En 1940, Sir John Boyd Orr publicaba un libro titulado: Alimentar a la gente en tiempos de guerra, en donde exponía -como resultado de sus investigaciones- los efectos que los conflictos armados producían en una de las áreas más sensibles de cualquier sociedad: los alimentos y la nutrición de la población. Su trabajo sería tan importante, que años después, este personaje sería el primer director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por siglas en inglés) durante el periodo de 1945 a 1948 y posteriormente, en 1949, ganador del Premio Nobel de la Paz.

La referencia viene a modo, porque a pesar de las esperanzas de que el mundo dejaría atrás la pandemia del coronavirus y con ello la seguridad alimentaria comenzaría a mejorar, el hecho es que el hambre en el mundo aumentó aún más en 2021, lo que indica que los sistemas alimentarios del orbe están enfrentando mayores desafíos. 

En su más reciente informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022, la FAO señala que además de los fenómenos climáticos extremos y las perturbaciones económicas -en combinación con el aumento de las desigualdades- como los principales causantes de la inseguridad alimentaria y la malnutrición en el mundo, en los tiempos más recientes también se está lidiando con otro factor: los conflictos armados.

Si bien, la mayoría de los conflictos armados se han concentrado en África, Asia y Medio Oriente, con efectos locales -pero no por eso menos perniciosos para la población que habita en esos lugares- a finales de febrero de este año, fuimos testigos del estallido bélico entre Rusia y Ucrania, con importantes implicaciones, en muchas áreas, entre ellas la producción y comercio de alimentos e insumos a nivel mundial. 

Aquí te presentamos algunos de los riesgos potenciales que este conflicto armado podría tener en los mercados agrícolas internacionales y la seguridad alimentaria mundial, sobre todo, si se sigue extendiendo en el tiempo y no se encuentra una solución.

  1. Mas allá de que en los últimos diez años el comercio alimentario y agrícola mundial ganó equilibrio y resiliencia, lo cierto es que aún siguen existiendo dependencias considerables respecto de productos concretos, en particular, en lo que respecta a los alimentos básicos. Ejemplo de ello es la red de comercio de los cereales, de la que forman parte sólo unos pocos grandes exportadores. 

  2. Dentro de este grupo alimentos, el mercado del trigo representa una de las redes comerciales más vulnerables. Por lo que si hay perturbaciones en uno de los principales exportadores -entre los que se encuentran Rusia, Ucrania, los países de América del Norte y Europa occidental- los efectos son inmediatos. 

  3. En este sentido, se estima que Rusia y Ucrania -hasta antes del conflicto- suministraban en conjunto cerca del 30% de las exportaciones mundiales de trigo y alrededor del 20% de maíz

  4. Muchos países de África del Norte y de Asia occidental y central tienen un alto grado de dependencia de las importaciones de trigo procedentes de Rusia y Ucrania. En total, se considera que más de 30 importadores netos de trigo dependen de estos dos países para satisfacer más del 30% de sus necesidades de importación/cms/uploads/image/file/750514/WhatsApp_Image_2022-09-20_at_3.25.13_PM__1_.jpeg

  5. Pero, además, habría que señalar que ambos países se encuentran entre los exportadores más importantes de algunos otros productos agrícolas como: cebada, colza y aceite de colza, semillas de girasol y aceite de girasol. 

  6. Con respecto a esta oleaginosa, Rusia y Ucrania representan cerca del 80% de las exportaciones mundiales./cms/uploads/image/file/750522/WhatsApp_Image_2022-09-20_at_3.25.13_PM__2_.jpeg

  7. Por otra parte, Rusia es uno de los principales exportadores mundiales de fertilizantes nitrogenados, potásicos y fosfóricos, cuyos precios han aumentado desde finales de 2020 -debido al incremento de los precios de la energía y de los costos de transporte a raíz de la pandemia de coronavirus- y cuya carrera alcista se ha mantenido en este 2022. 

  8. Como consecuencia de la interrupción en las exportaciones por el conflicto, se han expuesto los mercados mundiales de alimentos y fertilizantes a mayores riesgos de disponibilidades más limitadas y con ello, a la posibilidad de precios más altos en los alimentos

  9. Del mismo modo, existe mucha incertidumbre respecto a la capacidad de Ucrania de producir, cosechar y comercializar cultivos tanto en la campaña actual como en las próximas, lo que, sumado a las sanciones contra las exportaciones rusas, es probable que provoque un impacto negativo en la seguridad alimentaria mundial. 

Mientras este conflicto se mantenga y sigan estallando más, las posibilidades de alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sustentable relacionados con el fin del hambre seguirán estando lejanos. En este 21 de septiembre que celebramos el Día Internacional de la Paz, se hace más necesario que nunca que la comunidad internacional encuentre una salida consensuada en favor de la paz y la seguridad alimentaria.