Tras los primeros años de la conquista, a la mayoría de los indios se les juzgaba severamente por idolatría, hechicería y herejía. Estos y otros actos que se consideraba que iban en contra de la fe y la religión católica eran castigados por el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.

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Como ejemplo tenemos un caso del año 1536 reportado en Michoacán: un indio llamado Lucas gritaba que era Dios y que venía del cielo mientras caminaba por la plaza pública en donde paseaban los macehuales, es decir, la clase social que estaba jerárquicamente por encima de los esclavos, pero debajo de los nobles.

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Lucas también se proclamaba ánima de Tzíntzicha Tangáxoan o Tangáxoan II, último cazonci (gobernante) del territorio purépecha y que según las crónicas históricas fue traicionado y matado de forma violenta por los conquistadores. Por estos motivos, los habitantes que creían sus palabras solían darle los tributos que solicitaba.

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Debido a esto, por órdenes del fraile san Francisco lo mandaron a la capital. Lucas no hablaba ni entendía español, por lo que, tras ser detenido, fue interrogado por Diego Becerra, indio hablante de la lengua tarasca, quien también fungió como el traductor de su confesión. Lucas le pidió en primera instancia que no comentara nada de las ofrendas y cosas pedidas a los macehuales, pues el guardia de la plaza pública tenía conocimiento de ellas y no quería que le fueran embargadas, pero su petición fue ignorada. Becerra informó lo sucedido al Santo Oficio y agregó que Lucas confesaba que todo lo dicho era cierto y que era el diablo quien lo engañaba para decir tales afirmaciones.

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Como castigo a esa conducta se le sentenció a recibir públicamente cien azotes en la Ciudad de México, al regresar a Michoacán recibiría otros cien y se le trasladaría a un monasterio en el que sería instruido en la santa fe católica y debería servir por dos años.

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Este caso ilustra claramente la función que tenían los evangelizadores, las creencias de los pueblos originarios y la veneración que mantenían por sus antiguos dioses y el respeto a sus exgobernantes. No tenemos certeza de si Diego Becerra tradujo correctamente la confesión de Lucas, si influyó el miedo por los inquisidores o la devoción católica, tampoco sabemos si Lucas buscaba aprovecharse de las personas para obtener objetos fácilmente o si fue un caso de enfermedad mental, pero sea cual sea el caso, en aquellos tiempos sólo había un camino correcto: creer y respetar las enseñanzas de la Iglesia católica.

Referencia:  AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, Inquisición, caja 0826, exp. 1.

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*