también para visibilizar la desigualdad y discriminación que sufren por razón de género. Este día es también la ocasión de manifestar la urgencia de hacer efectivos sus derechos, como el vivir una vida libre de violencia o la necesidad de eliminar la brecha salarial. Esta fecha tan señalada se conmemora este año bajo el lema “Invertir en las mujeres para acelerar el progreso”.

Cambio climático y desigualdad de género

El cambio climático está alterando la disponibilidad de agua en forma notable. Las sequías son cada vez más frecuentes y graves, mientras que los patrones de lluvia son cada vez más impredecibles. El 10 por ciento de la población femenina del mundo, unos 380 millones de mujeres y niñas, vive en zonas sometidas a un estrés hídrico alto o crítico, una cifra que según las previsiones ascenderá a 647 millones en 2050.   

En el contexto de la emergencia climática que vivimos actualmente, potenciar la igualdad de género es uno de los mayores desafíos del siglo XXI. Las mujeres son más vulnerables a los impactos del cambio climático que los hombres ya que constituyen la mayor parte de la población pobre del mundo. En efecto, el 70% de los 1,300 millones de personas que viven en condiciones de pobreza son mujeres. 

Mujeres del agua en México

Según datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred 2023), en México poco más de un tercio de las mujeres entre 15 y 59 años (32.8%) se dedica al trabajo no remunerado del hogar. Esta cifra aumenta al 45.9% para el caso de quienes hablan una lengua indígena, que en México representan una quinta parte del total: 23 millones de personas indígenas, de las cuales 11.9% son mujeres.

Lo anterior se complejiza por la ausencia o deficiencia de servicios básicos. En nuestro país, 9 de cada 10 hogares urbanos están conectados a la red de agua, pero en zonas rurales solo 8 de cada 10 tienen tubería, sin que eso signifique que tengan agua. 

Por ello, la opción es la búsqueda y acarreo del agua, que se suma a las actividades no remuneradas de las mujeres. Según datos oficiales, en México 7.8 millones de hogares no tienen acceso a agua potable. Por su parte, ONU Mujeres estima que en ocho de cada diez hogares las mujeres y niñas son las encargadas de acarrear el agua por lo que son más vulnerables a tener afectaciones no solo en su salud, debido a las grandes distancias que deben recorrer con esta carga, sino también por los peligros y riesgos a los que se exponen en estos trayectos (Unicef, 2023).

Al ser responsables de garantizar el agua para todas las actividades del hogar, las mujeres ven limitada su formación educativa, vida laboral, realización personal y sus actividades recreativas. Además, donde hay problemas de agua las mujeres no pueden alcanzar ingresos dignos. Tienen que pagar para acceder a agua de calidad mediante “pipas” o agua embotellada. 

A nivel comunitario, la situación es similar, pues aunque son ellas las encargadas de la administración del agua en el hogar, en la comunidad son los hombres quienes toman las decisiones, dirigen las organizaciones comunitarias y operan los sistemas. A esto se suman algunas reglamentaciones locales en las que las mujeres no tienen voz ni voto en las asambleas comunitarias o su participación está condicionada a la titularidad de la tierra, lo cual sigue siendo, en muchos casos, un derecho vedado a las mujeres.

Mujeres defensoras del agua y del territorio

En las zonas rurales, las mujeres constituyen cerca del 43% de la fuerza laboral agrícola y en las áreas más desfavorecidas son responsables de la producción de entre el 60% y el 80% de los alimentos. Sin embargo, la mayoría de ellas son propietarias de pequeñas parcelas, lo que les otorga menores ingresos, limita su acceso a préstamos y las deja rezagadas en términos de adopción de nuevas tecnologías en comparación con los hombres que trabajan en la agricultura.

A pesar de todo, las mujeres no solo sobrellevan los problemas con el agua en sus hogares, también implementan acciones y prácticas para resolver la situación a nivel comunitario. De esa manera, se convierten en gestoras del acceso, cuidado y conservación del agua. En muchos casos, a partir de allí, se han consolidado formas de gestión comunitaria del agua con una visión territorial y en equilibrio con el medio ambiente. 

En esa gestión del agua para sus comunidades y territorios, las mujeres han desplegado su gran capacidad creativa y de resolución de problemas implementando estrategias participativas, sistemas de cosecha y almacenamiento de agua de lluvia, reutilización del agua, así como otras actividades relacionadas con el uso del agua (agroecología, reforestación, silvicultura). 

En las últimas décadas, las mujeres -además de ser las responsables de obtener el agua en contextos de desigualdad-, por su capacidad de organización y disposición para el trabajo colectivo, se han convertido en defensoras del territorio y del agua, liderando organizaciones, movimientos y luchas por el vital líquido. 

Sin igualdad de género hoy, el futuro sostenible e igualitario seguirá fuera de nuestro alcance. Por ello, el Día Internacional de la Mujer 2024 busca reconocer la capacidad y contribución de las mujeres de todo el mundo en las acciones para construir un futuro más sostenible. Para lograrlo, es esencial explorar todas las posibilidades para hacer que las mujeres participen en condiciones de igualdad en la gestión, el acceso, el cuidado y la conservación del agua.