Ciudad de México
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Muy buenos días a todas y todos ustedes.

Sean muy bienvenidos a la Secretaría de Educación Pública.

Quisiera saludar, en primer término, a nuestros dos colegas egresados que esta mañana nos hacen el favor de acompañarnos en el presídium: a Mariana Piña y a Adán Rivera.

Saludo también al director general de CONAFE, Enrique Torres; a la doctora Irma Gómez, Oficial Mayor de la secretaría; a Rodolfo Tuirán, subsecretario de Educación Superior, y a Francisco Parra, director del Instituto Universitario de Investigación “Ortega y Gasset, México” y, por supuesto, a todas y todos los graduados de esta mañana, a todos sus familiares que nos acompañan, a los delegados del CONAFE en el país y a todo el equipo, de esta, como bien lo dijo Adán: la gran familia CONAFE.

Es de verdad un enorme gusto para mí, para la secretaría, el motivo que nos reúne esta mañana y quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el sentido y el significado que tiene el que 51 compañeros de esfuerzos en el sector educativo, reciban este título profesional como licenciados en administración educativa.

Muchos personajes, déjenme contarles, que con el tiempo se volvieron célebres en muy distintas actividades en su vida profesional, interrumpieron en algún momento, por razones muy variadas, sus estudios universitarios para emprender otros caminos laborales. Sin embargo, nunca abandonaron el objetivo de contar con un título y con el tiempo algunos de ellos, obtendrían, incluso, un grado Honoris Causa, de las mismas universidades que habían abandonado años atrás, en virtud del aprendizaje práctico, del desarrollo de sus competencias, habilidades que habían logrado, que habían obtenido después, justamente de dejar la universidad.

Por supuesto, no se trata de hacerle caso al pie de la letra a lo que decía Mark Twain, de que “mi verdadera educación empezó cuando dejé la escuela”. Pero, así suele pasar en algunos casos con gente talentosa, como la que hoy nos acompaña esta mañana, y por ello, la verdad se los digo, es admirable que los servidores públicos de CONAFE que hoy nos acompañan, se hayan dedicado a una actividad tan importante para la educación, como es la atención comunitaria y paralelamente hayan dedicado tiempo y esfuerzo para alcanzar esta meta personal y profesional.

Por ello, y por muchas cosas más, son ustedes un grupo de personas excepcionales con las que da un enorme gusto trabajar, porque representan lo mejor que tiene la Secretaría de Educación Pública, un extraordinario capital humano que ha construido no solo un robusto sistema educativo, sino también han sido un apoyo invaluable en la instrumentación de la Reforma Educativa más importante que se ha realizado en México desde los años sesenta del siglo pasado.

No ha sido el de ustedes un esfuerzo menor, al contrario, de muchas maneras refleja el amor a la educación, el sentido de superación y las ganas de seguir aprendiendo en su vida. Y este logro se debe al trabajo, a la eficacia y al compromiso de todos ustedes, de todo el equipo de CONAFE. A ustedes, a sus familias, les doy de verdad, una cálida y muy sincera felicitación. Y además de la felicitación, además del gusto que supongo que les ha dado recibir su título profesional, pues, vamos a apelar a la sensibilidad, a la generosidad del director general de CONAFE para ver si puede considerar además del título profesional, pues algo más, que se vea más así, en concreto, para este grupo de 51 servidores públicos graduados esta mañana en (inaudible). Así que, como dicen, toda amistad que no se refleja en el título y en algo más, pues, está un poco incompleta.

Así que, bueno, cada uno, cada uno de ustedes tendrá sus razones para haber participado en esta propuesta; cada uno sabrá el significado personal del grado que ahora obtienen. Sin embargo, más allá de la simple transmisión de información y de conocimientos o del desarrollo de las competencias y las habilidades, el verdadero sentido de una educación es la formación, del temperamento, de la inteligencia y del carácter.

Hace un momento escuchábamos a Adán Rivera, quien como nos ha contado se ha desempeñado como figura educativa, como líder para la educación comunitaria, como capacitador, tutor y asistente educativo y es el mejor promedio de esta generación. Se dice fácil, pero ¿cómo lograr combinar estas actividades para lograr estas metas en común? Quizá nadie tenga la última palabra.

Me limito, por ende, quizás a compartir algunas ideas, algunas cuantas reflexiones acerca de ésta que me parece una cuestión esencial. A partir de ahora cada uno de ustedes continuará sus labores, sus desafíos y sus proyectos con mejor equipamiento intelectual y profesional, y con mucha mayor seguridad en sí mismos. Y esto es bueno para ustedes, es bueno para sus familias y para a la comunidad que servimos.

El mundo y el México de hoy son, sin duda, más competitivos, más complejos y más retadores que nunca antes. Sin embargo, tenemos un gran capital humano con un gran talento representado aquí esta mañana.

Y para navegar con éxito en estas aguas cambiantes y vertiginosas, una mejor educación es esencial, así como un desarrollo integral de nuestros servidores públicos. Pero hay más. Estoy convencido de que debemos seguir apoyando a quienes trabajan con ustedes en favor de la educación de calidad, con equidad y con inclusión.

Por ende, se requiere hacer lo necesario para que nuestras funciones, nuestras tareas y nuestros procesos se desarrollen con optimismo, con confianza, con un excelente clima organizacional, con seguridad, con apoyo y con afecto a nuestros servidores públicos. Y, en consecuencia, esto garantice el mayor de los éxitos para ustedes, para la secretaría y, por supuesto, para el sector educativo nacional.

Su esfuerzo y su dedicación hablan de sus compromisos como servidores públicos ciertamente. Pero también nos muestra su preocupación por superarse en lo personal, logrando así que desde el entorno individual incidan en lo colectivo y contribuyan al mejoramiento de la administración pública.

Es cierto que estas son las virtudes más importantes, pero también es verdad que hay un legítimo motivo de satisfacción cuando lleguen a sus casas, a sus oficinas y cuelguen de alguna de sus paredes el título profesional que hoy se han ganado.

He tenido el privilegio en estos años de participar en varios eventos de CONAFE en distintas partes de la República. El sistema educativo nacional, hay que decirlo con toda claridad: El aparato educativo que más incide en el desarrollo social de las comunidades es, de lejos, el CONAFE.

He tenido la oportunidad de ser testigo de ello, de ese espíritu y cuerpo que se ve en prácticamente cualquier parte de la República. En cualquiera de los dos mil municipios donde ustedes están, en las casi 40 mil localidades, en el trabajo y en la entrega de las casi 69 mil figuras educativas.

Y, por supuesto, en lo más importante que son los beneficiarios de esta tarea que son los 700 mil alumnos y los casi 430 mil padres de familia que se benefician todos los días, en cualquier rincón por más apartado que sea de la geografía nacional en el que ustedes actúan.

El CONAFE es la institución, la única institución educativa que llega prácticamente a todo el país. A las comunidades marginadas que más necesitan de la educación y este es, no solamente, una hazaña educativa sino es una hazaña moral.

Es cierto que todas las dependencias están haciendo un gran servicio para las niñas y los niños de México, pero ninguna en realidad como el CONAFE. Por esta razón, además de reconocérselos, de agradecérselos, es absolutamente justo que podamos, que podamos reconocer este esfuerzo mediante la mejora continua de nuestras habilidades, nuestras destrezas y nuestras competencias.

Todos ustedes dedicaron estos meses al aprendizaje, pero también al desarrollo personal, a la exploración académica, a socializar con sus colegas, a formarse, pero también a cultivar el razonamiento. Y, supongo que al tener el título en sus manos se preguntarán hoy esta mañana, si este esfuerzo que supuso fines de semana, horarios extra laborales, etcétera ¿Si valió la pena? Porque la pregunta central es: ¿Por qué ocupar mi tiempo libre? Si pude haberlo hecho de otra forma para tomar clases, para estudiar, para leer, para pensar, para hacer exámenes, para hacer trabajos, etcétera.

Y entonces si la respuesta a esta pregunta es porque su prioridad era y es su propia educación, y seguir aprendiendo, entonces la dedicación, el tiempo y el empeño que han invertido ustedes habrá alcanzado su verdadero sentido y significado. Por esta razón, creo sinceramente que son ustedes un gran ejemplo, y por ello, les abrazamos con respeto y con admiración.

Muchas felicidades.