La principal utilidad de un cartel publicitario, informativo o de protesta es poder enviar un mensaje de manera sencilla, clara y llamativa a un gran número de personas con la finalidad de poder captar su atención. En el caso de los carteles de cine, se vuelven “insinuantes sirenas multicolores apostadas junto a los cines, destinados a atrapar al desprevenido peatón y llevarlo a la taquilla”1.

El uso de carteles publicitarios para promover películas fue una actividad que se comenzó a desarrollar desde el momento en que los cines comenzaron a ser considerados como lugares de entretenimiento que podía conseguir el dinero de las personas que recurrían a los teatros, plazas y circos. Es así que por las calles de la Ciudad de México comenzaron a aparecer los primeros carteles rudimentarios a una sola tinta. Sin embargo, sería hasta el estreno de la película Santa, 1931, que el cartel comenzó a cobrar una mayor importancia dentro de la producción del cine nacional, pues no sólo se invitaba a la gente a apreciar la primera película sonora producida en nuestro país, sino que también a escuchar la música que Agustín Lara había compuesto para el filme, es decir, el cine comenzó a promocionar a sus vacas doradas que tendrían un gran peso en el desarrollo de la Época de oro del cine mexicano y en el éxito de varias cintas, incluso con historias muy triviales.

Lamentablemente, mucho de aquel material publicitario desapareció con el pasar del tiempo, pues como señala el investigador Armando Bartra el cartel es un arte efímero que cumple una tarea en un determinado tiempo y espacio para después pasar a ser un afiche del pasado, muy valorado por los coleccionistas de la moda retro o las personas nostálgicas del cine del pasado. Pero no todo cartel se pierde con el tiempo, hay algunos que se han logrado conservar y resguardar en filmotecas, hemerotecas y archivos, tal es el caso de la Colección Gráfica de Películas Mexicanas que resguarda el Archivo General de la Nación, que van desde la Época de oro del cine mexicano hasta el llamado cine de fichera.

Entro los carteles que resguarda el AGN se pueden mencionar los que fueron realizados por el exiliado español Josep Renau, quien a su llegada a México se insertó dentro del mundo del arte, siendo el cine uno de los espacios que conquistó a partir de tantos afiches diseñados con la forma peculiar de plantillas angulosas y una paleta de pocos colores, o aquellos otros que plasmaron el rostro de diversas estrellas como Pedro Infante, Mario Moreno “Cantinflas”, Jorge Negrete, María Félix, Silvia Pinal, entre otras figuras estelares del cine mexicano, así como películas de aclamados directores como Ensayo de un crimen de Luis Buñuel

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Gran parte de los carteles que fueron elaborados durante la Época de oro del cine mexicano se concentraron en plasmar el nacionalismo cultural y el costumbrismo en el que caminaba nuestro cine nacional: la imagen del mariachi, el indio exótico, la inocente mujer de pueblo, el revolucionario, la abuelita rigurosa pero amorosa, entre otros arquetipos que la sociedad asociaba a un imaginario del pueblo, tal como señaló Carlos Monsiváis “No es exagerado decir que cuando un mexicano de esos años quiere imaginarse al pueblo sólo puede acudir a sus recuerdos del cine”2.

Con el pasar del tiempo los carteles fueron cambiando, integrando otras técnicas como el fotomontaje, los fotogramas y el uso de tipografías con características llamativas y atractivas para el espectador, asimismo el mensaje que los carteles de cine enviaban al espectador fue transformándose, pues el cine comenzó a tocar historias cada vez más fuertes relacionadas con acontecimientos reales que superaban la ficción como El castillo de la pureza, basada en hechos reales de una familia de la Ciudad de México.

Asimismo, el cartel de la denominada época del cine de fichera reflejaba temas que el gobierno buscaba ocultar como pobreza, desigualdad, delincuencia, violencia, machismo, misoginia, racismos y clasismo. De igual manera el cartel adoptó la manera de hablar en el barrio, en especial la jerga del albur que pasó de la palabra a la imagen dentro del afiche.

1 Bartra Armando. Sueños de papel. Ciudad de México. Universidad Autónoma Metropolitana, 2010, P.15.

2 Monsiváis Carlos. Rostros del cine mexicano. Ciudad de México: Americo arte editores, 1999.