En la actualidad, las mujeres y las niñas representan la mitad de la población mundial y, en consecuencia, la mitad de su potencial, de ahí la necesidad de generar las condiciones de igualdad de género en todos los ámbitos, si queremos garantizar el cumplimiento de los Objetivos del Desarrollo Sostenible al que se han comprometido un importante número de países.  

No obstante que las mujeres han alcanzado un importante progreso en los niveles de licenciatura, maestría y doctorado, lo cierto es que la brecha de género aumenta a medida que avanzan en su carrera y, sobre todo, su incorporación a la ciencia no ha sido un camino fácil.

De acuerdo con cifras de la UNESCO a nivel mundial, se estima que, aunque las mujeres representan 33 por ciento de todos los investigadores, sólo 12 por ciento de los miembros de las academias científicas son mujeres.

En general, el organismo dependiente de la ONU concluye que las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas, ya que suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos. Mientras que su trabajo está subrepresentado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos.

Es por lo que, con el fin de lograr un acceso y participación plena y equitativa de las mujeres y las niñas en la ciencia, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia.

En México, a lo largo de su historia, han existido un gran número de mujeres que han hecho importantes aportaciones al ámbito científico, pero, sobre todo, que han impulsado y sentado las bases por una equidad en este ámbito. Con el ánimo de reconocer el papel clave que han desempañado, mencionaremos a algunas de ellas, en una lista que sin duda es limitada ante su evidente contribución, pero también, porque falta mucha investigación al respecto.

  • Matilde Montoya, fue la primera médica mexicana. Nacida en la Ciudad de México el 14 de marzo de 1859, a los 24 años solicitó su inscripción a la Escuela Nacional de Medicina. A partir de un decreto que emitió el presidente Porfirio Díaz para que le realizaran su examen profesional, el 24 de agosto de 1887 se recibió de médica partera. Murió en 1938 después de más de medio siglo de abrir las puertas de la medicina a otras mujeres.
  • Helia Bravo Hollis, la primera bióloga titulada. A los 17 años se registró en la Escuela Nacional Preparatoria. En 1927 se convirtió en la primera bióloga titulada en nuestro país, y en 1929, año de la Autonomía Universitaria, le pidieron que formara el herbario y el estudio de las cactáceas mexicanas. El Jardín del Desierto dentro del Jardín Botánico de la UNAM lleva su nombre. En el año 2000 se creó la Reserva de la Biosfera en Metztitlán, Hidalgo, en gran parte gracias a su trabajo en esa zona.
  • Paris Pismish Acem, fue precursora de la astronomía moderna en México. Nacida en Estambul, Turquía, en 1911, fue una de las primeras mujeres turcas en asistir a la Universidad de Estambul. En 1942, conoce en la Universidad de Harvard a Félix Recillas, joven mexicano estudiante de astronomía, con quien se casó y viajaría a México. En 1948 se incorporó al Observatorito Astronómico Nacional de Tacubaya y a la UNAM, en dónde hizo investigación, introdujo nuevas técnicas en el estudio del universo y creó revistas de astronomía.
  • María Agustina Batalla Zepeda, botánica con importantes aportes. Nació el 28 de agosto de 1913 en la ciudad Iguala, Guerrero. En 1946 se doctoró en Ciencias Biológicas en la UNAM, realizando importantes trabajos de investigación en el cerro del Ajusco, el bosque de Chapultepec y el cerro del Tepozteco. En Morelos recogió algunas especies botánicas con los que inicio el Herbario de la Facultad de Ciencias. Se le reconoce por su contribución al desarrollo de la ciencia.
  • María Elena Caso y su estudio sistemático a las estrellas de mar. Nació en la Ciudad de México en 1915. Estudió en la Facultad de Ciencias de la UNAM, en donde obtuvo el grado de Maestra en Ciencias Biológicas. En 1961, presentó la investigación más completa hasta ese momento sobre los equinodermos (estrellas de mar). Fue cofundadora de Laboratorio de Hidrobiología, a partir del cual en 1967 se creó el Departamento de Ciencias del Mar y Limnología.
  • María Teresa Gutiérrez Vázquez, un nuevo enfoque en la geografía. Fue la primera que propuso el cambio de los estudios demográficos hacia un enfoque de geografía poblacional, en el que se incluyeran factores humanos y físicos para comprender de una manera más amplia la evolución de la población. En sus estudios de hace 50 años, señaló que la Ciudad de México estaba creciendo en forma desordenada, previendo muchos de los problemas que ahora se intentan resolver.
  • Alejandra Jáidar Matalobos, la primera mujer graduada en física. Nació el 22 de marzo de 1938 en el puerto de Veracruz. Ingresó a la Facultad de Ciencias de la UNAM, y fue la primera mujer en graduarse en física. Promovió la publicación de textos de difusión científica en español, gracias a lo cual, se creó la Colección La Ciencia, del Fondo de Cultura Económica, donde invitaba a investigadores universitarios a escribir libros de ciencia para un público no especializado.
  • Susana Azpiroz Riveiro, primera titulada en la Escuela Nacional de Agronomía, hoy Universidad Autónoma Chapingo.  Nació en 1950 en el estado de México y en 1974 se tituló como Ingeniera Agrónomo con especialidad en Industrias Agrícolas. Su estancia como estudiante no fue fácil, si consideramos que, en aquel tiempo, el ambiente en la Escuela Nacional de Agronomía no sólo se caracterizaba por un entorno masculino sino también por una disciplina militar. Hoy se le reconoce no sólo por su impulso a la biotecnología, sino por la apertura de género que logró en este centro escolar. En la actualidad se estima que el 44 por ciento de los estudiantes de la Universidad Autónoma Chapingo son mujeres.

Impulsar la igualdad de oportunidades de las mujeres y las niñas en la ciencia, no sólo ayudará a reducir la brecha salarial de género, mejorar su seguridad económica y garantizar una fuerza de trabajo diversa y talentosa, sino también permitirá fortalecer los sistemas de ciencia, tecnología e innovación de los países, con efectos positivos en el desarrollo económico. ¡Celebremos este Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia!

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