Condesa.

Señoras y señores. 

Permítanme comenzar agradeciendo a la Condesa Bettina Bernadotte por su amable introducción.

A nombre de México, es un verdadero honor haber sido elegido como país invitado a las reuniones de Lindau.

Para mí, personalmente, es un privilegio hablar en un evento tan importante y frente a un público tan distinguido.

Como ustedes saben, el mundo atraviesa momentos complicados. La crisis económica que comenzó hace una década ha causado muchos estragos.

Pareciera que el respeto por la democracia y los derechos humanos, la necesidad de la cooperación internacional para hacer frente a amenazas globales como el cambio climático y la búsqueda de la integración económica y comercial, han dejado de ser prioridades indiscutibles en la agenda internacional.

Por eso, es tan importante para nosotros estar aquí esta noche, en esta conferencia fundada al término de la Segunda Guerra Mundial como un espacio para acercar a personas de distintas naciones y culturas unidas, en la búsqueda del conocimiento y la paz.

México es un país abierto que quiere compartir su riqueza cultural con el mundo.

Para muchos, México es famoso por la calidez de su gente, sus paisajes y su gastronomía. Si bien estas son cosas de las que estamos muy orgullosos, México es mucho más que eso.

Nuestra nación es producto de la fusión de muchas culturas: por una parte está la gran diversidad de las culturas indígenas que habitan nuestro territorio desde hace mucho tiempo.

Por otra parte, la herencia española que nos aportó las influencias de las civilizaciones europeas clásicas y del mundo árabe.

Posteriormente, sucesivas olas de migraciones de Europa y más allá sumaron a la diversidad de nuestra nación.

A principios del siglo XX, cuando estalló la Revolución Mexicana experimentamos movimientos intelectuales, artísticos y culturales igualmente revolucionarios.

Hoy, esta vasta herencia encuentra expresiones artísticas y culturales en áreas como el cine, la música y, sí, también en la gastronomía.

Sin embargo, la diversidad cultural de nuestra nación no resulta tan sorprendente cuando tomamos en cuenta su dimensión.

Nuestro territorio abarca 2 millones de kilómetros cuadrados de una geografía diversa y rica en recursos naturales. Somos uno de los pocos países mega diversos del mundo, lo que significa que alojamos a alrededor del 10% de las especies que se encuentran en la Tierra.

Al mismo tiempo, nuestra población se acerca a los 130 millones de habitantes, lo cual nos coloca como el 14º país más grande del mundo por su territorio y el 11º por su población.

Nuestra economía tiene un valor superior a 1.1 billón de dólares, lo que nos coloca en el 14º lugar del mundo. Según algunas estimaciones, México será la séptima mayor economía del mundo en 2050.

Además, contamos con un bono demográfico para dar sustento a nuestro desarrollo económico y social: la mitad de nuestra población es menor de 29 años y la edad media es de 27. Lo que nos convierte en una nación joven.

Este bono demográfico ha significado una gran producción de capital humano. Cada año, más de 100 mil ingenieros se gradúan de las instituciones de educación superior del país y estamos invirtiendo para que cada vez sean más.

Estamos comprometidos con el libre comercio. Nuestro país tiene tratados de libre comercio con 46 naciones, incluyendo Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Japón.

Más allá de discursos, en América del Norte  hemos alcanzado una integración sin precedentes. El comercio en la región del TLCAN supera los 1.2 billones de dólares al año.

Nuestras exportaciones superan las de todos los países de América Latina juntos y el 80% de ellas son manufacturas de mayor valor agregado. En otras palabras, México produce más manufactura que toda Latinoamérica.

En gran medida, este desarrollo se ha arraigado en la estabilidad que ha caracterizado históricamente a México.

Tenemos una larga historia con un gobierno estable. Desde 1934 hemos celebrado elecciones pacíficas, permitiendo que el gobierno cambie cada seis años sin ninguna interrupción del orden constitucional.

En el frente económico, hemos construido bases macroeconómicas sólidas durante las últimas tres décadas. Y sin embargo, a pesar de nuestro progreso histórico, México enfrenta muchos desafíos que debemos afrontar si queremos tener éxito en este mundo cada vez más complejo.   

La primera prioridad de mi país ha sido y debe seguir siendo la educación. Esto podría sonar como un cliché - nunca he oído a un político que no diga que la educación es su máxima prioridad y, después de todo, yo soy el secretario de Educación.

Pero creo que hemos demostrado esta convicción con acciones. De hecho, hemos pasado los últimos años transformando  todo nuestro sistema educativo.

Como explicaba anteriormente, con el crecimiento de la clase media de México en las últimas décadas, las tasas de inscripción escolar también han aumentado, por lo que podemos decir con seguridad que tener suficientes maestros y escuelas ya no es nuestro principal problema.

Hoy, nuestro mayor desafío es asegurar que esas escuelas funcionen adecuadamente y que esos maestros estén lo suficientemente capacitados para que la educación que reciben nuestros niños sea verdaderamente útil.

En otras palabras, la educación necesita preparar a nuestros hijos para tener éxito en la vida, mientras crecen para convertirse en ciudadanos responsables.

Para lograrlo, el presidente Enrique Peña Nieto lanzó un Nuevo Modelo Educativo que se propone cambiar todos los aspectos principales de nuestro sistema educativo.

Obviamente el currículo, el cual establece todas las habilidades que uno necesita en el mundo de hoy, y más aún, en el de mañana.

Pero para que este plan de estudios se traduzca realmente en una mejor educación en las aulas, también estamos trabajando muy de cerca con nuestros maestros.

A su vez, para que esto suceda tenemos que cambiar la forma en que funcionan y se organizan las escuelas, así como su relación con las autoridades gubernamentales y la sociedad civil.

Esto significa invertir en infraestructura básica y equipamiento, pero de forma más general asegurarnos de que todas las partes interesadas enfoquen sus esfuerzos en lo que realmente importa:

Que todos los niños, independientemente de su origen o género, reciban una educación de calidad.

Obviamente, este cambio requiere tiempo y las políticas correctas pero, principalmente, un verdadero compromiso político.

Por supuesto que esta ambiciosa Reforma Educativa está estrechamente relacionada con los esfuerzos que estamos haciendo en ciencia y tecnología, pues no hay una mejor inversión en innovación que una educación sólida.

El señor Cabrero ya explicó la mayor parte de lo que estamos haciendo, pero quisiera enfatizar una cuestión que es absolutamente crucial para nosotros: el medio ambiente.

Hoy, la mayor amenaza para la humanidad es el cambio climático. Y en ningún otro lugar es más claro que en México, puesto que somos uno de los países más afectados por él.

Créanme, en México no hay escépticos del cambio climático, porque sufrimos sus consecuencias cada día.

Es por eso que en los últimos años hemos tomado medidas para reducir nuestra dependencia financiera y energética al petróleo.

Fuimos uno de los primeros países en desarrollo, en adoptar un impuesto sobre el carbono en combustibles fósiles y en tener un mercado nacional de créditos de carbono.

Ambas medidas han contribuido a un aumento significativo en la producción de energía limpia.

Damas y caballeros.

México mantiene un compromiso firme con los valores de la libertad, la democracia y la cooperación internacional.

Estamos convencidos de que para alcanzar un futuro más promisorio para la humanidad, es necesario mejorar la educación de nuestros hijos e invertir más en ciencia, tecnología e innovación, al tiempo que protegemos el medio ambiente.

A manera de conclusión, quisiera recordar una frase del presidente John F. Kennedy. Aunque el contexto era distinto, él también reconoció la necesidad de impulsar una cooperación más estrecha entre naciones y generaciones.

Alguna vez le dijo a un grupo de ganadores del Premio Nobel que: “la búsqueda del conocimiento y la búsqueda de la paz son motivaciones e impulsos muy básicos en nuestras vidas”.  Y este encuentro es un esfuerzo por reconocer esos grandes esfuerzos, para motivar a los jóvenes en todos lados a desarrollar el mismo impulso y deseo profundos por el conocimiento y la paz.

Muchas gracias.