Los refranes son, de acuerdo con el filólogo Herón Pérez Martínez, “un extenso conjunto de expresiones pequeñas, concisas por lo bien acuñadas, y agudas porque encapsulan situaciones, andan de boca en boca, [y] funcionan como pequeñas dosis de saber aprendidas”. 

No se sabe con certeza su origen, sin embargo, dos cosas se pueden afirmar. La primera es que este tipo de expresiones están presentes en todas las culturas, aunque con diferentes nombres (dichos, sentencias, máximas y dicharachos). La segunda, que son tan antiguos, que muy probablemente empezaron a circular antes de la escritura. Esto significa que las primeras culturas transmitieron sus conocimientos a través de la tradición oral, no sólo en la forma de mitos y leyendas, sino también mediante refranes y proverbios.

Dentro del universo de refranes que los mexicanos utilizamos cotidianamente, uno de los temas recurrentes es el de la comida       -que incluye los alimentos e incluso los utensilios empleados- sobre todo porque la gastronomía nacional es otro espacio que refiere mucho de nuestra cultura e identidad. Es importante no soslayar que muchos de los refranes que hoy conocemos se hicieron en el pasado y que, aunque comparten enseñanzas y experiencias sobre la vida, también algunos de ellos llevan una carga de clasismo, racismo y misoginia, que hay que combatir.

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En esta ocasión te presentamos algunos -de los muchos que existen- relacionados con la comida, que ya puestos en el argot refranero “los hay de todos colores y sabores”.

  • Desde luego, las referencias al pan y las tortillas no faltan: “Más vale pura tortilla, que hambre pura”; “Quien hambre tiene en tortillas piensa”; “Lo que me han de dar de fierros mejor dénmelo de tortillas”; “A falta de pan, buenas son las tortillas”; “¿A quién le dan pan que llore?”; “A buena hambre, no hay pan duro”; “Al que te quiere mal cómele el pan y al que bien también”; “Que con su pan se lo coma”; “Las penas con pan son buenas”.
  • Los frijoles, uno de los cultivos y alimentos de gran tradición desde épocas prehispánicas, también están presentes en los refranes: “A la hora de freír frijoles manteca es lo que hace falta”; “A la mejor cocinera se le queman los frijoles”; “Al que come bien frijoles es pecado darle carne”; “Comen frijoles y repiten pollo”; “Con esa carne, ni frijoles pido”; “Son como los frijoles, que al primer hervor se arrugan”; “Yo no pido de amor caldo, ni de caridad frijoles”.
  • La mención a las bebidas calientes como el atole y chocolate es también significativa: “Como dueño de mi atole lo menearé con un palo”; “Contigo la milpa es rancho y el atole champurrado”; “Eres un pan con atole”; “Darle atole con el dedo”; “Tanto tiempo de atolera y sin saberlo menear”; “Más vale atole con risas, que chocolate con lágrimas”; “¿Con acolito vamos sanando?, pues atolito vámosle dando”; “Estoy como agua para chocolate”; “¿Si como lo menea lo bate? ¡Qué sabroso chocolate!”; “Una cucharada de su propio chocolate”; “Las cuentas claras y el chocolate espeso”; “Ser como el buen chocolate, que no tiene asiento”.
  • El mole, uno de los platillos más típicos y variados de nuestra cocina, tampoco se queda atrás: “¡A darle que es mole de olla!"; "Entre dos cocineras sale aguado el mole"; "Eres como el ajonjolí de todos los moles''; "Si quieres mole, cuida la olla''; "Si de prisa haces el mole, ¿qué dejas para hacer despacio?"; "¿Para qué quiero más agruras si con mi mole me basta?''; "No hay mole si no se muele"; "Mole sin ajonjolí, ni para ti ni para mí"; “¿Querías mole?, ¡ahora te lo acabas!”; “Cuando el guajolote pierde la cabeza, nomás sirve para mole”.

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  • Sobre los tamales y tacos destacan los siguientes: “Hacer de chivo los tamales”; “No como tamales para no tirar las hojas”; “Al que nace para tamal, del cielo le caen las hojas”; “Por las hojas se conoce el tamal que es de manteca”; “A falta de amor, unos tacos al pastor”; “Por la forma de agarrar el taco se conoce al que es tragón”; “Después de un buen taco, un buen tabaco”; “A cualquier taco le llaman cena”.
  • En lo que respecta a la carne, sea esta de cualquier tipo, identificamos entre otros: “Al que te dé la gallina, no le niegues el alón; “Cuando hay para carne es vigilia”; “Cuesta más caro el caldo que las albóndigas”; “El que cría la polla, ése la coma”; “Cabrito, ganso y lechón, de la mano al asador”; “Me he comido puercos gordos, cuanto más un costillar”; “Olla con gallina es la mejor medicina”.
  • Y por supuesto no podemos dejar de señalar aquellos relacionadas con bebidas fermentadas como el pulque: “Al pulque le falta un grado para ser carne”; “Tanto peca el que raspa el maguey, como el que saca el aguamiel”; “No tiene la culpa el pulque, sino el briago que lo bebe”; “El que toma una vez pulque, su casa es un tinacal”.
  • Aquí dejamos algunos más, en los que se sigue aludiendo a la gastronomía: “A fuerza, ni la comida es buena; “Al hablar como al guisar, poner el granito de sal”; “Ahora es cuando, chile verde (yerbabuena) le has de dar sabor al caldo”; “Al que no quiera avena, la taza llena”; “Arroz que no se menea se quema”; “Como me las den las tomo y si son peras me las como”; “Con amor y aguardiente, nada se siente”; “Cuando andes a medios chiles, búscate medias cebollas”; “De dos que se quieren bien, con uno que coma basta”; “De golosos y tragones están llenos los panteones”; “De lengua me acabo un plato”; “Del plato a la boca, se cae la sopa”; “El que hace la sopa, ése la coma”; “El que tiene más saliva traga más pinole”; “El que no tiene vergüenza dondequiera almuerza”; “El comal le dijo a la olla”; “Ese arroz ya se coció”; “Lo comido y lo gozado es lo único aprovechado”; “No hay que buscarle ruido al chicharrón”; “Para todo mal, mezcal, y para todo bien, también”; “Todo lo que corre o vuela, a la cazuela”.

Este pequeño recuento de refranes nos permite apreciar los encuentros y desencuentros, los tabúes y las tradiciones que sobre la comida -en consonancia con la vida- han quedado consignados en la esfera de la cultura oral, que es por naturaleza popular. De ahí que: “De refranes y cantares, tiene el pueblo por millares”.