Ninguna clavadista había logrado lo que Laura Sánchez consumó la tarde del domingo 5 de agosto del 2012. Ese día, la deportista jalisciense, llegó a la fosa del Centro Acuático de Londres para efectuar la competencia de su vida y convertirse en la primera mujer mexicana en ganar una presea olímpica individual.

Pese a que presentaba una lesión en el hombro derecho que le impidió entrenar adecuadamente los meses previos y con el riesgo de agravarla al competir en esas condiciones, la ilusión y anhelo de instalarse en el podio en su tercera participación olímpica pudo más. 

En la primera fase eliminatoria, Sánchez Soto acumuló 320.15 puntos para avanzar a la fase de semifinales en el noveno lugar de 30 competidoras que participaron; ya en la antesala a la final sus ejecuciones le permitieron ascender posiciones acumulando 336.50 puntos que la situaron en el séptimo sitio de doce que pelearían por las medallas.

Ya en la gran final, la clavadista de 26 años comenzó su camino histórico al podio con 70.50 de calificación tras ejecutar dos y media vueltas adentro con 3.0 en grado de dificultad; a pesar que en la segunda ejecución con 3.0 en grado de dificultad obtuvo una puntuación de 65.00, para el tercer salto (tres y media vueltas inversas con 3.0 en grado) alcanzó notas de 75.00, ubicándose entre la quinta y sexta posición.

Pero fue el cuarto salto (tres y media vueltas al frente con 3.1 en grado de dificultad) el que metió a la jalisciense a la zona de medallas cosechando 74.40 unidades como calificación; al final, Laura se impondría por sólo 20 centésimas de punto a la italiana Tania Cagnotto, mientras que Wu Minxia y He Zi hicieron el 1-2 para China.

Fue de esta amanera como Laura Sánchez se ratificó como la más destacada clavadista nacional en el trampolín de tres metros de los últimos 12 años, sumándose a Joaquín Capilla, Álvaro Gaxiola, Juan Botella, Caros Girón, Jesús Mena y Fernando Platas, únicos en obtener tal logro.

Además, superó en el trampolín a María José Alcalá, quien fue cuatro veces finalista olímpica (Seúl 1988, Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sydney 2000) y la primera medallista mundial mexicana (bronce en Roma 1994), quien con sus destacadas actuaciones en eventos centroamericanos, panamericanos, internacionales y olímpicos abrió la senda a las jóvenes generaciones de saltadoras nacionales.