Se podría decir que la primera versión de la capirotada, fue la de Roberto Nola en 1477, en su libro de cocina donde la describe como “Almondrote”: rebanadas de pan tostadas y remojadas en caldo de carnero, alternándose con otras de carne de perdiz asada.

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Alrededor de 1780 la versión sin carne del platillo se popularizó, creado por el Fray Gerónimo de San Pelayo, siendo ya una versión más cercana a la actual, compuesta de capas de pan, queso y aderezo.

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Es hasta la década de los 40 cuando se consideró oficialmente un platillo de vigilia; en los estados de Sinaloa, Sonora y Nuevo León, es un postre típico, aun cuando lo puedes encontrar ya en otros estados con diferente preparación e ingredientes.

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En México, se creé que Hernán Cortés envenenó con este postre al colono Francisco Garay cuando quiso asentarse en Veracruz, siendo que Cortés ya había establecido en la Huasteca Alta, la ciudad de Villa de Santiesteban del Puerto, actualmente Pánuco.

Hoy en día las recetas que mencionan la capirotada son numerosas y hechas de acuerdo a las costumbres de cada región, pero todas ellas mencionan un elemento en común, la alternancia de ingredientes en diferentes capas.

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El Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) le da seguimiento a los diferentes productos con que se elabora este delicioso postre, desde la caña de azúcar de donde se obtiene el piloncillo, hasta los diferentes ingredientes que lleva; plátano, arándanos, cacahuates, pasas, nuez, canela, guayaba, almendras, etc., etc..

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Si desea conocer información sobre estos productos o cualquier otro, consulte el Anuario Estadístico de la Producción Agrícola, o el Avance de Siembras y Cosechas.