Muchas gracias. Muy buenos días a todas y a todos. Saludo a quienes están aquí en el auditorio y a quienes participan en este Seminario también. Me decía Lorenzo que hay varios asistentes que están en salones cercanos, que no cupieron aquí en el auditorio principal; saludos a todos. Gracias por su participación.

Agradezco mucho la invitación del doctor Arturo Fernández; gracias, Arturo, por invitarme a este ya tradicional y muy importante Seminario que realiza el ITAM y la Asociación de Exalumnos del ITAM cada año. Gracias, Benito.

Por cierto, decía Lorenzo que yo le di clases a él, a mí me dio clases Arturo, puede que a mí me fue mejor que a ti, Lorenzo.

Me da mucho gusto regresar a esta, que es mi Alma Máter. Muchas gracias, Alejandro. Gracias, Pablo, me da mucho gusto saludarte; Alejandro, me da mucho gusto saludarte a ti también.

Y si les parece bien, entramos en materia, porque hoy sin duda la economía internacional y, por lo tanto, la economía mexicana atraviesa un momento de volatilidad, de retos significativos y de incertidumbre.

Ante este contexto internacional, y este es el mensaje más importante que les quiero transmitir, es que México tiene la fortaleza para hacer frente a este entorno económico complejo, diferenciándose de otras economías emergentes. Y ese es el mensaje más importante que les quiero transmitir.

Me decía hace un momento Benito, a veces no nos damos cuenta de lo mucho que ha logrado México a lo largo, por lo menos de los últimos 20 años de consistencia en la política macroeconómica, de apostarle a la responsabilidad en la conducción de la macroeconomía y lo que se ha logrado a partir de la implementación de reformas transformadoras, profundas, que hoy se están ya convirtiendo en una realidad en México y que hoy nos colocan en una situación distinta a la de la mayoría de las economías emergentes comparables con nosotros, cuando enfrentamos un mundo tan complejo, un mundo con retos significativos.

Quiero, antes de hablar de la economía mexicana, referirme un poco a los eventos que están ocurriendo.

El día de hoy los mercados amanecieron con un poco de más calma que el día de ayer, la autoridad china decidió no realizar una depreciación del yuan; ayer, todavía en nuestra noche, ya la mañana en el oriente, no hubo una depreciación adicional del yuan.

Esto ha generado una relativa calma en los mercados financieros, comparados con el día de ayer las Bolsas están observando recuperación; hasta antes de entrar a esta plática, la Bolsa Mexicana de Valores tenía ya en los primeros minutos de operación una recuperación de más del uno por ciento.

El precio del petróleo, sin embargo, sí muestra, al igual que el resto de los commodities, las materias primas, cierta debilidad, y las monedas están estables, particularmente las monedas emergentes después de cierta recuperación en la madrugada amanecen el día de operación en México, en horario de México, con estabilidad.

Sin embargo, es muy importante destacar por qué lo que está ocurriendo en la economía china es tan relevante para el resto de los mercados financieros y por qué un movimiento relativamente menor, como bien lo decía Arturo, en el valor de la moneda en China ha generado esta gran incertidumbre y movimientos colaterales en todos los mercados financieros.

Aquí lo que es muy importante entender es que durante mucho tiempo la moneda china se mantuvo prácticamente en línea con el dólar de los Estados Unidos.

A partir de agosto, recordaran ustedes, el día 11 de agosto, la autoridad china anunció que estaría modificando su política cambiaria y que le permitiría a los mercados tener un poco de más influencia en la determinación del valor del yuan.

En ese momento se generó gran volatilidad en los mercados financieros que en parte pudieron haber retrasado la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos para iniciar el ajuste de las tasas de interés. Y lo que estamos viviendo al inicio del año es un poco una repetición de ese episodio.

Si ustedes ven la gráfica que tienen aquí en la pantalla, el movimiento que hemos observado en esta semana en el yuan chino es relativamente pequeño, es una depreciación de apenas el 1.2 por ciento, pero ha sido suficiente para generar incertidumbre y preocupación en dos sentidos: Primero, cuál será el futuro de la política cambiaria en ese país tan importante y tan grande; y segundo, también qué nos dice esto sobre lo que está ocurriendo en la economía china y sus perspectivas de crecimiento hacia adelante.

Esto se ve de alguna manera, se convierte en más complejo por el desempeño de la Bolsa de Valores en China, particularmente en Shanghái, donde vemos que en los últimos días hemos tenido jornada con caídas muy abruptas, caídas del siete por ciento en dos días en esta semana, lo que introduce un elemento de gran volatilidad a los mercados financieros en los países emergentes y que contribuye a esta preocupación.

Esto lo que representa para México es fundamentalmente el que crece la aversión al riesgo y el apetito por los activos de los mercados emergentes. No tenemos nosotros una vinculación particularmente fuerte en términos reales, en términos estructurales con la economía china; nuestro principal vínculo comercial con creces es la economía de los Estados Unidos, más del 80 por ciento de nuestras exportaciones van a los Estados Unidos.

A diferencia de otros países, por ejemplo lo que pasa con Brasil, lo que pasa con Argentina, con Chile, que sí tienen en China un destino muy importante de sus exportaciones, ése no es el caso de México.

El canal, sin embargo, de comunicación entre los eventos que ocurren en aquel país y nosotros son los mercados financieros, que actúan de manera inmediata, como lo hemos visto en este inicio del año.

Esto ha producido una caída pronunciada en la primera semana del año en los mercados accionarios, la Bolsa Mexicana de Valores hasta el día de ayer traía una caída del 3.9 por ciento, ésta se está corriendo en parte el día de hoy con una alza de un poco más de uno por ciento en las primeras horas de la mañana, pero podemos observar ahí cómo todos los mercados financieros bursátiles empezaron el año con pérdidas, por supuesto encabezados por China, pero Japón con una pérdida muy importante, el Reino Unido, Sudáfrica.

México tiene, comparado con otros países, un rendimiento relativamente un poco mejor, pero no hemos escapado en nuestro mercado de esta aversión al riesgo y salida de los activos de riesgo, particularmente accionarios.

La depreciación, como decía Arturo, hemos visto un ciclo de apreciación del dólar muy importante frente a todas las monedas. Aquí en la gráfica les muestro un episodio un poco más extenso, desde el 31 de diciembre de 2012, es decir, prácticamente el inicio de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, y observamos que México acumula una depreciación del 38 por ciento contra el dólar estadounidense.

Sin embargo, cuando comparamos la depreciación del peso mexicano con otras monedas, por ejemplo el dólar canadiense, que tiene una depreciación del 42 por ciento, el dólar australiano una depreciación del 47 por ciento, o hay otras monedas como el peso colombiano o el real brasileño que acumulan ya depreciaciones de más del 80 por ciento; es decir, éste es un fenómeno claramente global, obedece a la fortaleza relativa del dólar norteamericano, que tiene mucho que ver con la divergencia en la política monetaria -estoy seguro que Agustín en un rato platicará de ello con mayor detalle- y también con la divergencia en las tasas de crecimiento.

Estados Unidos tiene una mejor perspectiva de crecimiento que el resto del mundo, ésta es una buena noticia para México porque México está vinculado fuertemente a los Estados Unidos, pero en los mercados financieros genera una reasignación de activos denominados en otras monedas hacia activos denominados en dólares y activos de origen de los Estados Unidos.

El otro elemento importante a considerar son los precios de las materias primas. Estamos observando un ciclo ya prolongado de disminución en los precios de las materias primas, por ejemplo el cobre que está teniendo una reducción importante, lo cual afecta de manera importante al peso chileno; y en el caso de México la variable más importante es por supuesto el precio del petróleo crudo.

Hemos visto cómo en los últimos meses, en los últimos 18 meses el petróleo crudo ha perdido dos terceras parte de su valor. En México recordemos que en los años, entre 2010 y 2014, el precio promedio del barril mexicano de exportación fue de 92 dólares y el año pasado tuvimos un precio promedio de 42 dólares. Y hoy la mezcla mexicana de exportación se está comerciando a un valor de 24 dólares por barril.

Es una caída muy pronunciada, es una caída que nosotros estimamos no es transitoria, tiene todavía un horizonte de larga duración y tiene mucho que ver con factores de oferta y de demanda.

Por el lado de la demanda un menor crecimiento mundial por supuesto desalienta la compra de petróleo, pero tal vez la historia importante es por el lado de la oferta.

La oferta en el corto plazo, donde estamos viendo una acumulación de inventarios muy importantes de petróleo, prácticamente en todos los puertos del mundo hay buques-tanque que están almacenando petróleo, que no ha encontrado un destino, pero más importante es el cambio tecnológico tan profundo en la producción de petróleo, sobre todo en los Estados Unidos, donde una nueva tecnología, una innovación muy importante ha permitido extraer petróleo a bajo costo en lugares donde no se pensaba que se podría hacer, esto agregado a la producción de petróleo alrededor de ya ocho millones de barriles diarios, lo cual representa un reto muy importante de absorción de esta materia prima en la economía mundial, sobre todo en un momento de crecimiento lento.

Por lo tanto nuestro análisis es que el precio del petróleo se mantendrá en niveles inferiores, significativamente inferiores a lo que observamos en el periodo 2010-2014 y, por lo tanto, tenemos que tomar medidas.

Hoy la dependencia de la economía mexicana respecto al petróleo es significativamente menor de lo que era hace 20 ó 30 años. Y les comparto tres datos:

El primero, las exportaciones mexicanas. En 1985, es decir, hace 30 años, el 80 por ciento de las exportaciones en México eran petróleo; hoy, en el 2015, al cerrar el 2015, el 82 por ciento de las exportaciones, 83 por ciento de las exportaciones mexicanas son manufacturas, es decir, son productos con valor agregado distintos a las materias primas y distintos al petróleo, el petróleo representa ya para el año 2015 menos del seis por ciento de las exportaciones mexicanas.

Y en segundo lugar está el efecto en las finanzas públicas que, como veremos más adelante en una lámina, hemos reducido de manera importante nuestra dependencia con respecto al precio del petróleo.

Sin embargo, el petróleo por supuesto sigue siendo una variable importante y una parte de la estrategia de conducción macroeconómica, específicamente en materia de finanzas públicas tiene que ver con el precio del petróleo.

Ante este contexto internacional, el Gobierno de la República en esta administración, y debo destacarlo, en los últimos 20 años por lo menos, ha adoptado políticas responsables y prudentes que hoy nos están permitiendo enfrentar este entorno internacional.

En primer lugar, creo que hay que destacarlo, y tal vez por los eventos en los mercados financieros no se le ha dado la cobertura suficiente y que merece este dato, México está observando la inflación más baja que tenemos, de la cual tengamos registro desde que se mide la inflación con el Índice Nacional de Precios al Consumidor en 1970.

Este es un hecho muy importante en dos sentidos, tiene que ver con la fortaleza económica de nuestro país y tiene que ver también con las finanzas de las familias mexicanas.

Estamos viendo hoy cómo el consumo de los mexicanos es el principal motor de crecimiento de nuestra economía y tiene que ver con que los precios están subiendo muy poco y muchos de ellos están bajando.

El hecho de que la inflación tenga un mínimo histórico es, por supuesto, un resultado fundamental de una buena política monetaria. Creo que el hecho de que en México la inflación sea apenas del 2.13 por ciento pone en evidencia que tenemos un gran Banco Central, con credibilidad, con prestigio y con gran capacidad técnica para tomar decisiones oportunas en entornos complejos, y también tiene mucho que ver con la implementación de las reformas.

Y eso es algo que a veces se pierde en la discusión pública, porque la baja inflación tiene que ver con la reducción en el precio de la telefonía, con la reducción en el precio de electricidad, con el cambio en la forma de determinar el precio de las gasolinas.

Este es un elemento muy importante porque piensen ustedes que en un contexto en el cual el peso mexicano en 2015 tuvo una depreciación relevante frente al dólar estadounidense, al mismo tiempo estamos observando la inflación más baja de la que se tiene registro en la historia desde 1970. 

Este es un hecho inusual y tal vez si a ustedes les dijeran, hace 20 años les hubieran dicho “en 2015 vamos a observar una caída del precio del petróleo de dos terceras partes, vamos a ver una depreciación del tipo de cambio cercana al 20 por ciento”, ustedes se imaginarían que en México lo que tendríamos es una contracción económica con alta inflación.

Y lo que estamos observando es que la economía mexicana está creciendo, está creando empleos, pero además estamos observando mínimos históricos en la inflación.

Esto quiere decir que hay muchas cosas que han cambiado en la economía mexicana, en la estructura macroeconómica de nuestro país, y que han cambiado para bien.

La parte complementaria indispensable para la estabilidad macroeconómica, junto con la política monetaria, es la política fiscal.

Y aquí hemos decidido enfrentar la caída del precio del petróleo a través de un ajuste al gasto público.

El Presidente de la República fue muy claro, a partir de la reforma hacendaria de 2013, en que él no propondría al Congreso de la Unión ni nuevos impuestos ni incrementos en los existentes, a partir de la aprobación de la reforma hacendaria.

Es claro que México hoy no debe incrementar su déficit fiscal; al contrario, estamos reduciendo el déficit público ante la menor disponibilidad de financiamiento en los mercados internacionales y ante la caída del precio del petróleo.

Por lo tanto, la manera de enfrentar la reducción de los ingresos públicos por el lado petrolero es reduciendo el gasto público. Y eso es exactamente lo que hemos hecho. 

Lo anunciamos en enero del año pasado, en estas fechas, cuando llegamos a la conclusión de que la caída del precio del petróleo sería prolongada y profunda, anunciamos un primer ajuste, que llamamos un ajuste preventivo, y para ahora, para 2016, se ha hecho un segundo ajuste al gasto programable aprobado por la Cámara de Diputados.

Esto lo que implica es que ante la caída del precio del petróleo es el Gobierno de la República, no las empresas, no las familias mexicanas, quien se está apretando el cinturón.

El compromiso es claro, ante este entorno internacional tenemos que reducir el déficit público y tenemos que disminuir las necesidades de financiamiento del sector público. El objetivo es estabilizar la razón de deuda a Producto Interno Bruto.

Y aquí quiero destacar algo que creo que para muchos no fue evidente ni notorio, que es un cambio muy importante que hizo el Congreso de la Unión en noviembre pasado a la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria.

Cada año el Banco de México genera sus estados financieros y cuando tiene una utilidad o un remanente, en términos de la ley lo transfiere al Gobierno  Federal, lo transfiere a la Secretaría de Hacienda, y así  se ha hecho a lo largo de muchos años.

Por ejemplo, en 2010 se recibieron remanentes del 2009 que fueron aplicados al gasto público; sin embargo, la ley, hasta antes de esta reforma reciente, no establecía cuál es el destino de los remanentes; es decir, el Gobierno de la República, a través de la Secretaría de Hacienda, tenía plena discrecionalidad para aplicar estos remanentes al destino que quisiera.

El cambio importante en la ley es que a partir de este 2016 los remanentes que se reciban podrán aplicarse exclusivamente a la reducción de las necesidades de financiamiento y de la deuda del Gobierno Federal.

Por lo tanto, si en 2016 recibimos remanentes del Banco de México y todo indica, dada la depreciación cambiaria, que habremos de recibir remanentes significativos, se aplicarán en su totalidad a la reducción de la deuda pública.

Esta es una decisión de gran trascendencia que confirma que México está apostando de manera decidida a la responsabilidad fiscal, en un momento en que la circunstancia global lo exige.

Estamos actuando con prudencia y estamos actuando de manera proactiva para proteger las necesidades de financiamiento del sector público y darle credibilidad a nuestra trayectoria fiscal.

El objetivo es reducir el déficit público. El déficit aprobado para el año en curso, para el año 2016, es de 0.5 por ciento del PIB conforme a la medición de la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria;  de 3.5, si vemos la medición más amplia, que son los requerimientos financieros del sector público. Y nos hemos comprometido a tener una trayectoria descendente que permite estabilizar la razón  de deuda a Producto Interno Bruto.

Aquí es muy importante destacar que México tiene un nivel de endeudamiento público moderado, ampliamente manejable y menor al de la mayoría de las economías en el mundo, es menor al promedio de América Latina y es menor al de las economías de la OCDE.

Pero algo que debemos destacar, al momento de recibir los remanentes del Banco de México, que insisto, habrán de determinarse en el mes de abril, a partir de la dictaminación de los estados financieros del Banco, esta razón de deuda a Producto Interno Bruto habrá de observar una disminución.

Pero es muy importante también destacar no solamente el monto de la deuda, sino la composición de la deuda.

Recordarán ustedes en el año de 1994, el año en que se detonó la gran crisis económica que vivió México en la década de los noventas, uno de los elementos de riesgo más importantes era el vencimiento de la deuda, que tenía dos características: el primero, era deuda de muy corto plazo y, el segundo, estaba denominada fundamentalmente en dólares.

Por lo tanto, cuando vino la depreciación cambiaria en diciembre se generó un enorme problema en la balanza de pagos, en la cuenta de capital y en las finanzas públicas.

Hoy en día el 83 por ciento de la deuda mexicana está a largo plazo. Ese es un hecho notable, es algo que se ha logrado con una gran persistencia y tenacidad por las últimas tres o cuatro administraciones.

Y segundo, el 79 por ciento de nuestra deuda, y este es un cambio estructural fundamental en las finanzas públicas, está denominada en pesos.

Tenemos, por lo tanto, una exposición de la deuda pública a la depreciación cambiaria significativamente menor a la que teníamos en aquellos años.

Y ésta es una de las razones por las cuales, cuando vemos por qué la depreciación del tipo de cambio no está teniendo los efectos de otros episodios, eso tiene mucho que ver, porque la exposición del Gobierno Federal al tipo de cambio a través de la deuda es estructuralmente muy diferente.

Un elemento muy importante de diferenciación de México en los mercados financieros internacionales es que contamos con una línea de crédito flexible por parte del Fondo Monetario Internacional. Sólo hay tres países en el mundo que cuentan con este instrumento: Polonia, Colombia y México.

Es una línea de crédito que nos permite enfrentar, una línea de crédito grande por aproximadamente 65 mil millones de dólares que acaba de ser renovada apenas a finales de noviembre del año pasado y que permitiría a México enfrentar cualquier requerimiento de liquidez, en caso de que en los mercados internacionales se presentara un problema de proporciones mayores.

Estas son cosas con las que México no contaba en el pasado, así que si de pronto tuviéramos un episodio de balanza de pagos como los que se presentaron en los 80 y en los 90, hoy tenemos un elemento listo, preparado, para enfrentar una situación de éstas, que además se suma a un saldo muy importante en las reservas internacionales que han tenido una recuperación en el cierre del año: estamos en 177 mil millones de dólares, más 65 mil del Fondo Monetario Internacional, que permiten que México tenga una liquidez disponible para enfrentar la volatilidad de los mercados financieros como nunca la habíamos tenido en nuestra historia.

Esto es algo que nos hace diferentes a cómo era México en su estructura macroeconómica y nos hace distintos a otros países emergentes que enfrentan un riesgo de liquidez mucho más relevante.

Y un elemento también de diferenciación, particularmente frente a otros productos de materias primas, es una práctica muy sana que tiene México desde hace varios años, que es que cubrimos el precio del petróleo.

Yo recuerdo en el primer año de la administración que invertimos una cantidad relevante para comprar las coberturas petroleras, invertimos alrededor de 800 millones de dólares en comprar coberturas petroleras, no faltó alguien que me decía: ¿Para qué gastan en eso si nunca se usa? Bueno, eso es como lamentar al final del año que uno compró un seguro de automóvil, no tuvo un choque y, por lo tanto, no lo cobró.

En estos años, en el año 2014 y en el año 2015, particularmente en el 2015, estamos observando el valor de esta práctica prudencial, y así como es correcto para una familia adquirir un seguro de vida, adquirir un seguro médico, para un país es fundamental proteger sus riesgos financieros, y nosotros lo hacemos a partir de operaciones en los mercados de derivados comprando opciones sobre el precio del petróleo, que han significado una enorme diferencia respecto a la vulnerabilidad de las finanzas públicas con respecto al precio del petróleo.

Recordemos los números del año pasado, la Ley de Ingresos se elaboró con un precio de 79 dólares por barril y, sin embargo, a mezcla mexicana se vendió durante 2015 a un precio de 42 dólares por barril.

Pero los ingresos que recibió el Gobierno Federal fueron ingresos de 79 dólares por barril. ¿Por qué? Porque teníamos la cobertura. La cobertura la compramos a principios de diciembre, recibimos en un solo día seis mil 300 millones de dólares en la Tesorería de la Federación. Aquí está la tesorera Irene Espinosa, que ese día estaba muy contenta.

Para este año, como lo pueden observar ustedes en la gráfica, logramos cubrir el precio que aparece en la Ley de Ingresos, que es de 50 dólares por barril, 49 dólares los cubrimos con opciones y el dólar restante lo tenemos ya depositado en los fondos de estabilización.

Es decir, el hecho de que hoy el precio del petróleo esté en 24 dólares por barril o que incluso sea inferior o que se mantenga en ese rango, no tendrá un impacto en las finanzas del Gobierno Federal a lo largo de 2016.

Y éste es un hecho fundamental que distingue a México y que explica por qué los mercados financieros están tratando distinto a México.

Si vamos a la lámina siguiente, es el punto que les quiero mostrar con esta tabla. Aquí vemos la evolución de tres variables desde el cierre de 2012 a la fecha.

Empiezo con la primera columna: Éste es el cambio en el rendimiento de los bonos en moneda local a 10 años, es decir, para el caso de México es en pesos, donde hemos visto un incremento de 39 puntos base.

Sin embargo, para el resto de las economías emergentes estamos viendo un incremento significativamente mayor.

Lo mismo es el caso de los bonos en moneda extranjera y lo vemos también en los Swaps de riesgo crediticio.

Aquí lo que estamos viendo, a lo mejor la tabla tiene demasiados números, pero lo que muestra con claridad es que el precio de los activos mexicanos en los mercados internacionales muestra un trato diferenciado a nuestra economía.

Es decir, las primas de riesgo que están pidiendo los inversionistas por tener su dinero invertido en activos mexicanos, hoy son considerablemente menores que las que se exigen para tener activos en otros países emergentes.

Y lo vemos incluso en esta semana, donde las tasas de interés, los rendimientos de los bonos soberanos mexicanos no solamente no han aumentado, sino que incluso han disminuido.

Las primas de riesgo de los bonos en moneda local a 10 años, los bonos M o los bonos UMS en dólares se han mantenido constantes esta semana de gran turbulencia financiera.

Esto quiere decir que, más allá de la turbulencia, hay una clara confianza de los inversionistas internacionales en lo que está ocurriendo en nuestro país y en las perspectivas económicas de México.

Con respecto al crecimiento económico, en los últimos años hemos impulsado, el Presidente de la República ha promovido un conjunto de reformas de proporciones significativas que tienen como objetivo elevar la productividad y, por lo tanto, elevar el crecimiento económico de México, no necesariamente en el corto plazo y por supuesto de manera efímera, sino de forma duradera elevar el crecimiento potencial de la economía mexicana.

La economía mexicana al tercer trimestre de 2015 es una economía que está creciendo, a diferencia de otras economías emergentes que no lo están haciendo;  Arturo hablaba de ello hace un momento.

Quiero destacar que la economía está creciendo, nuestro rango para el año 2015 fue de entre 2 y 2.8. Ayer salió la encuesta BANAMEX de analistas, el último dato es de 2.5, seguramente estará en un intervalo cercano ahí. Y para el año próximo, nuestro rango que publicamos cuando presentamos el paquete económico a la Cámara de Diputados en septiembre, fue de 2.6 a 3.6. Ayer la encuesta BANAMEX muestra que los analistas están incrementando marginalmente su pronóstico de crecimiento económico para el año 2016. 

Es muy importante destacar, y me quiero detener un momento aquí con ustedes, la composición del crecimiento económico.

En primer lugar, ha sido un muy buen año y los últimos tres años han sido particularmente destacados para el sector primario, para el sector agropecuario.

A lo mejor no muchos de ustedes saben que México en 2015 alcanzó por primera vez en mucho tiempo un superávit en la balanza agropecuaria y el sector agropecuario está creciendo al 4 por ciento. Mucho tiene que ver con una mayor derrama de crédito al campo, particularmente crédito al avío y el refaccionamiento en el campo. 

El otro componente, y es el más grande de la economía, el sector terciario representa un poco más de la mitad del Producto Interno Bruto, también muestra un dinamismo significativo.

Y donde estamos viendo el menor crecimiento es en el sector industrial. El determinante principal de esta baja de tasa de crecimiento en el sector industrial es naturalmente la industria extractiva de petróleo.

La siguiente lámina hace una separación, una descomposición del crecimiento económico de México en dos componentes, el sector petrolero y el resto de la economía.

Como pueden ver ustedes, el sector petrolero, es la barra azul, muestra en los últimos trimestres una contracción muy importante. Y aquí hay que destacar no solamente que esto no tiene que ver exclusivamente con el precio del petróleo, sino con la caída en la producción, en la plataforma de producción de Petróleos Mexicanos, que es una de las razones fundamentales por las que se llevó a cabo la reforma energética.

Si vemos el crecimiento del resto de la economía, tenemos ya cuatro trimestres consecutivos en que la economía está creciendo a más del 3 por ciento, cuando vemos el resto de la economía, la parte que no tiene que ver con el petróleo.

Es muy importante destacar que el mercado laboral está teniendo un desempeño sumamente favorable si lo comparamos con los primeros tres años de las últimas cinco administraciones; se han creado ya 1.9 millones de empleos al mes de noviembre y, algo muy importante, están creciendo los salario reales, la capacidad de compra del salario está creciendo.

El último dato, de enero a noviembre de 2015, es que los salarios están creciendo al 1.3 por ciento en términos reales, es decir, por arriba de la inflación; este es el mayor crecimiento de los salarios contractuales desde el año 2001.

Y algo muy importante es el financiamiento de la banca, que está creciendo a una tasa superior al 10 por ciento, 13 por ciento real, lo cual también está generando un estímulo importante a la demanda doméstica.

Hoy el elemento más importante, el elemento más dinámico para explicar el crecimiento económico de México es el mercado interno, particularmente el consumo de las familias mexicanas.

Y aquí lo podemos ver con algunos datos. Un dato fundamental es la venta de vehículos ¿Por qué es importante hablar de la venta de vehículos, de la venta de automóviles y camiones? Porque una familia o una empresa toma la decisión de comprar un vehículo solamente cuando tiene la capacidad de hacerlo y la confianza para hacerlo, y 2015 fue un año histórico en la venta de vehículos, se vendieron en México más de un millón 300 mil vehículos, esta es la cifra, es el máximo histórico, que representa un crecimiento de 19 por ciento con respecto al número de unidades vendidas en México;  no estoy hablando de exportaciones, estoy hablando de la venta de vehículos en México durante el 2015.

Si se venden más vehículos en México quiere decir que la gente, las empresas y las familias particularmente tienen una mayor capacidad de compra y una mayor confianza de compra.

Lo vemos también, por ejemplo, en las cifras de Walmart, en las tiendas departamentales, las cifras de ANTAD las tenemos hasta noviembre. Ayer Walmart dio a conocer sus cifras a diciembre, que fueron muy robustas, a tiendas iguales crecieron prácticamente 10 por ciento en diciembre, lo cual da un crecimiento en términos reales del 3.7 por ciento.

Hoy el consumo de las familias mexicanas está recuperando su dinamismo y en un entorno internacional como el que estamos viviendo, de menor crecimiento mundial y, por lo tanto, una desaceleración del comercio global, es muy importante que el sector doméstico, nuestro mercado interno, adquiera este dinamismo.

Quiero, como última reflexión, hablar de los efectos que están ya teniendo las reformas estructurales. Quiero antes de hacerlo, sin embargo, destacar que cuando un país decide hacer cambios de fondo, cambios estructurales, tiene que tener muy claras las expectativas; si los cambios son de verdad de fondo no van a tener efectos inmediatos e incluso el hacer cambios de fondo en un principio puede tener efectos indeseables; se presentan incertidumbres, resistencias, hay aversión al cambio, hay incluso grupos específicos de interés que se pueden oponer a los cambios.

Sin embargo, cuando los cambios son genuinamente profundos los efectos son duraderos y son reales, y eso es lo que estamos viendo con las reformas que se hicieron en México, reformas como la energética, la laboral, en telecomunicaciones y quiero hablar un poco de ello.

Empiezo por la reforma financiera, tal vez una de las reformas que menos prensa tuvo, porque no fue una reforma particularmente polémica, pero fue muy profunda, se modificaron 34 leyes con un objetivo: Que en México haya más crédito y sea más barato ¿Cómo? A través de introducir mayor competencia entre los bancos.

Y eso es lo que está ocurriendo. Estamos viendo cómo están disminuyendo las tasas de interés, hoy tenemos las tasas de interés más bajas en crédito hipotecario, en crédito automotriz, en crédito a las empresas y, algo muy importante, cómo está creciendo la penetración del crédito en la economía; el crédito creció 13 por ciento en términos reales el año pasado, el crédito al sector privado y vemos cómo al tercer trimestre ya tenemos una penetración del crédito superior al 30 por ciento. Empezamos la administración en 25 por ciento.

Esto quiere decir que se está cumpliendo y estoy seguro que cuando escuchen a Luis Robles hablar dentro de un rato en este seminario, será muy enfático en que el crédito en México está atravesando uno de sus mejores momentos, por su capacidad de expansión y por la disminución en su costo a través de la mayor competencia.

Y, por cierto, algo que vale la pena destacar, tenemos más bancos y tenemos bancos que están entrando a competir. Me concentro en cuatro autorizaciones que se dieron al final de año, en la última parte del año, de cuatro instituciones financieras internacionales que a pesar de este entorno internacional adverso, a pesar de la depreciación, a pesar de la caída del precio del petróleo, han decidido establecerse en México un banco español, Banco Sabadel; el Banco Industrial y Comercial de China, que por cierto es el banco más grande del mundo y está en México ya desde octubre de este año y, al final del año tuvimos también la autorización de dos nuevos bancos, un banco coreano y un banco japonés, que se establecen por primera vez en México porque ven en México un lugar atractivo para desarrollar su actividad y promover el financiamiento.

La reforma energética. En primer lugar, un elemento ya observable consecuencia de la reforma energética es la disminución de los precios de la electricidad. Llevamos dos años consecutivos en que los precios de la electricidad están cayendo para la industria, para el comercio y de manera muy destacada para las familias, las tarifas domésticas han disminuido por segundo año consecutivo al iniciar el año, esto implica ya que en dos años tenemos una disminución en términos reales, es decir, ajustando por inflación, de cerca del 10 por ciento en las tarifas eléctricas, es decir, en el recibo de la luz que pagan las familias mexicanas.

En materia de gasolinas hemos iniciado un cambio de paradigma en la forma en que opera el mercado de gasolinas en México. Estamos pasando de un régimen de precios controlados, fijados por el gobierno, a un régimen de competencia, de determinación de los precios en el mercado.

En 2016 hemos dado el primer paso, en el cual la gasolina fluctuará dentro de una banda pequeña, de más tres o menos tres por ciento conforme a la referencia internacional del precio; en 2016 empieza un proceso de liberación en el cual ya podremos ver en el mercado marcas de gasolina distintas a la marca de Pemex; conforme a la reforma energética habrá de liberarse en los próximos meses la importación de gasolinas, cualquier empresa podrá importar gasolinas en los próximos meses y recordemos que en 2018 se libera por completo el mercado de las gasolinas y tendremos un precio de la gasolina determinado libremente en el mercado.

Este es un cambio de paradigma, esto es distinto a lo que hemos hecho como economía en los últimos 60 años.

En materia de petróleo crudo hemos ya llevado a cabo tres licitaciones como parte de la Ronda Uno, de aplicación de la reforma energética, y ha sido una experiencia claramente muy exitosa, particularmente la última licitación superó las expectativas de todos y se dio en un momento en que el precio del petróleo estaba ya por debajo de los 30 dólares por barril la mezcla mexicana y, sin embargo, se asignaron todos los campos y a precios extraordinariamente competitivos.

Y señalo finalmente la expansión de los gasoductos. En esta administración se están construyendo más de cinco mil kilómetros de nuevas líneas de gas natural. Eso es importante porque esta es la clave para la competitividad industrial. Una economía que no tiene gas natural hoy ya no tendría una industria que pueda competir, y esta es una consecuencia de la reforma energética porque la gran mayoría de estos gasoductos se están construyendo con capital privado, con participación del sector empresarial.

La reforma, me refiero a la reforma hacendaria. Sin duda la más controversial de todas las reformas es la reforma hacendaria, así ocurre en todas las democracias cuando se decide incrementar los impuestos, y yo estoy seguro que esta reforma hacendaria se seguirá discutiendo durante muchos años.

Pero lo que hoy ya no está en debate es que la reforma ha cumplido uno de sus objetivos más importantes, que era, y así lo dijimos desde el principio, reducir nuestra dependencia ante el precio del petróleo.

Por supuesto cuando propusimos la reforma hacendaria no sabíamos qué tan rápido nos iba a poner a prueba la realidad, pero recordemos este dato, apenas en 2012 México tenía la recaudación tributaria no petrolera más baja de América Latina y más baja de la OCDE, apenas el 8.4 por ciento del Producto Interno Bruto.

En 2015 esta cifra se ha incrementado gracias a la reforma hacendaria de manera muy importante, al 12.4 por ciento; esto ha permitido enfrentar la abrupta caída de los precios del petróleo.

Y vean ustedes este dato que tienen a la derecha en las barras verdes: la dependencia de los ingresos petroleros apenas hace tres años, en 2012, era del 39.2 por ciento, en este año 2015 que acaba de terminar la dependencia se redujo ya a menos del 20 por ciento, 19 por ciento; esto, en un contexto en el que la economía está creciendo, está generando empleos y tenemos históricamente baja inflación.

Esto no lo podríamos haber enfrentado sin la reforma hacendaria, que hoy está cumpliendo uno de sus objetivos más importantes, que era protegernos precisamente frente a la vulnerabilidad del precio del petróleo.

La reforma en telecomunicaciones es tal vez la que ha tenido los efectos más perceptibles para la gente de manera más rápida. Es una reforma muy compleja en su texto, en sus condiciones jurídicas, pero su objetivo más importante era introducir competencia a un mercado que necesitaba más competencia, porque la competencia –y esto es algo que recuerdo que siempre nos enseñaba Arturo en sus clases de Eco-6, que fue la materia que me dio Arturo aquí en el ITAM– es lo que realmente genera bienestar para el consumidor, es lo que genera mejores precios, mejores productos y genera innovación, y es lo que hoy estamos viendo en el sector de las telecomunicaciones.

Vean ustedes cuánto han disminuido, según el INEGI, las tarifas de telefonía móvil, 16 por ciento, casi 18 por ciento han disminuido las tarifas; 40 por ciento de las tarifas de larga distancia internacional. Y por supuesto tenemos nuevos entrantes, nuevos competidores, tenemos por ejemplo a AT&T, que está invirtiendo más de siete mil millones de dólares en un periodo de tres años, para competir y para ofrecer productos distintos, nuevas soluciones de tecnología a las empresas y a las familias mexicanas.

La competencia, sin duda, es un gran activo para un país y hoy la estamos viendo en este sector teniendo efectos muy importantes.

Quiero destacar que el conjunto de las reformas estructurales está incrementando ya la competitividad de México, en el ranking del Foro Económico Mundial incrementamos ya cuatro posiciones. Destaco que en el indicador específico de desarrollo del mercado financiero crecimos en tan solo un año 17 posiciones; hemos avanzado en infraestructura para preparación tecnológica, en eficiencia en el mercado de bienes, es decir, donde las reformas estructurales están trabajando, México está ganando posiciones en materia de competitividad.

Estamos logrando atraer inversión extranjera, mencionaba ya a AT&T, pero podemos ver inversión muy importante en otros sectores, como es el caso de alimentos y por supuesto la industria automotriz.

En 2015, un año de gran incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros, México fue uno de los destinos más atractivos para la inversión extranjera, y nótese que en esta gráfica no están todavía las inversiones que habrá de traer la implementación de la reforma energética, tan sólo de los primeros tres contratos de la Ronda Uno, las primeras tres licitaciones, se esperan inversiones cercanas a los siete mil millones de dólares en la ejecución de estos contratos.

Termino con tres consideraciones finales: La primera, que la economía mexicana está creciendo en un entorno de gran adversidad y se está acelerando el crecimiento económico de México. En segundo lugar, la consistencia y responsabilidad del manejo de la política macroeconómica, la política monetaria –y saludo aquí al Gobernador del Banco de México– y la política fiscal llevada por nuestro país en las últimas décadas, incluyendo, por supuesto, la administración del presidente Enrique Peña Nieto, hoy son elementos fundamentales para diferenciar a México.

Y finalmente hay que destacar que México le apuesta como política, que me atrevo a calificar como política de Estado, a los mercados, a la apertura y a la competencia, para diferenciarnos; al interior a través de las reformas estructurales, en el exterior a través del libre comercio. Y es a través de la competencia y la dinámica de los mercados que hoy México también se diferencia de otras economías en el mundo.

Estoy convencido que 2016 es un año de grandes retos, pero también es un año de oportunidades y creo, al igual que Arturo, que hay motivos objetivos, más allá de las opiniones, para observar perspectivas alentadoras para 2016 en la economía mexicana y en los años por venir.

Nuevamente muchas gracias por la invitación y gracias por su atención.