de las cuales se han derivado gran cantidad de materiales sintéticos con propiedades sorprendentes, que han permitido el advenimiento de tecnologías transformadoras antes inimaginables. Tal es el caso de los polímeros plásticos, que en sus inicios se derivaban de productos naturales y, más adelante, a partir 1907, se empezaron a producir de manera sintética, garantizando que sus propiedades, ahora mucho más diversificadas, perduraran por largos periodos.

La producción mundial de plástico aumentó de cinco millones de toneladas en 1950 a 322 millones de toneladas en 2015. Como resultado de su durabilidad, los desechos plásticos son ahora omnipresentes en los ambientes acuáticos, tanto en aguas interiores (lagos, presas y ríos), como en aguas oceánicas e, incluso, en el suelo y el aire.

Existe una gran diversidad de fuentes que contribuyen a la carga de la contaminación plástica; todas ellas derivadas de las actividades humanas de áreas densamente pobladas o industrializadas, de vertederos y del turismo. Las aguas residuales de las plantas de tratamiento municipales desempeñan un papel crítico en el destino y transporte de microfibras en el medio ambiente, ya que aportan cantidades importantes de fibras sintéticas provenientes del lavado de ropa y de microesferas por el uso de productos de cuidado personal, entre otros.

Otras fuentes son los residuos de los empaques de alimentos y bebidas, resinas de pintura, materiales de uso en embarcaciones, redes de pesca y artículos empleados en la acuicultura. 

Los desechos plásticos se clasifican en macroplásticos (partículas de más de 5 mm) y microplásticos  (menores de 5 mm). También existen partículas plásticas primarias y secundarias, producto de la fragmentación de desechos de mayor tamaño. 

Por su diminuto tamaño, los microplásticos suelen ser ingeridos por una amplia variedad de organismos acuáticos y adherirse a sus estructuras, afectando su biología. Además, su presencia altera la calidad tanto de los recursos hídricos, como de los alimentos de consumo humano que se obtienen de los cuerpos de agua dulce y marinos, por lo que los microplásticos constituyen una amenaza de orden global.

En México, la información sobre esta problemática es muy escasa, por lo que es tarea primordial del IMTA investigar e implementar métodos de análisis a fin de generar evidencia técnica que permita contar con un diagnóstico para diseñar estrategias de remoción en aguas destinadas a consumo humano y en aguas residuales e incidir en políticas y disposiciones gubernamentales orientadas a la reducción del uso de plásticos. 

Los estudios efectuados por el IMTA se han enfocado en el análisis de microplásticos en las plantas potabilizadoras de Los Berros y Miravalle y en sus fuentes de abastecimiento: la presa Valle de Bravo, en el Estado de México y el lago de Chapala, en Jalisco, respectivamente, sitios en los que se ha evidenciado la presencia de fibras y partículas menores a 45 micrómetros.

Actualmente, la investigación del IMTA se enfoca en la adaptación y desarrollo de metodologías que aporten resultados cuantitativos confiables de materiales plásticos, lo cual involucra tanto su muestreo como su análisis.

Más allá de los aspectos técnicos, la evidencia de la contaminación por plásticos es tal, que nos exige a todos crear conciencia y tomar acciones que sumen al esfuerzo global de frenar el grave deterioro ambiental en el que estamos inmersos.

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