A partir de la caída del primer Imperio Mexicano e inmediatamente después de que se instaló el Supremo Poder Ejecutivo y de que México inició su vida como nación independiente fue que se buscó reconocer la labor de los considerados próceres de la patria, con el propósito de procurar mantener vivo su legado histórico, principalmente de quienes fueron protagonistas del movimiento que llevó al inicio y a la consumación de la independencia del país.

Este deseo de mantener viva la memoria de estos héroes fue plasmado en el decreto que emitió el Congreso Nacional el 19 de julio de 1823, que ordenaba reconocer a los precursores de la emancipación de México y la defensa de su soberanía, como Beneméritos de la Patria en grado heroico, así como reunir sus restos para rendirles un homenaje público.

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Esta práctica de venerar a los próceres de la patria se siguió consolidando posteriormente con el deceso de Benito Juárez, que trajo consigo la mitificación de una figura construida a través del discurso cívico en torno al héroe que encabezó la Reforma y la intervención extranjera, la cual se construyó principalmente a partir de ceremonias y festejos de los aniversarios de su natalicio y muerte, aunque también influyeron una serie de decisiones acordadas por los congresos federal y estatales tales como declararlo benemérito de la patria en grado heroico.

Esta declaración, que se puede encontrar en el fondo Colección Benito Juárez, resguardada por el Archivo General de la Nación, se compone de ocho artículos que debían cumplirse en acciones como izar la Bandera Nacional el día 21 de marzo de todos los años en conmemoración del nacimiento del ciudadano Benito Juárez y en señal de duelo por su muerte, se pondrá el izar a media asta el 18 de julio de cada año.

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También se aprecia la autorización para que el Poder Ejecutivo gastara de los fondos federales en el levantamiento de una estatua conmemorativa de la figura de Juárez, un monumento sepulcral donde se depositen los restos del ciudadano Benito Juárez y de su esposa, doña Margarita Maza de Juárez, así como la concesión de una pensión mensual para sus siete hijos equivalente a 3 mil pesos y un premio de 2 mil pesos al autor de la mejor biografía.

El reconocimiento a Juárez como benemérito de la patria es una de las formas como la sociedad mexicana del siglo XIX y de principios del XX fortaleció la imagen de quienes consideraron héroes en diversas etapas conmemorando sus hazañas, sus reliquias y restos mortales, en monumentos, festividades y diversos homenajes.

 

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