Ciudad de México
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Muy buenos días a todas y todos ustedes.

Quisiera saludar en primer término a José Carreño Carlón, director general del Fondo de Cultura Económica.

Al doctor Enrique Cabrero, director general del Conacyt.

Al maestro Jaime Valls, secretario general ejecutivo de ANUIES.

Al profesor Carlos Bosch de la Academia Mexicana de la Ciencia, que ha sido él un aliado del equipo de la academia de la SEP, en la elaboración del Nuevo Modelo.

Y por supuesto a nuestros, a todos, en particular, a quien hizo el favor de acompañarnos en la mesa principal.

A la maestra Silvia de la Cruz y a Daniel Lemus de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y Silvia del CETIS 43.

También quisiera saludar en particular con aprecio y afecto al doctor Ruy Pérez Tamayo, de El Colegio Nacional. A la doctora Rosaura Ruiz, nuestra futura secretaria de Educación e Innovación de Universidades en la Ciudad de México.

Al doctor Jorge Flores Valdés, mi antiguo colega y a quien acabo de leer, de terminar algunas de sus memorias científicas, universitarias y políticas, mi querido doctor. A Julieta Fierro que nos hizo el favor de acompañarnos esta mañana.

Muchas y muchos científicos, miembros de la comunidad científica.

Muy en particular, a los jóvenes que esta mañana nos acompañan y que son los que realmente han hecho posible este concurso.

Hay, básicamente ya citamos, muchos discursos.

Y quisiera concluir con esta ceremonia con tres reflexiones que me ha suscitado este evento. Y por supuesto, la filosofía y el espíritu que animó a crear, diseñar este concurso.

El primero, la primera de ellas, tiene que ver con que cuando uno repasa, lo que esto ha sido, las 15 ediciones del certamen. El haber tenido más o menos en promedio por año alrededor de 30 mil participantes. Me parece que es un dato extraordinariamente alentador.

Muchos de los participantes o del primer año en que se puede participar, a 12 años, ni siquiera había nacido (inaudible …) este concurso.

Y el haber tenido una participación promedio de estos 30 mil estudiantes y maestros por año, me parece que es un origen, un dato muy alentador entre otras razones porque nos permite ir viendo de manera gradual que poco a poco en la educación, en la formación de capital humano, del talento en nuestro país, se va haciendo realidad.

Eso que el informe de la ONU lo anticipó hace bastantes años, me parece en 1962 o 1964, el verdadero sentido de los procesos educativos y formativos tenían que ver con la de aprender a hacer, con aprender a pensar. Por lo tanto, ver que estas distintas generaciones de participantes que han ido interesándose cada día más con los fenómenos, con la ciencia, me parece que es un dato sorprendente, sin lugar a dudas.

Se ha venido desarrollando su curiosidad visual (inaudible) acerca de los fenómenos de la existencia, lo que anticipa que vamos por buen camino, es un terreno central para nuestro gobierno.

En segundo lugar, habría que preguntarse, en todo caso, como lo hizo en el libro de la historia, hace ya tantos años, que se llamaba (inaudible)…

En este sentido, el ejemplo que nos dan dos participantes, es que la ciencia no se da de una manera masiva, sino al contrario, permite (inaudible) descifrar datos, instrumentos, informaciones, evidencias, tratar de explicarnos muchos temas de los fenómenos que nos rodean.

Pero también y esto es algo que no siempre ha sido así (inaudible) el abogar desde una perspectiva científica, la posibilidad de encontrar respuestas a preguntas científicas, pero más allá a preguntas filosóficas, a preguntas morales, al final del día a preguntas que tiene que ver con las angustias, con los dilemas de la existencia.

Me llama poderosamente la atención que los diez títulos más recurrentes en esta edición, me parece que tres o cuatro, tienen que ver precisamente con esos temas que pudieran estar precisamente en la frontera entre la ciencia dura, la filosofía y otros campos del conocimiento.

Menciono simplemente el que le mereció el reconocimiento a José Daniel Lemus La vida, el tiempo y la muerte.  Me recordó aquel viejo libro de Enrique Maza, este sacerdote jesuita y periodista, que sellamaba El amor, la enfermedad y la muerte.

O me llama la atención también mucho el de una jovencita de Guadalajara, Laura Saray Álvarez Hernández, que hizo un resumen del enamoramiento y el mal de amores --ya se lo pedí--. A ver si puedo comprender algún día de qué se trata este fenómeno, ya le pedí a Pepe Carreño que me lo regale.

Dudo que vaya a terminar al final de mis días comprendiendo el fenómeno misterioso del amor, pero bueno lo intentaré empezando por el resumen de Laura.

Pero nos dice entonces, que si nos preguntamos ¿Ciencia para qué? Entonces ciencia para mucho más que el mero hecho de desarrollar estudios, experimentos, de estar en los laboratorios.

La ciencia no es, y esto me parece que es otra virtud de este certamen, no es un dominio reservado, no forma parte única y exclusivamente de algo que está en un coto cerrado, compuesto por nuestra comunidad científica, nuestra muy peculiar comunidad científica. Es realmente un instrumento para todos, es un instrumento de todos, una disciplina, de hecho, de la vida cotidiana y creo yo que la respuesta tan elevada que nos recordó Enrique Cabrero, del porcentaje de personas que están interesadas en la ciencia, 75 por ciento que creo que dijo Enrique es muy revelador de que parte de los intereses, es muy probable que tenga que ver, pasa de los intereses cómo han cambiado los cuadros tecnológicos en nuestro país; por qué ocurren los terremotos desde la sismología, etcétera, etcétera.

Pero también, me parece, que el alto porcentaje nos revela el que busquemos en la ciencia esas respuestas para la vida que nos asaltan prácticamente desde que tenemos uso de razón.

Y por último quisiera yo decir que otra de las lecciones que nos dan, especialmente todos los participantes estudiantes y maestros en este certamen, en este concurso, es que subrayan que la ciencia, como dije al principio, no se da en el vacío.

Su sentido profundo tiene que ver con que podamos crear un círculo virtuoso entre la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación y el crecimiento simple y sencillamente para que, a través de este ecosistema, podamos llegar gracias a los instrumentos que ello nos proporciona, a una cosa tan sencilla, tan simple, pero que me parece central en estos tiempos.

Y termino por plantear esa pregunta ¿Ciencia para qué?

Para algo tan simple como una vida (inaudible)

Muchas felicidades para todos.