La segunda mitad del siglo pasado, fue testigo del inicio y desarrollo de un movimiento a nivel mundial, que promovió prácticas alternativas de intercambio comercial entre el norte y el sur, frente a la histórica relación de desigualdad y poder que ha caracterizado al comercio convencional.

Para algunos, sus raíces se pueden trazar en el año de 1860, con la publicación de la novela Max Havelaar o las subastas de café de la Compañía Comercial Holandesa, del escritor inglés de Eduard Douwes Dekker, conocido bajo el seudónimo de por Multatuli. En ella se narran las condiciones injustas que el sistema colonial imponía a la población nativa de las antiguas Indias Orientales para el comercio del café.

Posteriormente, durante las décadas de 1940 a 1950, en Estados Unidos se desarrolla la primera iniciativa de comercio justo a través una organización que apoyaban la compra y venta de artesanías en Puerto Rico y en el Sur  estadounidense. En esta misma época, iniciativas de este tipo comenzaron a desarrollarse en Europa.

En las décadas de 1960 y 1970, comenzaron a germinar un importante número de organizaciones de productores en África, Asía y América Latina, que decidieron participar en éste movimiento. Es importante señalar, que fue en 1973, cuando por primera vez entra en este circuito mercantil, el primer cultivo de importancia comercial a nivel global, nos referimos al café. Esta primera venta se dio a través de una serie de cooperativas guatemaltecas dedicadas al aromático.  En la actualidad, además del café se comercializan otros productos entre los que destacan: los plátanos, el cacao grano, hilo de algodón, flores y plantas, azúcar y té.

Pero… ¿qué entendemos por comercio justo?

De acuerdo a las redes mundiales del Comercio Justo, se define como tal, a la alianza comercial basada en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y garantizando los derechos de personas productoras y trabajadoras marginadas, especialmente en el Sur.

De este modo, el Comercio Justo representa un círculo virtuoso en donde se incluyen ya no sólo los precios, sino también las condiciones que permitan: el desarrollo económico inclusivo, la equidad de género, la seguridad alimentaria, medios de vida sostenibles para los productores y trabajadores, equilibrio ecológico, comunidades prósperas, trabajo decente; todo esto bajo el principio rector de: “primero las personas en las políticas comerciales”.

Las Organizaciones de Comercio Justo, respaldadas por los consumidores y consumidoras, están activamente comprometidas en el apoyo a los productores, en la sensibilización y en la campaña por los cambios en las normas y prácticas del comercio internacional.

Así, en el marco de la diferencia de condiciones económicas, sociales y políticas entre ambos polos, este movimiento social, organizado a nivel internacional mediante redes integradas por productores, organizaciones no gubernamentales, comerciantes y consumidores, busca un modelo de intercambio comercial más equitativo, a través del desarrollo sostenible y del acceso de los productores más desfavorecidos del Sur al mercado, con productos de calidad material, social y ambiental.

El 14 de mayo, ha sido designado como el Día Mundial del Comercio Justo, por lo que es urgente admitir que necesitamos transformar el actual modelo económico insostenible, buscando patrones productivos, comerciales y de consumo más sostenibles. En este sentido, el Comercio Justo es uno de los movimientos globales que construyen, desde abajo, relaciones económicas internacionales solidarias y más sostenibles. Impulsemos iniciativas de este tipo.

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