El FEM define a la competitividad como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país, el cual fija el grado de prosperidad que puede alcanzar una economía. El informe proporciona pistas para desbloquear el crecimiento económico, que sigue siendo crucial para mejorar el nivel de vida de las personas, además de señalar las decisiones que los líderes deberían tomar hacia el cumplimiento de 3 objetivos: el crecimiento, la inclusión y sustentabilidad.
El reporte de este año mide el grado de competitividad de los países analizando más de 103 variables organizadas en 12 grandes temas: calidad de las instituciones, infraestructura, estabilidad macroeconómica, salud, eficiencia del mercado de bienes, habilidades, eficiencia del mercado laboral, sofisticación del mercado financiero, adopción tecnológica, tamaño del mercado, dinamismo empresarial y capacidad de innovación. La calificación resultante se encuentra dentro de la escala de 0 a 100, donde 0 significa nula competitividad y 100 estado ideal o “frontera de competitividad”.
La República de Corea (13º, subió 2), Francia (15º, subió 2) e Italia (30º, subió 1) fueron las únicas economías avanzadas que mejoraron su calificación este año.
Por regiones, Asia oriental y el Pacífico es la zona más competitiva del mundo, seguida de Europa y Norteamérica.
En lo que respecta a la región de América Latina y el Caribe (ALC), Chile se mantiene como la economía más competitiva de la región, ocupando el lugar 33 a nivel global, gracias a su estabilidad macroeconómica (primero, con otras 32 economías) y mercados abiertos (68.0 puntos, 10º).
Después de Chile se situó México (48º), Uruguay (54º) y Colombia (57º). Brasil, a pesar de ser la economía con mayor mejora de la región (+1.4 puntos), ocupó el lugar 71º; mientras que Venezuela bajó 6 lugares al 133º y Haití se colocó en el último lugar de la región (138º).
Según el informe, México mejoró su calificación en 0.3 puntos a 64.9 puntos, aunque su posición descendió 2 lugares al 48º, ante una mayor mejoría de otros países como Baréin, Kuwait y Hungría.
El reporte señala que la incertidumbre y las tensiones comerciales derivadas de la política comercial internacional de los Estados Unidos constituyen un obstáculo que impide el desarrollo socioeconómico de México, reduciendo las expectativas de los líderes empresariales y, en consecuencia, su disposición a invertir.
Así, el desempeño competitivo de México es mixto. Por un lado, ha logrado cierto progreso en sus cuatro pilares de mejor clasificación: Instituciones (+0.6 puntos, 98º), mercado laboral (+1.4, 96º), habilidades (+0.4, 89º) y adopción de tecnologías de la información (+3.7, 74º); por otro lado, estas mejoras han sido, hasta cierto punto, insuficientes para llenar la brecha con otras economías más competitiva.
En general, el reporte concluye que “lograr un crecimiento de la productividad no solo es compatible con una mayor igualdad y sostenibilidad ambiental, sino que de hecho puede impulsar una nueva era de crecimiento económico de calidad”.
El desafío es la implementación de una agenda tan ambiciosa. Para lo cual todas las partes interesadas deben ponerse de acuerdo sobre una solución común compartida, que de no hacerlo puede poner en peligro a las generaciones presentes y futuras.
“Los responsables políticos, los líderes empresariales y las sociedades civiles de todo el mundo deben actuar juntos y asumir la plena responsabilidad de adoptar políticas, prácticas y comportamientos que estén alineados con el objetivo común de lograr una prosperidad generalizada y un desarrollo sostenible”.