La violencia contra las mujeres ocasiona pérdidas económicas a nivel individual, familiar e incluso comunitario. Son las propias mujeres violentadas quienes destinan parte de sus ingresos y mucho de su tiempo para acceder a tratamiento médico o psicológico, asesoría jurídica o cualquier otro tipo de apoyo.

Lesiones, problemas sexuales, enfermedades crónicas, desórdenes mentales como ansiedad y depresión, así como el abuso de sustancias, son solo algunas de las principales consecuencias del maltrato que reciben miles de mujeres en el mundo.

Estudios recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) añaden a la lista de efectos de esta violencia, la baja productividad, la pérdida de días laborales, la inasistencia, los retardos, entre otros. La misma OIT enfatiza que dichos efectos de la violencia llegan a costarle a las naciones alrededor de un 3.5% de su PIB; otras fuentes señalan que las pérdidas económicas rebasan el 5% (Foro APEC, 2016).

Se estima que la violencia contra las mujeres tiene costos que aún no son medibles, derivados del daño emocional que afecta a las víctimas, a sus familiares y a la sociedad en su conjunto. De hecho, se afirma que por cada mujer que está inmersa en una situación de violencia, son varias generaciones posteriores que también padecerán las consecuencias. 

Por lo anterior, erradicar la violencia contra las mujeres es un camino para garantizar una mejor calidad de vida para la sociedad en general, pero también una forma de impactar positivamente en la economía de las naciones.

#IgualdadDeGéneroSRE

/cms/uploads/image/file/199038/logo.jpg